Opinión

Próxima estación… esperanza

Cáncer de mama - Salud
Actualizado: h
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Si bien el Día Mundial contra el Cáncer se celebra el 4 de febrero de cada año, hace unos días, el 19 de octubre, se celebraba el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, y no es único, hay muchos otros días señalados en el año para hablar de otros tipos de cáncer. Hablar de cáncer se ha convertido desde hace un tiempo en algo necesario para todos.  Es una realidad que hay que dejar de invisibilizar y, sobre todo, dejar de referirse a ella con eufemismos como “penosa enfermedad”.  

La Sociedad Española de Oncología Médica estimaba en su informe del pasado año, que en 2025 se registrarían en nuestro país casi trescientos mil nuevos casos de cáncer, un 3,3% más que en 2024, siendo los cánceres más frecuentemente diagnosticados los de colon y recto, mama, pulmón, próstata y vejiga urinaria.

Y aunque pueda parecer que esta semana vengo a hablar de dramas, porque cada caso de cáncer es un drama para el paciente y todos los que están a su alrededor, nada más alejado, sigue leyendo, de lo que quiero hablar es de esperanza.

He vivido el cáncer muy cerca de mí. Personas muy queridas y en el círculo más íntimo de mi vida lo han vivido.  El cáncer, cuando llega, es como una bomba de racimo. Para los enfermos y para los que le rodean. Porque no llega y explota de golpe. No. Llega, explosiona y deja un montón de submuniciones que nunca sabes cuándo irán explotando.  Y con eso hay que aprender a vivir, todos, los enfermos y los que le rodean.

Cuando llega un cáncer, todos los enfermos quedan igualados. Cualquier enfermo puede sentir el mismo miedo, la misma incertidumbre, la misma angustia.  Enfrentarse al dolor, al sufrimiento, a lo que no sabes qué ocurrirá en tu cuerpo o en tu cabeza, enfrentarte a la realidad de la cercanía de la muerte quizá por primera vez…. Que se te caiga el pelo y te lo tengas que rapar de hoy para mañana, y cada día al mirarte al espejo tu cabeza rapada te recuerde que estás enfermo. Enfrentarte a cada nuevo análisis, cada nueva prueba, con miedo y esperanza a partes iguales, o con más miedo que esperanza, o al revés, hasta que los resultados llegan.  

Y sí, dije que quería hablar de esperanza. Y es que la supervivencia de los pacientes con cáncer de España se ha duplicado en los últimos cuarenta años, y se estima que continuará aumentando. Y las terapias de ahora no son las terapias de hace veinte años, todo ha evolucionado y todo sigue evolucionando y trae calidad y esperanza de vida.

Y una de las cosas que encuentra el que tiene que enfrentarse a un nuevo diagnóstico de cáncer es la experiencia y la esperanza de todos los que han sobrevivido antes que él. A veces con nuevas realidades con las que han tenido que aprender a vivir: una mastectomía, una enucleación ocular, una ostomía… o, lo que es lo mismo, que te extirpen una mama, un ojo, o vivir el resto de tu vida con una bolsa que recoge tu orina o tus heces.  

Y no es fácil hacerlas frente ni todas las personas son capaces de asumir las mismas realidades de la misma manera. Cada uno de nosotros somos un mundo.  Hablar o guardar silencio, querer ver a todo el mundo o no querer ver a nadie, escribir o evadirse en la ficción, todo es válido para los enfermos, para los que tienen que enfrentar.

Lo que sí creo que hace mucho por todos los demás es compartir esa experiencia. Compartir los miedos, la esperanza, la vulnerabilidad que uno siente o ha sentido, que es la que podemos sentir todos. Porque tampoco todos somos capaces de compartir lo que vivimos, lo que sentimos, pero es posible vernos reflejados en quien siente lo mismo que nosotros. Y a veces es un alivio y siempre es una esperanza.

Dice la ciencia que hacerse mayor es un riesgo para la aparición de tumores, que entre los cuarenta y cinco y los cincuenta años el riesgo para que aparezca un tumor en nuestro cuerpo empieza a aumentar de manera considerable. Cuando la esperanza de vida era de treinta años casi nadie moría de cáncer, hoy es una realidad que nos puede tocar a cualquiera. Mañana podemos ser cualquiera de nosotros el que reciba el diagnóstico.

«Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Aunque una cosa si es segura, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella». Traigo estas palabras de Murakami porque creo que reflejan de manera muy precisa lo que las personas de mi entorno que han sobrevivido a un cáncer me dicen que han sentido. Muchas de ellas no saben si la tormenta ha terminado o continua, pero me aseguran que son personas distintas.  

Os aseguro que todas ellas son un referente para mí.  Son distintas porque son más valientes, incluso aunque sigan teniendo miedo, y es que ser valiente no significa no tener miedo, sino aprender a sobreponerse a él. Y, además, alguna de estas personas me dice que se siente más viva después de la tormenta. Tomo nota, tomemos nota.

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