La bolsa española ha hecho algo que pocos esperaban hace apenas un año. A punto de cerrar 2025, el Ibex 35 se apunta una subida de vértigo que roza el 40%. Lidera el ranking de rentabilidad entre los grandes mercados del G20, y aun así, hay quien sigue preguntándose si el índice español continúa cotizando barato.
Y no es una pregunta que surja en los márgenes. El debate ha llegado hasta despachos de análisis, comités de inversión y gestores de fondos que han visto cómo el Ibex ha pasado de ser el eterno rezagado a convertirse en el campeón europeo del año. ¿Pero puede seguir pareciendo barato un índice que ha subido tanto?
Hay quien busca la respuesta en los múltiplos de valoración. Según Simply Wall Street, el mercado español cotiza en estos momentos con una ratio PER en torno a 16.9. Para que se entienda, eso significa que los inversores están pagando casi 17 euros por cada euro de beneficio que generan las empresas del Ibex. Hasta hace poco, ese número era más bajo. De hecho, la media de los últimos tres años rondaba los 13.6. Es decir, ahora se paga más por lo mismo.
El matiz es importante. Porque cuando un mercado pasa de cotizar a 13 veces beneficios a 17, lo que ha cambiado no es tanto lo que ganan las empresas como lo que los inversores están dispuestos a pagar por ellas. En otras palabras, es como si una camiseta que valía 13 euros ahora costara 17, sin que el tejido ni la calidad hayan cambiado demasiado. Algo ha subido, pero no está claro si lo ha hecho por fundamentos o por entusiasmo.
Sin embargo, otros análisis apuntan hacia un PER previsto más moderado, cercano a 11. Esa diferencia no es menor. En función de qué beneficios se miren, los del pasado o los previstos, el Ibex puede parecer caro o razonable. Y ahí es donde empieza la contradicción. Porque si todo sube, si los bancos baten récords y si los dividendos fluyen con fuerza, ¿dónde está exactamente lo barato?

Lo curioso es que, incluso después de subir cerca de un 40%, el Ibex podría seguir siendo más asequible de lo que parece. ¿Por qué? Porque el PER actual (basado en beneficios pasados) ronda las 17 veces. Pero si se mira el PER previsto, que prevé los beneficios esperados para los próximos trimestres, la cifra baja a 11.
Una compañía que cotiza a 100 euros y registró un beneficio por acción de 6 euros en el último ejercicio presentaría un PER de 16.6. Sin embargo, si las previsiones apuntan a que ese beneficio subirá a 9 euros este año, la ratio se ajusta automáticamente hasta 11.1, incluso sin que el precio de la acción varíe. No se trata de una caída en la cotización, sino de un crecimiento de los beneficios que aligera las valoraciones. Es ese mismo fenómeno el que algunos analistas detectan ahora en el Ibex 35.
Más beneficio, menos euforia
Hay quien responde que lo barato no está tanto en el índice en su conjunto como en los restos del festín. Algunos valores se han quedado atrás. Otros, como los bancos, se han disparado, pero siguen generando beneficios con fuerza, lo que mantiene su rentabilidad sobre capital en niveles que muchos analistas consideran atractivos.
Por ejemplo, Santander y BBVA han duplicado su valor en bolsa en apenas un año. Y, sin embargo, hay quienes creen que no se han encarecido tanto como parece. ¿La razón? Siguen generando beneficios sólidos y, según firmas como DBRS, mantienen una rentabilidad sostenible incluso en un entorno con tipos más bajos. En otras palabras, su motor de beneficios no se ha agotado todavía.
Lo que sí ha cambiado es el contexto. Porque cuando el PER sube más que los beneficios, lo que está creciendo es la confianza. O la euforia. O ambas. Lo vemos en todo el índice. La bolsa española ha sido la más rentable del G20 en 2025, muy por encima de Europa y de Estados Unidos. Pero ese salto no ha venido de la nada. Partía de una base muy deprimida. De ahí que algunos gestores insistan en que el Ibex ya no está barato como lo estaba hace dos años. Ahora cotiza, dicen, más bien en su “precio justo”.
¿Entonces por qué algunos aún ven margen? La respuesta está en los matices. Porque cuando se mira al Ibex no se ve un bloque homogéneo. Se ve un grupo de compañías muy distintas, algunas disparadas y otras descolgadas. Cellnex, Logista, Puig. Todas ellas han quedado rezagadas en el rally de 2025 y, según Alberto Salgado, director de Inversión en Gestión de Carteras de Gescooperativo, aún cotizan con descuentos importantes frente a su precio objetivo. Lo que sugiere que el potencial no está tanto en el conjunto como en los nombres concretos.

Dividendo alto, expectativas contenidas
También pesa la comparativa. España sigue siendo uno de los mercados con mayor rentabilidad por dividendo de Europa con un 3,9%. Ocho valores del Ibex reparten más de un 5,5%, y algunos, como Enagás, Mapfre, Redeia o Endesa, superan incluso el 6%. Eso, en un entorno de tipos que empiezan a estabilizarse, no es un detalle menor. Sobre todo, si se compara con otros grandes índices europeos, donde el dividendo medio es bastante más modesto. Por otra parte, si los dividendos previstos para 2025 son más de 35.000 millones de euros, para 2026, la cifra podría alcanzar los 42.000 millones, según el consenso del mercado.
Ese atractivo por dividendo sigue estando ahí, pero cada vez más inversores miran también qué hay detrás de esas cifras. Porque si parte del tirón reciente del Ibex se ha debido a que el mercado estaba dispuesto a pagar más por lo mismo, esa inercia tiene límites. Especialmente cuando el margen de mejora ya no es tan evidente como antes.
Y aún queda una variable más. Porque parte del relato alcista ha tenido como protagonista al sector bancario, que no solo ha liderado el Ibex, sino que ha arrastrado al conjunto del índice. Santander ha subido un 120% en el año. BBVA un 112%. Lo han hecho gracias a una combinación potente de beneficios crecientes, márgenes sólidos y una rentabilidad por recursos propios que ha mejorado trimestre a trimestre. Pero después de una subida así, la gran pregunta es si pueden mantener ese ritmo.
Algunos lo dudan. Otros, como Bestinver, consideran que todavía queda recorrido. Que el entorno macro sigue siendo favorable. Que los tipos se mantendrán en niveles positivos. Y que el stock de crédito seguirá creciendo. Pero incluso en ese caso, el consenso es claro y cree que lo que venga no será tan explosivo como lo que ya ha pasado.


