El Gran Cañón de Europa está a solo 2 horas de Zaragoza: el otoño tiñe sus paredes de mil colores

Al pensar en los grandes parajes naturales de Estados Unidos, es complicado no hacerlo en el Gran Cañón del Colorado, sin embargo, no hay que irse hasta las montañas rocosas para verlo, pues en Aragón hay algo que se le parece mucho

No hace falta cruzar el Atlántico para sentirse en Colorado. Y es que tan solo dos horas de Zaragoza, muy cerca de Teruel, se encuentra un paraje que sorprende por su parecido con los grandes paisajes del oeste americano. Se trata de la Rambla de Barrachina, conocida popularmente como el Gran Cañón de Europa por sus formaciones rojizas, su relieve erosionado y su aspecto casi desértico. Situada entre Villaspesa y Villastar, esta joya natural ofrece una de las estampas más insólitas de Aragón. El agua y el viento han esculpido durante miles de años un entorno de paredes verticales y barrancos de tonos ocres y anaranjados que, con la llegada del otoño, se tiñen de una gama de colores única: rojos intensos, amarillos suaves y matices dorados que cambian según la luz del día.

Un paisaje de otro mundo a un paso de Teruel

La Rambla de Barrachina está a tan solo dos kilómetros de la capital turolense. Su acceso es sencillo, pero su aspecto resulta inesperado para quien llega por primera vez. El contraste entre las suaves colinas del entorno y este barranco abrupto convierte el lugar en un escenario digno de una película del lejano Oeste. No es casualidad que fotógrafos, excursionistas y amantes de la naturaleza lo consideren uno de los rincones más sorprendentes de Aragón. Desde sus miradores naturales se pueden observar buitres leonados sobrevolando los acantilados o disfrutar del silencio absoluto de un paisaje modelado por la erosión.

La Rambla de Barrachina en Teruel
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La ruta circular entre paredes rojizas

Para conocer de cerca este espectáculo natural, la mejor opción es realizar la ruta circular de la Rambla de Barrachina, un recorrido de unos 12 kilómetros que parte junto a la carretera N-330. Hay una pequeña zona para dejar el coche y comenzar el sendero, que discurre primero por el cauce seco del barranco y asciende después hasta la Muela de Teruel, desde donde se obtiene una panorámica espectacular.

La caminata no presenta una gran dificultad, aunque el terreno pedregoso y sin sombra exige ir bien preparado. Se recomienda calzado adecuado, protección solar, agua suficiente y precaución en los días de viento, ya que las ráfagas pueden ser fuertes en los tramos más elevados. El recorrido permite apreciar la variedad de colores del cañón, que en otoño se intensifican con el contraste del cielo claro y la vegetación que brota entre las grietas de la roca. No hay fuentes de agua ni zonas habilitadas, por lo que se trata de una experiencia de naturaleza pura, sin artificios.

Villaspesa y sus alrededores: una escapada completa

Quienes se acerquen hasta la Rambla pueden aprovechar la visita para conocer Villaspesa, un pequeño pueblo situado a escasos minutos del inicio de la ruta. En su casco urbano destaca la Iglesia del Salvador, construida en 1912 y considerada el único templo modernista de la provincia. Sus calles tranquilas invitan a un paseo relajado después de la caminata. A tan solo diez minutos, la ciudad de Teruel ofrece un atractivo complemento a la excursión. Su conjunto mudéjar, declarado Patrimonio de la Humanidad, y el Mausoleo de los Amantes son dos visitas imprescindibles.

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