En el centro de Murcia se encuentra uno de los monumentos más importantes de la Región y una de las catedrales más singulares de España: la Catedral de Santa María, que viene a ser uno de los tesoros arquitectónicos más destacados del Sureste español. Su historia comienza a finales del siglo XIV, cuando se inicia su construcción sobre una antigua mezquita, justo después de la conquista cristiana. Desde entonces, ha pasado por varias etapas arquitectónicas que han dejado su huella en el edificio.
Aunque su estructura original es gótica, el paso del tiempo y las reformas realizadas a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII han dado lugar a un conjunto arquitectónico que mezcla varios estilos. El gótico es la base del edificio, pero la portada principal, la torre y algunas de sus capillas incorporan elementos renacentistas, barrocos y neoclásicos, lo que la convierte en un ejemplo claro de la evolución del arte religioso en España.

Un popurrí de estilos convertido en tesoro arquitectónico
Uno de los elementos más reconocibles de la Catedral es su fachada principal, una de las obras más destacadas del barroco español. Fue diseñada por el arquitecto Jaime Bort en el siglo XVIII y en ella se representan motivos religiosos como la exaltación de la Virgen María y la Iglesia. Se construyó durante el mandato del Cardenal Belluga, quien impulsó varias obras importantes en la ciudad. Justo frente a esta fachada se encuentra la plaza que lleva su nombre.
Otro de los grandes emblemas de la Catedral es su torre campanario, que alcanza los 93 metros de altura, siendo una de las más altas de España. Empezó a construirse en el siglo XVI y terminó en el XVIII, y su diseño combina estilos renacentista, barroco y neoclásico. Esta torre, que se puede ver desde varios puntos de la ciudad, es un símbolo para los murcianos.
Las Capillas, un símbolo en sí mismo
En el interior, la Catedral presenta una planta de cruz latina con tres naves, girola y numerosas capillas laterales. Destaca especialmente la Capilla de los Vélez, construida en estilo gótico flamígero a finales del siglo XV como lugar de enterramiento de la familia Fajardo. Su cúpula estrellada de diez puntas y su decoración con relieves y escudos familiares la convierten en una de las capillas más importantes del templo. Fue declarada Monumento Nacional en 1928, incluso antes que la propia catedral, que lo fue en 1931.
También merece atención la Capilla de Junterones, una de las principales muestras del Renacimiento en España, así como la sillería del coro, el trascoro y la portada de la antesacristía. En el Altar Mayor se encuentra la urna que guarda el corazón y las entrañas del rey Alfonso X el Sabio, como símbolo del cariño que el monarca sentía por Murcia.
Mucho más que un lugar de culto
En el antiguo claustro de la Catedral se ubica el Museo Catedralicio, que conserva una colección importante de arte sacro. Entre las piezas más destacadas se encuentran pinturas del Trecento italiano, obras de Luca Giordano y esculturas de Francisco Salzillo.
La Catedral de Santa María no es solo un lugar de culto, sino también un espacio cultural y patrimonial que reúne en un mismo edificio casi siete siglos de historia. Hoy sigue siendo uno de los principales puntos de interés de Murcia, tanto para visitantes como para locales. Su mezcla de estilos, su importancia histórica y su papel central en la vida religiosa y cultural de la ciudad la convierten en un lugar imprescindible para entender el pasado y el presente de la Región.