Opinión

Las Chistorras

Ábalos presenta una denuncia ante Fiscalía por supuesta revelación de secretos
María Dabán
Actualizado: h
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Hay cosas que son tan inexplicables que es mejor no intentar explicarlas, sobre todo, porque uno corre el riesgo de cavar su propia tumba de manera más profunda y quedar además como un imbécil ante toda España, o incluso peor, hacer que todos los españoles crean que les toman por tontos.

Es lo que ha pasado estos días después de conocer el último informe de la UCO. Al margen de conocer que Ábalos pagaba a su familia, a sus exnovias (a una de ellas le premiaba incluso por sus buenas notas) y a todo el que pasaba por allí, hemos sabido que, tanto él como su asistente, Koldo García, recibían, según el juez que instruye su caso, Leopoldo Puente: “pagos irregulares y opacos de distinta procedencia”. La UCO apunta que el PSOE podría formar parte de ese entramado de supuestos pagos en B y aquí es donde el panorama ha adquirido tintes surrealistas. Ferraz asegura que no hay ninguna irregularidad, que todo está en orden y que esto queda demostrado porque en los sobres con membrete del partido llenos de dinero, aparecen también algunos céntimos que prueban que esas cantidades provenían del kilometraje que hacían Ábalos y Koldo. ¿Y los sobres donde había casi tres mil euros? Pues eso era porque el dinero era para varias personas. A quién se le ocurre pensar mal

La mejor explicación de lo ocurrido la ha dado sin embargo en el programa de Risto Meijide, Leticia de la Hoz, la abogada de Koldo. El presentador le preguntaba por una conversación en la que el hombre de confianza de Ábalos le comunicaba a su mujer Patricia Úriz, que tenía “una pequeña alegría para el día de las elecciones”. Iba a recibir dos mil chistorras. Su esposa calculaba entonces que eso suponía 1 millón (de chistorras, se entiende, no pensemos mal). La respuesta de la letrada a la pregunta de Risto fue de las que piden mármol porque, decía, su cliente era el encargado de comprar las longanizas para la noche de las elecciones. Pero, “¿un millón de porciones?”, preguntaba incrédulo el presentador. “Sí –contestaba ella- es que estamos hablando de gente navarra y vasca”. La carcajada en el plató fue estrepitosa, claro, para no serlo. Yo soy navarra y puedo asegurar que, casi ni toda la población de la comunidad foral es capaz de comerse 1 millón de trocitos de chistorra en una noche.

El problema, claro, es cómo explicar que, en realidad las chistorras, se referían a los billetes de 500 euros, las lechugas a los de cien y los soles a los de doscientos. Aquí se ha dado también otra justificación que invita al cachondeo: que cuando se habla de soles, en realidad hablan de la moneda peruana… Ver para creer.

La UCO ha puesto ya otra pieza de un puzzle en el que se empieza a vislumbrar la fotografía que arroja este caso, y todo apunta a que puede ser realista pensar que, como han confesado varios empresarios (ente otros Aldama y Carmen Pano), ellos pagaban comisiones por adjudicaciones de obras en la sede de Ferraz, y que ese dinero se daba después, entre otros, a Ábalos y Cerdán. Hay que demostrarlo, claro, pero ya es difícil pensar que en este caso “no hay nada”.

El Supremo ya ha dicho que cada vez existen más indicios contra Ábalos y contra Koldo. Veremos a ver si no se cansan de ser señalados y acaban diciendo que aquí cobraba hasta el tato. Hasta entonces, permítanme un consejo: mejor que no lo expliquen.