No sabemos si se trata de un divertimento o si es un eslabón más en la voladura del sistema que el PSOE y sus socios están perpetrando. Nos tienen la mar de entretenidos con los folletines por entregas que los golfos, babosos, ladrones y corruptos protagonizan. Quizás están pensando en cómo despistar, apoyados por ciertos medios y con el apoyo de lo más deleznable de las redes sociales, para que, dejando ya de asombrarnos por lo repetitivo de los hechos y de su interpretación, hartos de mordidas, acosos, procesamientos o comunicados, no hagamos caso de nada y así puedan ir perpetuándose en sus cargos o carguitos, tomándonos el pelo a tutiplén, dilatando lo más posible la asunción de responsabilidades a las que, un día u otro, se verán abocados.
Precisamente estamos en un aniversario poco recordado en el que, nada más iniciarse un debate televisivo, el 14 de diciembre de 2015, Sánchez, entonces en la oposición, le espetó a Rajoy, entonces presidente del Gobierno: “Usted no es una persona decente”. Me recordó inmediatamente aquello que Rodríguez-Zapatero le dijo al periodista Gabilondo, antes de otro debate en televisión, suponiendo que no estaban en antena, pero que fue visto y oído por millones de personas, relativo a que “necesitamos que haya tensión”. La estela zapateril ha sido fuertemente asida por quien puso todos los mimbres en marcha, moción de censura mediante, para llegar al dislate actual. La tensión ha ido in crescendo, de arriba abajo, no nos engañemos, y, la decencia cada vez brilla más por su ausencia.

Con una estrategia confederal, que algunos, desde el Gobierno, quieren vender como federalismo, y otros, aliados del mismo, como instrumento de demolición del peyorativamente denominado “régimen del 78”, se están poniendo en pie y reforzando día a día las denominadas “estructuras de estado” por el secesionismo catalán, al que se unen los herederos y asimilados del terrorismo vasco. Han configurado una alianza desde Waterloo que, en palabras de la representante de Junts Sra. Noguera, se articula con la finalidad de lograr más concesiones del presidente del Gobierno, al que saben herido de muerte por los escándalos de todo tipo que le cercan.
Y creen, seguramente con razón, que están en condiciones de ejercer una presión eficaz que les permita obtener lo que pretendan, ya sea utilizando la lengua como instrumento de dominación público y privado, obligando a la retirada de todo vestigio estatal de los territorios vasco y catalán, adoptando disparatados modelos de financiación con trato singular y discriminatorio, impidiendo generar ningún acuerdo dirigido a contar con presupuestos racionales porque así pueden controlar mejor cualquier aspecto financiero en sus terruños o considerando la educación y la universidad como un coto cerrado en el que cazar todo tipo de disidencia, pues ya casi todo ha sido ocupado o colonizado y los afectados poco pueden hacer para impedir dejar de ser ciudadanos con derechos y deberes y pasar a formar parte de sectarios colectivos bajo la dinámica de amigos/enemigos.

Recuerdan, estos tiempos, a los que precedieron la caída (y huida a Túnez) de Craxi, cuando el escándalo de corrupción conocido como Tangentopoli derrumbó al Partido Socialista Italiano y al propio sistema político del país, que ha tardado décadas en ir recuperando posiciones en la geopolítica mundial. También nos viene a la memoria la práctica difuminación del Partido Socialista Francés tras la presidencia de Hollande, preso de divisiones internas y asumiendo un populismo radical que lo único que ha conseguido es que sus militantes y votantes se identifiquen cada vez más con los extremos, con un colapso electoral y organizativo sin precedentes, pasando de partido de gobierno a prácticamente grupo marginal en la Asamblea Nacional. Asimismo, los tiempos del Pasok en Grecia, con su aliado Varoufakis haciéndole el abrazo del oso, que le han situado en sus más bajas cuotas electorales. En Portugal y Alemania, donde socialistas y socialdemócratas fueron hegemónicos, se enfrentan también hoy en día a graves pérdidas de poder e influencia. Pero lejos de aprender de los errores vecinos, parece que el PSOE español se empeñe en radicalizarse cada vez más, asumiendo los postulados del secesionismo y del populismo, sin darse cuenta de que su estabilidad y su propia persistencia como partido están cada vez más en entredicho.
Ni tan siquiera el lavado de cara de L’Expresso (¿de quién depende L’Expresso? podríamos preguntarnos) considerando a Sánchez como líder europeo anti Trump a imitar, acalla los ecos de la denuncia de la Internacional Socialista, presidida por nuestro presidente, en alianza con los bolivarianos, que están cada vez más en decadencia ellos también. Se le acusa ahí de malversación, de actuar opacamente a través de Venezuela y de tener secuestrada a la organización únicamente en pro de sus intereses. Que las principales imputaciones estén hechas por políticos del PRI mexicano podrían ser puestas en entredicho si no fuera porque de lo que le acusan es de lo mismo que ha estado haciendo en España: autoritarismo y nula rendición de cuentas acompañados de corrupción y machismo, lo que ha originado una crisis de legitimidad de esta Internacional, también sin precedentes.

¿Cuánto más va a durar esta situación? Sánchez afirma que “vale la pena gobernar” (estar en el gobierno tendríamos que decir) a pesar de todo lo que sucede. Seguramente a él sí le vale la pena pues, de cesar en el cargo, cesaría buena parte de la ocupación institucional por los suyos protagonizada. Y con ello, dejaría de existir la posibilidad de intentar interferir en los asuntos, económicos y judiciales, sobre los que, si no puede controlarlos directamente, irá creando los “relatos” necesarios (no se sabe si suficientes) para que la puesta en práctica de su “manual de resistencia” siga su curso hasta que algún detonante, por ahora desconocido, devuelva la palabra a la ciudadanía. No sabemos, pues, si lo de ahora son fuegos de artificio y distracción o si sigue respondiendo a lo que puede ser considerado como una de las etapas de demolición sistemática que su hoja de ruta contiene.



