Hablar de amor y hablar de dinero sigue siendo, para muchas parejas, un tabú. Pero cuando se trata de matrimonio, evitar esa conversación puede tener consecuencias graves. La separación de bienes, un régimen económico legal que define cómo se gestionan los patrimonios dentro del matrimonio, se ha convertido en una herramienta clave de independencia y protección económica, especialmente para las mujeres.
Qué es exactamente la separación de bienes
“Es un sistema por el cual cada cónyuge conserva la propiedad, administración y disposición de sus bienes, tanto los que tenía antes de casarse como los que adquiere después”, explica la abogada matrimonialista María José Montero, especialista en derecho de familia. “En caso de separación o divorcio, cada uno se queda con lo suyo, sin necesidad de dividir un patrimonio común”.
En España, si no se firma un acuerdo distinto, el régimen por defecto depende de la comunidad autónoma: en la mayoría del país se aplica la sociedad de gananciales, mientras que en Cataluña, Baleares o Comunidad Valenciana rige por defecto la separación de bienes. En el primer caso, todos los bienes y deudas adquiridos durante el matrimonio se reparten a la mitad, incluso si solo uno de los cónyuges trabajó o generó ingresos. En el segundo, no.
Por qué no es “falta de confianza”
Uno de los mayores mitos sobre este régimen es que firmarlo equivale a desconfiar de la pareja. Nada más lejos de la realidad.
“Separar los bienes no significa separar el amor”, subraya Montero. “Es un pacto de responsabilidad, no de desconfianza. La vida cambia, y la ley debe prever escenarios que el corazón no imagina. Un matrimonio puede terminar, pero una ruina económica compartida puede ser devastadora, sobre todo para las mujeres que han dejado su carrera por el cuidado del hogar”.
En la práctica, la separación de bienes protege la autonomía financiera. Si uno de los cónyuges tiene deudas o emprende un negocio que fracasa, el otro no se ve afectado. Del mismo modo, permite que cada parte administre sus ingresos y patrimonio con independencia.
La experta lo resume así: “Es un acuerdo entre adultos conscientes de que el amor no necesita avales económicos”.
Cuánto cuesta y cómo se hace
Firmar un régimen de separación de bienes es un proceso sencillo y asequible, pero que conviene hacer antes del matrimonio. Se formaliza mediante capitulaciones matrimoniales, un documento que se firma ante notario.
El coste medio ronda los 50 a 80 euros en notaría, a lo que puede sumarse el asesoramiento jurídico si se desea una redacción más personalizada. “No requiere abogado, aunque es recomendable consultar a un especialista para entender bien las implicaciones”, señala Montero.
Si el matrimonio ya se ha celebrado bajo régimen de gananciales, también puede cambiarse a separación de bienes más adelante, mediante escritura pública y registro en el Registro Civil. “Es totalmente legal hacerlo en cualquier momento, aunque lo ideal es preverlo antes del enlace”, añade.
Por qué toda mujer debería firmarla
Las cifras lo dejan claro: según el INE, en España se celebran más de 70.000 divorcios al año, y las mujeres siguen siendo las más afectadas económicamente tras una ruptura. En muchos casos, la pérdida de ingresos o la dependencia económica durante el matrimonio deja a una de las partes —habitualmente ella— en situación vulnerable.
“Con la separación de bienes, las mujeres mantienen su patrimonio y su capacidad de decisión”, explica la abogada. “Es especialmente recomendable para quienes emprenden, heredan, o simplemente quieren conservar su autonomía económica”.
Además, este régimen también protege frente a deudas. En caso de embargos, préstamos o responsabilidades empresariales, el cónyuge no deudor no se ve arrastrado por los problemas financieros del otro.
Romper mitos: no es solo para ricos
Otro error habitual es pensar que la separación de bienes es “para millonarios”. En realidad, es útil para cualquier pareja, sin importar su nivel de ingresos. “No se trata de cuánto tienes, sino de cómo proteges lo que tienes”, insiste Montero. “A veces son los matrimonios con menos patrimonio los que más sufren cuando no lo hacen”.
El cambio de mentalidad es progresivo, pero imparable. Cada vez más parejas jóvenes —y sobre todo mujeres— piden información sobre este régimen antes de casarse. “El amor no debería anular la prudencia”, concluye la abogada. “Y la separación de bienes, lejos de ser una muestra de desconfianza, es una forma moderna y justa de quererse con libertad”.