Premio Nobel de Medicina se lo han otorgado a los científicos que han descubierto las células T reguladoras, que evitan que las células inmunes ataquen nuestro propio cuerpo. Pienso que probablemente todo empezó con una pregunta que se hizo a sí mismo o a un colega alguno de los investigadores, con certeza, muy curioso. La pregunta podría haber sido: ¿qué evita que las células inmunes ataquen nuestro propio cuerpo?
«Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causa las percepciones de nuestros sentidos es una prueba de esta verdad. Nos agradan por sí mismas, independientemente de su utilidad, sobre todo las de la vista». ¿Te suena este párrafo? Quizá lo has leído, lo escribió Aristóteles en el Libro I de su Metafísica.
He leído mucho a Aristóteles, a veces por placer, a veces porque no me quedaba otra cuando estudiaba la carrera de Filosofía. Lo cierto es que soy muy curiosa, desde siempre, desde niña. Y, como dice Aristóteles, siempre he sentido el deseo natural de saber. Me gusta conocer un montón de cosas, porque sí, por saberlas, sin buscarle ninguna utilidad. Curiosidad en estado puro. Y aunque hay muchas personas así, miles, cientos de miles, supongo que incluso millones, hay muchas otras que de repente te preguntan «¿por qué quieres saber esto? ¿para qué te sirve?» Y entonces te quedas en silencio, parado, pensando, y la realidad es que no tienes respuestas a estas preguntas, o sí. Lo quieres saber porque lo quieres saber, y no te importa que no sirva para nada.
Entonces lees lo que escribió Aristóteles y descubres que no hay nada más humano que querer saber, que lo llevamos dentro, que no tienen que enseñárnoslo porque nos viene de serie, pero, aquí viene el pero que yo veo: nos hacemos mayores y en el proceso es muy fácil perderlo y, de hecho, muchas personas lo pierden. Porque no hay niño que no sea curioso, pero no ocurre lo mismo en el mundo de los adultos, o la curiosidad se mueve por caminos que no debería transitar.
La filosofía comenzó con el asombro, Aristóteles dixit. Los primeros filósofos, que fueron los primeros científicos comenzaron preguntándose el porqué de casi todo lo que les rodeaba. Y hasta hoy. Alain Aspect, el físico francés premiado con el Nobel de Física en 2022 dice que le gustaría poder enseñar la curiosidad. Le entiendo. Que no es que yo me haya planteado enseñar a ser curiosa a ninguna persona, pero me sorprende cuando una persona no lo es y no tiene interés por descubrir lo que desconoce.
Otro físico eminente y conocido por todos, Einstein, decía que la curiosidad es más importante que el conocimiento: «No tengo ningún talento especial, tan sólo soy profundamente curioso» decía de sí mismo. Y lo cierto es que la curiosidad es la que mueve tantas y tantas cosas en el mundo, permite el desarrollo y la investigación, porque qué es la investigación, sino hacerse una pregunta tipo ¿y por qué esto sucede de esta manera? o ¿qué pasa si cambiamos esta variable o este ingrediente?
La curiosidad no es sino intentar conocer lo que desconocemos. Así se mueve la ciencia desde sus inicios con los primeros científicos que fueron tambien los primeros filósofos. Y así ha seguido a lo largo de la historia en todos los ámbitos, no sólo en el mundo de la ciencia, también lo hacen los músicos, los pintores, artistas de todo tipo, cocineros, deportistas, cualquiera de nosotros cuando decidimos ir más allá de lo que conocemos bien.
Porque, como decía Aristóteles, la curiosidad no está reservada a unos pocos, sino que es patrimonio de todos, pero de manera particular, ya que cada uno alimenta su curiosidad individualmente.
Y creo que en estos tiempos en que tan fácil es encontrar información en tantos lugares es fácil ser curioso y más fácil aún alimentar nuestra curiosidad correctamente. Claro que con el alimento para nuestra curiosidad sucede lo mismo que con la comida física que ingerimos cada día: la diferencia para nuestra salud y nuestro cuerpo comienza con el filtro que aplicamos a lo que comemos.
Antes decía que la curiosidad es patrimonio de todos, pero quiero corregirme a mí misma. Porque se me olvidaba que hay muchas personas que ya lo saben todo. Son los antagonistas de las personas a las que admiro. Porque cuando observo con detenimiento a muchas personas que admiro, me doy cuenta de que, por encima de todo, son personas curiosas, que tienen la humildad de reconocer que no conocen todo y quieren seguir aprendiendo. Ese es su motor, esa su energía.
A veces me pregunto qué hace que una persona sea curiosa. Porque unas personas son más curiosas que otras. Porque unas personas son increíblemente curiosas y otras personas no sienten ninguna curiosidad por nada. Quizá algún día algún curioso pueda explicarlo. O quizá se demuestre que es una enfermedad incurable y que tenía razón Dorothy Parker cuando decía que el aburrimiento lo cura la curiosidad, pero la curiosidad no se cura con nada. Y mientras tanto, el mundo seguirá lleno de enfermos de curiosidad, y quien sabe qué preguntas seguirán respondiendo para todos y qué nuevos descubrimientos nos regalarán.