Cada año, miles de personas con derecho a recibir ayudas económicas en España dejan pasar la oportunidad sin saberlo. Algunas de ellas podrían haber accedido a más de 5.000 euros anuales. Sin embargo, nunca presentaron una solicitud. No porque no quisieran, sino porque no sabían que podían hacerlo o porque el sistema se lo puso demasiado difícil. Así lo demuestra un reciente informe de Civio, que alerta sobre un fenómeno silencioso que afecta a quienes más lo necesitan.
El caso más paradigmático es el del Ingreso Mínimo Vital (IMV). Aunque fue concebido como una herramienta para combatir la pobreza, solo una parte de los ciudadanos que cumplen los requisitos ha llegado a cobrarlo. Según Civio, el 58 % de los potenciales beneficiarios de ayudas económicas en España no llegan siquiera a pedirlas. Y de los que sí lo hacen, un porcentaje significativo ve rechazada su solicitud por errores evitables, como documentos mal entregados o mal interpretados.
Ayudas económicas en España: un sistema complejo que aleja a los más vulnerables
Las ayudas económicas en España abarcan desde el IMV hasta subsidios para familias numerosas, bonos de alquiler o el cheque de 200 euros. Todas ellas tienen algo en común: su acceso depende de un entramado burocrático que, en muchos casos, se convierte en un muro infranqueable. El resultado es que quienes más lo necesitan acaban renunciando.
En algunos casos, incluso cuando la persona logra presentar la solicitud, esta es denegada por causas administrativas que posteriormente, si se recurre, se demuestra que eran injustificadas. Según el mismo informe de Civio, el 42 % de quienes recurren una denegación acaban ganando. Es decir, que muchas de las resoluciones negativas no deberían haberse producido.

Este dato pone en cuestión la eficacia de los mecanismos de control del Estado en la gestión de las ayudas económicas en España. Y revela una verdad incómoda: muchas personas podrían haber cobrado ayudas por valor de miles de euros al año. Pero no lo hicieron por desconocimiento, falta de recursos para recurrir o desconfianza en las instituciones.
El miedo, el desconocimiento y la desconfianza: barreras invisibles
El problema de fondo no es solo técnico, sino emocional. Quienes más sufren esta pérdida de ayudas económicas en España son personas que viven en contextos de vulnerabilidad. Desempleados de larga duración, familias monomarentales, trabajadores precarios o personas mayores sin formación digital.
Muchos no saben siquiera que existen ciertas prestaciones. Otros lo han intentado una vez y, tras una negativa, nunca volvieron a intentarlo. Hay casos que se repiten en toda España, donde el acceso a las ayudas económicas no solo depende del cumplimiento de requisitos, sino de la capacidad para entender y navegar un sistema que exige conocimientos técnicos y tiempo. Y lo peor: nadie se lo explica.

No hay una comunicación clara y directa desde las administraciones que permita a los ciudadanos entender qué les corresponde.
La administración, en deuda con los ciudadanos
El Estado tiene medios, pero no siempre voluntad política para simplificar el acceso. Las plataformas digitales para solicitar las ayudas económicas en España han mejorado, pero siguen siendo inaccesibles para parte de la población. Además, la escasez de personal en los servicios sociales hace que muchas personas no reciban orientación cuando más la necesitan.
En lugar de automatizar ciertos procesos o notificar directamente a quienes cumplen los requisitos, la carga sigue recayendo sobre el ciudadano. Tiene que saber qué pedir, cómo hacerlo, cuándo y dónde. Y si se equivoca, pierde la oportunidad. Hay quienes lo comparan con una trampa: ayudas que existen, pero que casi nadie ve.