Las Islas Canarias guardan rincones capaces de sorprender incluso a quienes creen conocerlas bien. Entre ellos destaca un recorrido en el sur de Gran Canaria, una ruta que transcurre entre los barrancos de Veneguera y Tasarte y que se ha convertido en un auténtico tesoro natural. No hace falta viajar lejos para sentirse en otro mundo: basta con caminar por estos senderos para toparse con paisajes que parecen sacados de una película fantástica.
En este entorno, el tiempo, el agua y la lava han trabajado juntos durante siglos para esculpir escenarios de una belleza singular. Cascadas escondidas, formaciones rocosas teñidas de colores vibrantes e incluso un lago de tonos verdosos son parte de la experiencia que aguarda a los visitantes. Se trata de un recorrido no solo visual, sino también sensorial, en el que cada paso invita a detenerse y contemplar los secretos que guarda la naturaleza.

Un lienzo geológico a cielo abierto
El punto de partida está en la carretera GC-200, que une La Aldea de San Nicolás con Mogán. Allí, el paisaje se transforma en un espectáculo cromático difícil de olvidar. Son los Azulejos de Gran Canaria, impresionantes formaciones rocosas que destacan por su diversidad de colores: verdes intensos, rojizos, ocres y hasta tonos amarillentos que, juntos, parecen pintados con la paleta de un artista. Este fenómeno no es casual, sino el resultado de complejos procesos geológicos e hidrotermales que, con el paso del tiempo, han dotado a los acantilados de un aspecto único en el archipiélago.
Más allá del asfalto
Aunque la carretera ya ofrece un espectáculo visual por sí misma, lo mejor está en adentrarse en los barrancos. Desde el mirador del Andén Verde se puede empezar a intuir la grandeza del entorno, pero es en el corazón de Veneguera donde el viajero se topa con lo más impresionante: paredes rocosas que parecen pintadas a mano, saltos de agua que brotan entre la piedra y rincones donde la vegetación sorprende en medio de un terreno volcánico.
Cada curva y cada sendero ofrecen una perspectiva distinta. El contraste entre el verdor del barranco, los tonos minerales de la roca y el cielo limpio del sur de Gran Canaria convierten el trayecto en un viaje inolvidable, en el que la naturaleza muestra su lado más artístico y salvaje.
Un viaje que queda grabado
Quienes recorren esta ruta aseguran que no se trata solo de una excursión, sino de una experiencia que deja huella. En un mismo paseo es posible admirar un lago de aguas verdes, formaciones rocosas multicolor y panorámicas que regalan una visión casi mágica de la isla. Todo ello sin salir de Gran Canaria, lo que hace de esta ruta un imprescindible para los amantes del senderismo, la fotografía y la naturaleza.
En definitiva, esta ruta entre Veneguera y Tasarte no solo descubre los secretos mejor guardados del sur de la isla, sino que invita a redescubrir las Canarias desde otra mirada: la de un territorio donde la geología, el agua y el tiempo han pintado un paisaje irrepetible.