Un amor adolescente de verano nos cambia la vida. Llega con sus pequeñas locuras y una gran curiosidad. Siempre se vuelve al primer amor, cantaba Carlos Gardel. Cuánta razón. ¿Quién no recuerda aquel primer beso al atardecer en la playa o bajo un árbol o en la misma plaza del pueblo durante las fiestas patronales bajo la mirada atónita de los padres?
La magia estaba en nuestra ignorancia de lo fugaz, en no saber que aquello duraría lo que duraba el verano.
Goethe decía que es “el sentimiento más dulce que un corazón puede experimentar”. Cuando este amor de verano no es parte del recuerdo, sino el presente de nuestros hijos, nos cambia la cara y entonces caemos en la cuenta de que es también intenso, turbulento, ansioso… Para los padres llega como una de esas sorpresas que creíamos lejanas. No imaginábamos que crecerían tan rápido. También para los adolescentes son emociones y sentimientos inesperados y nuevos. Nunca antes habían sentido nada igual y quieren explorar.

“Son intensos porque se viven desde la novedad, la libertad y con todo el tiempo por delante. Su naturaleza fugaz le da un plus de idealización”, confirma Cristina Delgado, psicóloga y fundadora del centro Creciendo juntos. De paso, nos advierte que un primer amor puede parecer entrañable e inocente, pero las campañas de prevención o los mensajes que lanza la sociedad no siempre calan con fuerza. Sobre todo, porque los adolescentes aún no se dan por aludidos y, llegado el momento, están convencidos de estar preparados para cualquier reto.
La educación sexual de padres a hijos debería iniciarse desde pequeños. La edad media de acceso al contenido sexual es de ocho años, por lo que no deberíamos esperar. “Nunca es tarde y ahora es un buen momento para hablar de enamoramiento, hormonas y sexualidad, aunque en algunas familias siga siendo tema tabú. Escúchale y pregunta sin agobiar y sin usar un discurso moralizante. La sexualidad implica unos riesgos que, si aún no los conoce, los tendrá que conocer, como las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados o la violencia sexual”, explica la psicóloga.
La clave, según nos indica Delgado, está en encontrar la manera de hablar con él sin resultar protector o intrusivo. “Se requiere tacto, escucha y apertura para que tu hijo o hija no tenga la sensación de que sus padres están a años luz. Es bueno compartir nuestras preocupaciones y valores de un modo honesto, de manera que entienda que, poco a poco, se irá ganando nuestra confianza y que las reglas se irán flexibilizando y negociando a medida que crezca”.

Apoyar no significa permitir que todo suceda. Es importante que sepa que se mueve en un espacio de libertad enmarcado por unos límites claros. Mientras, habrá que asegurarse de que hace un uso prudente de las redes sociales. Aunque tengan una vida fuera, nos siguen necesitando, y mucho. Hay que saber quién es esa persona de la que cree haberse enamorado y hablar de consentimiento en la pareja, autoestima y ansiedades vinculadas con el miedo al rechazo, a no estar a la altura o a no recibir suficiente aprecio.
Aunque no podemos descartar que avance hacia una relación más duradera, lo común es que estos romances acaben con la vuelta a la rutina escolar. Esta separación, sobre todo si, además de física, es emocional porque uno de los dos decide romper, puede dejar al otro con el corazón hecho trizas. Al primer amor le seguirá su primer desamor.
¿Cómo le puedes ayudar a superar este primer desamor? “Habrá que estar pendiente de su comportamiento -responde la psicóloga-. Cualquier cambio puede ser una expresión de cómo se siente. Quizá sea una sensación de tristeza o extrañeza lógica y pasajera”. En esos primeros días le verás pegado al móvil y revisando constantemente sus mensajes o siguiendo las publicaciones en Instagram. Los adolescentes no siempre son comunicativos, por lo que no podemos esperar que ahora comparta qué le ocurre.
La preocupación comienza, nos dice Delgado, cuando los síntomas de esa decepción amorosa se prolongan en el tiempo y se acompaña de una conducta agresiva, ira, insomnio y cambios de humor. Y, peor aún, si el adolescente reprime su tristeza recluyéndose en su habitación o con malos hábitos, como el alcohol, el tabaco, las salidas sin control o el consumo de alimentos ricos en calorías que estimulan el circuito de la recompensa proporcionándole una sensación de bienestar temporal y engañoso.

Hay adolescentes que viven su primer corazón roto con fiebre y dolor físico, generalmente de pecho y estómago. “Es un dolor real que se origina químicamente en el cerebro debido a la caída abrupta de esas hormonas relacionadas con la felicidad, el deseo y el apego (dopamina, endorfinas y oxitocina) que durante unas semanas ha liberado sin escatimar en cantidad. Tras la ruptura, el cerebro se inunda de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina”.
Aunque esquive la conversación, habrá que buscar el momento de hablar con él y hacerle entender qué le está ocurriendo para que supere esta experiencia con serenidad. “Sobre todo, si no queremos que se aísle aún más, validemos sus sentimientos en la intensidad que él los esté notando. Lo que no se puede es alimentar la pena, fantasear con lo que pudo ser y no fue o crear falsas expectativas, incluso cuando repita eso de que no encontrará a nadie igual” aconseja Cristina Delgado.
Tampoco le beneficia escuchar frases como “todo pasa”, “a todos nos ha ocurrido” o “no merecía la pena”. Con el consuelo de los padres, la compañía de los amigos y la vuelta a la rutina, superará este mal momento y dará comienzo a una etapa que, con toda seguridad, será diferente a todas las que ha vivido. Es posible que, en un par de meses, descubra que lo mejor estaba por venir.
Le ayudará, según el criterio de la psicóloga, practicar deporte u otras actividades positivas, pasar tiempo con los seres queridos, alguna comedia de humor (nunca una serie lacrimógena) o las novedades que pueda traer el nuevo curso. El amor de verano pasará a su biografía como una historia única y llena de recuerdos con los que moldeará su experiencia romántica. Con el tiempo, integrará tanto el amor como el desamor en una primera hermosa historia de amor.