“Cambiar un suelo de tierra por uno de hormigón puede transformar una vida entera”. Con esta convicción nació a finales de 2022 el proyecto ‘100 mil pisos para jugar’, según Cesarina Fabián, directora nacional de la asociación Hábitat para la Humanidad para República Dominicana. El programa impulsado junto a la Federación Interamericana del Cemento (FICEM) acaba de recibir el Premio al Mejor Proyecto por su Impacto Social de Fundación MAPFRE, dotado con 40.000 euros.
La iniciativa, que se encarga de pavimentar suelos de hogares en América Latina y el Caribe de manera altruista, ya ha mejorado la vida de casi 100.000 personas en 14 países: “Más salud, más estabilidad y más oportunidades”. Sin embargo, todavía hay más de 10 millones de personas que viven en suelos de tierra en la región. En esta entrevista, Cesarina Fabián cuenta a Artículo 14 cómo un “simple” suelo puede convertirse en el “cimiento de un futuro más digno para miles de familias”.
Cómo surgió la idea de ‘100 mil pisos para jugar’? ¿Y por qué en Latinoamérica y el Caribe?
Consultando unos estudios que había hecho el Banco Mundial en la Universidad de Berkeley, nos dimos cuenta de que las familias ganaban notablemente salud y estabilidad financiera al sustituir los suelos de tierra por hormigón. Al traerlo a nuestra realidad, vimos que el déficit de pisos pavimentados es altísimo. En República Dominicana, concretamente, hablamos de unos 69.000 y a nivel regional son más de 10 millones las personas que viven en suelos de tierra. Entonces, Hábitat para la Humanidad, en la región de Latinoamérica y el Caribe, se unió a la Federación Interamericana de Cementos (CISEM) para desarrollar ‘100.000 pisos para jugar’. Y ver cómo podíamos impactar positivamente en la vida de las familias.
Desde 2022, se han pavimentado casi 20.000 pisos, beneficiando a cerca de 100.000 personas. Pero ¿Cómo recuerda el primer hogar en el que cambiaron el suelo, dónde fue?
¡Ay! tengo un recuerdo muy bonito. Nosotros junto con un comité comunitario y un grupo de Hábitat, elegimos los hogares para dar prioridad a quienes más lo necesitan. En aquel momento, recuerdo que fue en diciembre de 2022, asistimos a una familia en condiciones muy vulnerables. Una madre con tres niños que iban desde los 8 meses hasta los 5 años. La mujer tenía unos gastos excesivos porque los niños estaban enfermos permanentemente. Iban casi todas las semanas al hospital por afecciones gastrointestinales y pulmonares. Cuando llegamos ella se puso súper feliz. Al principio no se lo creía. Recuerdo su emoción al ver cómo cambiaban su suelo de tierra por el de hormigón. No sé cuántas veces nos dio las gracias.

¿Es igual la actuación en todos los países? De no ser así, ¿Qué diferencias se observan entre las distintas naciones en cuanto a necesidades y desafíos?
Generalmente depende del país en el que se vaya a intervenir. Por ejemplo, Dominicana es una zona muy típica de huracanes. Ahí tenemos que asegurarnos de que las viviendas no estén en zonas vulnerables; cerca de ríos, de cañadas… Porque no tiene sentido acometer mejoras en los pisos si cuando viene la lluvia fuerte se lleva por delante las casas. En estos casos, intentamos compartir su problemática antes con el Gobierno central.
En Guatemala, Honduras, y algunas de los países de Centroamérica, tienen muchas zonas de lomas, de montañas. Ahí todavía quedan algunas familias indígenas que tienen otro tipo de construcciones.
Los estudios muestran caídas del 79% en gastos médicos a raíz de la instalación de este tipo de suelos y mejoras significativas en la salud infantil. ¿Podría explicarnos por qué?
Es muy sencillo, las familias que viven con una casa que tiene el suelo de tierra, son muy propensas a las enfermedades, principalmente los niños y los ancianos. Entonces el gasto en medicamentos es altísimo. El suelo de cemento refleja mejoras en un 81% en anemias, en un 78% en enfermedades parasitarias, en un 49% en diarreas… Además, un estudio posterior que nosotros hicimos demostró que con el ahorro en gastos sanitarios, las familias están invirtiendo un 12% más en mejorar la vivienda. Y se ha reducido notablemente el absentismo escolar.
¿Por qué motivo el suelo de hormigón reduce el absentismo escolar?
Porque los niños en hogares con suelo de tierra están tan enfermos que no pueden ir a clases. Ya cuando lo tienen de concreto, sanan, y pueden asistir a la escuela. Inclusive aumentaron un 80% más el tiempo en juego. O sea, ya pueden jugar más en la casa, ahí le mejora hasta el autoestima. No solamente a los niños, sino a los padres también.
¿Qué coste supone para la asociación reemplazar el suelo en una vivienda y de cuánto tiempo requiere para acometer la obra?
Cambiar totalmente el suelo por hormigón en los hogares tienen un coste aproximad0 de 1.000 dólares. Y hacemos hasta cinco y seis pisos por día. Aunque, todo depende del tamaño de la vivienda.
Allá las viviendas están entre 35 y 45 metros cuadrados. O sea, que son relativamente pequeñas.
Para las reformas contamos siempre con mano de obra local. Para la asociación es muy importante. En ocasiones algunos miembros de la familia trabajan como voluntarios en la obra. Además, compramos materiales en provincias cercanas a las comunidades. Y así se dinamiza la economía circular.

¿Cómo se financia el proyecto para acometer todo este tipo de acciones?
Principalmente es a través de donaciones. Nosotros, como somos una organización internacional, recibimos apoyo de algunas sucursales que hay en Estados Unidos. Allá se dona el diezmo. Pero tocamos puertas locales a empresarios, a gobiernos locales, centrales... Y hacemos alianza con otras organizaciones sociales igual que nosotros.
Fundación MAPFRE les ha concedido el Premio al Mejor Proyecto por Impacto Social. ¿Qué significa para ustedes este reconocimiento?
Es un honor, estamos súper honrados y agradecidos de Fundación MAPFRE. Y al mismo tiempo nos recuerda el gran reto que tenemos por delante de seguir apoyando a las familias, de seguir tratando de cambiar y mejorar las comunidades. Porque realmente la necesidad es latente. El déficit de suelos, como te decía, anda por 69.000 en Dominicana. Pero el déficit habitacional en el país es de 1.400.000 unidades. Es mucho el trabajo que tenemos por delante.
El objetivo es reemplazar 100.000 suelos antes de 2028. ¿Tienen pensado abordar la problemática en otros países?
Sí, Hábitat como es una organización global tiene oficinas en Asia-Pacífico. Entonces aparte de Latinoamérica y el Caribe encontramos afuera más posibilidades de ayudar. Pero por ahora estamos probando aquí. Aunque entiendo que a partir del 2028 eso se puede extrapolar. Porque donde quiere que esté la pobreza allí llegará Hábitat para ayudar.
¿Qué mensaje le gustaría transmitir a la gente que quiere aportar su granito de arena?
Queremos exhortar principalmente a los empresarios, al Gobierno central y a otros donantes individuales que se sumen a la causa. Porque la necesidad es muy grande. Estamos hablando de que hay que mejorar millones de viviendas. Queremos que la realidad que se vive les llegue y tengan sensibilidad para aportar. Tenemos que unirnos todos y realmente contribuir con ese granito de arena para ver cómo podemos disminuir ese déficit.