En una comunidad autónoma donde la recuperación de la lengua y la toponimia catalana ha sido clave para la identidad cultural, Cabacés, en la comarca del Priorat, destaca como una excepción llamativa.
Este pequeño municipio tarraconense de apenas 300 habitantes es el único en toda Cataluña que sigue manteniendo oficialmente su nombre en castellano, desafiando la norma general y generando un debate que va más allá del lenguaje.
Un nombre con historia y una decisión singular
Ubicado entre viñedos, olivares y montañas, Cabacés ha decidido seguir llamándose como se estableció oficialmente en el siglo XVIII, cuando el Instituto Geográfico y Estadístico español fijó su denominación en castellano. Aunque en 1933 la Generalitat de Cataluña reconoció oficialmente la forma catalana “Cabassers”, el pueblo optó por continuar con el nombre castellanizado, un gesto que no fue impuesto por decreto, sino aceptado por sus vecinos y usado incluso después del retorno de la democracia.
Este apego a la forma castellana no es fruto del azar. El nombre evolucionó desde el término medieval Abinkabasser, de raíz árabe y latina, pasando por “Cabassers” en catalán y consolidándose como “Cabacés” en documentos del siglo XIX. La forma final se vio reforzada durante el franquismo, pero lo singular es que, a diferencia de otras localidades, sus habitantes no reclamaron revertir el cambio durante la Transición.
@monstylemountain Ermita de Sant Roc (Cabacés) #nature #senderismo #outdoors #nature #cave #tarragona #priorat #trekking #mountain #montaña #sacred #ermita #patrimonio #water #fuente
Un caso único que divide opiniones
Mientras la mayoría de pueblos catalanes restablecieron sin controversia su denominación original en catalán, Cabacés se ha convertido en un símbolo de resistencia toponímica, aunque no exento de polémica. En la actualidad, ha surgido una plataforma ciudadana, Cabassers.org, que reclama que se recupere el nombre en catalán, invocando el artículo 18.1 de la Ley de Política Lingüística, que establece el uso exclusivo del catalán en la toponimia oficial, salvo en excepciones específicas como el Valle de Arán.
El debate ha llegado incluso a los tribunales. Partidos como Esquerra Republicana y Junts per Catalunya han respaldado legalmente la propuesta de cambio, mientras que el Institut d’Estudis Catalans considera que mantener la forma “Cabacés” es una anomalía histórica que distorsiona la lengua y debe corregirse. No obstante, el municipio todavía conserva su nombre actual, a la espera de una resolución judicial definitiva.
Identidad, tradición y sentimiento
La discusión va más allá de lo administrativo. Para muchos vecinos, Cabacés no es solo un nombre, sino parte de su historia personal. La identidad local, marcada por generaciones que han crecido usando esta forma, choca con quienes ven en el topónimo una imposición franquista que debe corregirse para normalizar el uso del catalán.

El debate toca fibras profundas: la defensa de las raíces, el respeto por la normativa lingüística y la capacidad de una comunidad para decidir sobre su propia denominación. A día de hoy, Cabacés sigue siendo un caso único en Cataluña, un pueblo donde la toponimia se ha convertido en un símbolo de identidad y motivo de reflexión.
Un destino con encanto en el corazón del Priorat
Más allá de su singularidad lingüística, Cabacés es un destino ideal para quienes buscan tradición, paisaje y cultura rural. Situado en plena Denominación de Origen Montsant, el municipio es conocido por sus vinos de calidad, producidos en pequeñas bodegas familiares que apuestan por métodos artesanales.
El visitante puede disfrutar de su iglesia barroca, recorrer rutas naturales hasta la Cova de les Gotetes, o visitar antiguas ermitas y miradores con vistas sobre el valle del Montsant. La gastronomía, basada en productos de kilómetro cero como el aceite de oliva virgen extra o las carnes de la zona, completa una experiencia auténtica y poco masificada.
Sin lugar a dudas, Cabacés es un rincón singular de Cataluña, no solo por su nombre en castellano, sino por todo lo que simboliza: la convivencia entre pasado y presente, entre tradición e identidad, en un entorno natural privilegiado.