Este miércoles 22 de octubre de 2025, en el hotel Mandarin Oriental Ritz de Madrid, Isabel Preysler presentó su libro de memorias Mi verdadera historia, acompañada por su hija Tamara Falcó y arropada por una nutrida presencia mediática. En el acto, la socialité filipino-española dejó claro que este volumen no era simplemente un repaso nostálgico, sino una reivindicación pública de su versión de los hechos, de su vida, y muy especialmente de su relación con el premio Nobel Mario Vargas Llosa.
La parte que más atención está generando es la inclusión de ocho cartas manuscritas que Vargas Llosa le envió entre 2015 y 2022, además de una carta final que Preysler escribió para dar por concluido el vínculo. Según los extractos difundidos, la primera carta está fechada el 21 de marzo de 2015, cuando Preysler estaba de viaje a México, y en ella el escritor expresa: “Qué revolución has causado en mi vida, amor mío… cuando menos lo esperaba, ocurrió lo que ocurrió”.
Las cartas muestran un arco sentimental que va del enamoramiento intenso a la complicidad y gratitud: en una de ellas de febrero de 2021 Vargas Llosa escribe: “Gracias a ti, he sido muy feliz, más, creo, que en el resto de la vida. Ha sido mucho más fácil de lo que pensaba acostumbrarme a tu casa, a tu familia…”.

Pero el epílogo de ese capítulo llega con la carta de ruptura que Preysler reproduce en su libro, donde le dirige reproches y le pide que deje su casa: “Eres un maleducado, mi casa no es un hotel… por favor, manda a alguien a recoger tus cosas”.
Preysler justificó la publicación de las cartas con estas palabras: “No he esperado a que falleciera. Las cartas son mías y puedo publicarlas”. En su presentación dejó claro que uno de los motivos de este libro era desmentir que Vargas Llosa no hubiera sido feliz a su lado, un rumor que según ella se ha instalado en el entorno mediático: “Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado”, cita para reproducir su propio texto.
El volumen no se limita a esta relación: Preysler recorre toda su trayectoria sentimental, desde su infancia en Filipinas hasta su paso como esposa de Julio Iglesias, su matrimonio con el aristócrata Carlos Falcó, su vínculo con el economista y ex ministro Miguel Boyer, al que define como “el amor de mi vida”, y finalmente su relación con Vargas Llosa. En ese repaso no rehúye las infidelidades, los celos y las dudas, pero evita que suene a confesionario dramático: el tono es firme, sosegado, con voluntad de cerrar capítulos.
La presentación trascendió la mera foto de portada: ante la pregunta “¿Te has sentido tratada injustamente?”, Preysler respondió: “Por supuesto que sí… Cuando eso ha pasado, lo que más me ha importado es lo que piensan mis amigas y mi familia. El resto yo no puedo controlarlo.”
Las repercusiones ya están en marcha. En los medios se comenta tanto la carga simbólica de que Preysler haya decidido publicar cartas de una relación con un premio Nobel, como el mensaje implícito sobre derechos de la mujer, propiedad de sus recuerdos y su narrativa. En Perú, algunos medios interpretan que con la muerte de Vargas Llosa en abril de 2025, este libro adquiere un matiz también póstumo: seis meses después del fallecimiento del escritor, Preysler pone en manos del público una versión distinta de esa historia que ellos compartieron.
El libro plantea preguntas para el público: ¿Por qué estas cartas ahora? ¿Qué implicaciones tiene que sean públicas y formen parte de un volumen que aspira a ser el testimonio final de Preysler? ¿Cómo cambian la percepción de Vargas Llosa, ella misma, y esa relación con la luz mediática que la rodeó? Preysler alude a un legado para sus nietos, a que “mis nietos entiendan la importancia de la bondad”.
Queda por ver cuál será la reacción de la familia de Vargas Llosa. Hasta ahora, su hijo Álvaro Vargas Llosa evitó entrar en detalles públicos sobre la publicación de las misivas. El volumen llegará a librerías en España y Latinoamérica en los próximos días y promete reavivar el debate sobre lo íntimo y lo mediático en las grandes figuras públicas.
Al final, lo que pretende Preysler es este mensaje: “Él era feliz conmigo. Y yo también lo era”.