A la 1:10 de la madrugada del 22 de octubre, Kyiv volvió escuchar el estruendo. Media hora después, nuevas detonaciones. Para cuando amaneció, la ciudad había escuchado al menos cuatro impactos de misiles balísticos y el resto del país contaba los daños en oleoductos, gasoductos, viviendas y subestaciones. La ofensiva, descrita por las autoridades como una de las más intensas del año, dejó seis muertos —incluidos un bebé de seis meses y una niña de 12 años— y decenas de heridos.
Las escenas en los barrios de la capital lo dicen todo. Halyna Ivanivna Sharii, vecina del distrito Dniprovskiy, relató al Kyiv Independent: “Estaba sentada en el pasillo, esperando a que terminara el ataque, cuando escuché una poderosa explosión”. En un primer instante, pensó que su edificio se venía abajo. Era el de al lado. “Por un momento pensé que nuestro edificio se estaba derrumbando, pero resultó que era el de al lado. Fue aterrador. Pero ¿qué se puede hacer? No es la primera vez que mi edificio tiembla así. Tenemos que aguantar. Esto es la guerra”.
No muy lejos, en ese mismo distrito de la orilla izquierda del Dniéper, los bomberos y equipos de emergencia rescataron a diez personas de un bloque de 16 pisos que ardía por los restos de un dron.
Una guardería en Járkov, entre los objetivos
Horas después del amanecer, un dron ruso golpeó una guardería privada en el distrito Kholodnoyarkiy de Járkov. El alcalde, Ihor Terekhov, lo resumió: “Hubo un impacto directo contra una guardería. Se inició un incendio”. La cifra inicial, confirmada por las autoridades locales, fue de un muerto y siete heridos. En los vídeos del momento se ve a padres y equipos de rescate cargando a niños llorando entre humo y escombros.

La reacción del presidente Volodímir Zelenski no tardó. En X escribió: “No hay justificación para un ataque con drones contra una guardería, ni puede haberla jamás. Claramente, Rusia se está volviendo más descarada. Estos ataques son el escupitajo de Rusia en la cara de todos los que insisten en una resolución pacífica. A los matones y terroristas solo se les puede poner en su sitio por la fuerza”.
A Russian drone strike hit a kindergarten in Kharkiv – after a massive attack overnight. Unfortunately, one person has been killed – my condolences to the bereaved family. As of now, seven people have been injured and are receiving medical care. All the children have been… pic.twitter.com/J6PGx0u7ZZ
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) October 22, 2025
Según el Kyiv Independent, en la ciudad de Kyiv murieron dos personas y 29 resultaron heridas; en la vecina Kyiv Oblast, cuatro fallecieron —entre ellos el bebé de seis meses y la niña de 12 años, además de una mujer y más tarde un hombre— tras un incendio en el distrito de Brovarsky. En Zaporiyia, al menos 15 civiles resultaron heridos, y los golpes se extendieron a Odesa, Cherníhiv, Dnipropetrovsk, Kirovogrado, Poltava, Vinnytsia, Cherkasy y Sumy, de acuerdo con las autoridades citadas por ese medio.
El testimonio de Ira Lukiants, también vecina del Dniprovskiy, añade un ángulo íntimo a la estadística: “Es difícil describir lo que siento”, dijo. “La adrenalina todavía corre, las emociones llegarán después. Sé que los apartamentos de abajo recibieron un golpe mucho más duro. Yo tuve suerte”.
La última ola de ataques también volvió a apuntar a la red energética. El Ministerio de Energía informó de cortes de emergencia en la mayoría de regiones; DTEK, la mayor eléctrica privada, habló de “daños significativos” en Odesa y de cortes en Kyiv y Dnipropetrovsk. Los incendios y las explosiones en instalaciones de petróleo y gas en Poltava y los destrozos en edificios residenciales se repitieron de este a oeste.

Diplomacia encallada
La ofensiva llegó horas después de cancelarse un encuentro previsto en Budapest entre Vladímir Putin y el presidente de EE. UU., Donald Trump. La jornada dejó declaraciones cruzadas: desde Washington se habló de que no había “planes” inmediatos; en Moscú y Budapest insistieron en que los preparativos seguían “en curso”.
El propio presidente ucraniano, que la víspera había alertado de una posible escalada si no había avances en la entrega de misiles de largo alcance, volvió a denunciar que era “otra noche que demuestra que Rusia no siente suficiente presión por prolongar la guerra”, y pidió sanciones más duras y coordinación diplomática.
En paralelo, Kyiv aseguró haber atacado con éxito la planta química de Briansk, considerada clave para la industria bélica rusa. Las autoridades ucranianas dijeron que los proyectiles atravesaron las defensas y que evaluaban resultados.
Y mientras el frente aéreo seguía activo, Zelenski viajó a Suecia. Allí, según lo anunciado públicamente ese mismo día, firmó con el primer ministro Ulf Kristersson una carta de intenciones para la posible compra de entre 100 y 150 cazas Gripen en los próximos 10 a 15 años. Se trata de un acuerdo no vinculante por ahora; el jefe del Gobierno sueco habló del inicio de “un largo camino” y deslizó que, si todo avanzaba, las primeras entregas podrían llegar en unos tres años.
An important meeting with the @SwedishPM Ulf Kristersson. We greatly value our relations with Sweden and all forms of support for our people. And today, one of the key topics of our negotiations was strengthening Ukraine’s defense capabilities. We consider the JAS 39 Gripen… pic.twitter.com/iW5BxkSF6w
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) October 22, 2025
“Aguantar” frente al invierno
Con el invierno asomando, la estrategia de golpear la energía es evidente. “Nuestros sistemas de defensa antiaérea, grupos móviles de fuego y equipos de interceptores de drones trabajaron durante toda la noche y la mañana”, apuntó Zelenski en Telegram. Los técnicos, por su parte, encaran otra carrera contra el reloj para restablecer la luz y la calefacción.
Al cierre del día, las cifras coinciden en lo esencial: seis muertos en todo el país, varios de ellos niños, y una ciudad —Kyiv— que volvió a refugiarse en sus estaciones de metro.