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Clubs de lectura: el éxito viral del papel

Originarios del s. XVIII, el club de lectura ha evolucionado hasta protagonizar un popularizado resurgir en los últimos años, con las generaciones z y alpha más protagonistas que nunca

El club de lectura de Dua Lipa

Tal y como dijo el escritor francés Paul Delsamand, leer afina el alma. O, como resumiría buenamente Jane Austen: “Si un libro está bien escrito, siempre me parece que es demasiado corto”. Lo que no quita que, en ocasiones, pueda convertirse en una actividad solitaria y taciturna. Precisamente con el objeto de reunirse, un grupo de mujeres creó el primer club de lectura del mundo. Sucedió en Inglaterra, a principios del siglo XVIII, cuando esta era una actividad no era tan común, especialmente si implicaba un debate posterior sin supervisión masculina. Conocidas como la Bluestocking Society (el primer término anglosajón que se refería a lo informal de las reuniones y el énfasis en la conversación), hoy esta palabra sigue usándose para definir a las personas cultas e intelectuales, a pesar de que las primigenias lo fundasen como rebelión a la prohibición de sus matrículas en la universidad y de la idea de lo que la sociedad esperaba de ellas.

No es de extrañar que, históricamente, muchos otros clubes de estas características, hayan tenido mujeres en el centro de su actividad; desde los círculos de lectura femeninos del XIX en EE. UU. y grupos como el Literary Club de Harlem, hasta el Book-of-the-Month Club en los años 20, los clubes de lectura se convirtieron en espacios de formación, comunidad y activismo también al otro lado del océano, alimentando además el poso para el movimiento feminista que estallaría en los años 60.

Ya en el siglo XX, una de las pioneras fue Oprah Winfrey, que abrió Oprah’s Book Club en los años noventa y que ha inspirado a otras celebrities de diferentes sectores y edades, como Reese Witherspoon. De hecho, el suyo es uno de los ejemplos más claros del éxito contemporáneo de este formato. En 2012, y tras su éxito global con Una Rubia Muy Legal, Witherspoon fundó la productora Pacific Standard como primer paso hacia una producción con un enfoque más femenino. Cinco años después, y tras crear su propia compañía mediática Hello Sunshine, la norteamericana lanzó Reese’s Book Club como extensión editorial al contenido de esta última empresa. Tras las críticas iniciales de muchos, los libros seleccionados por su club vendieron más de 2,3 millones de ejemplares físicos, siendo no solo el más rentable sino también el más influyente del mundo. Además de haber superado los 2,5 millones de suscriptores, Reese’s Book ha sido el origen (y medio) por el que la actriz y productora se ha hecho con los derechos de algunos de los títulos que le han granjeado algunos de los éxitos televisivos más sonados de los últimos años; desde Big Little Lies a The Morning Show.

Reese Witherspoon en la portada de su club de lectura

Tras este, y en plena ola de la efervescencia de Instagram, llegaron los casos de Emma Roberts, Kaia Gerber o Dua Lipa. Si el de la cantante británico-kosovar está creando un nuevo canon literario postmoderno y digital —cuenta de Spotify mediante—, las recomendaciones de su club de lectura son una extensión de su plataforma de contenido, Service95, y por tanto, son predominantemente femeninas y con una apuesta por géneros variados; “los libros son muy importantes para mí y si puedo compartir eso de alguna manera, siento que voy por buen camino”, dijo Lipa tras la creación del Service95 book club en 2023.

El de Gerber, hija de Cindy Crawford y fundadora de Library Science, también surgió alrededor de esa fecha, previo paso de la covid. “De hecho, era habitual para mí leer libros y comentarlos después con mis amigos, pero siempre en un contexto sin formalidades, así que cuando tuvo lugar la pandemia –al principio, la verdad, propiciado por el clima de aburrimiento– quise crear un espacio donde la gente sintiese que se podía hablar de temas que fueran un poco duros de más como para abordarlos en Instagram”, reconoció la también modelo y actriz sobre el motivo de la creación de su popular club de lectura, en una entrevista con Vogue US. Fuera de los títulos, lo que más triunfa en las redes del club es su merchandising lucido por ella misma en su cuenta personal (y que se agotó a las pocas horas de salir a la venta).

Todos los ejemplos anteriores son una prueba evidente de que, independientemente de los títulos o protagonistas elegidos ese mes, la lectura es también un bien tangencial para las generaciones más jóvenes. De hecho, según el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España (2023), los españoles entre 14 y 24 años son el sector que más lee en su tiempo libre. La misma generación que, según la comunidad de esta misma plataforma llamada La Red Del Cambio, es la que más compra estos artículos reutilizados (o de segunda mano) de manera más habitual.

Así, la iniciativa de Wallapop (Vinted ha incorporado recientemente a la palabra libros entre sus categorías) tiene un particular “club de lectura” basado en la idea de compartir los recursos (y también, de paso, reducir la huella de carbono en el proceso). Según datos del Modelo de Impacto presentado por Wallapop (en colaboración con Deloitte), cada libro subido a esta plataforma ahorra en torno a un kg de CO2 a la atmósfera. “Si ya no caben más libros en casa pero a la vez no se puede dejar de adquirir nuevos, es el momento de subir los que ya se han leído a la plataforma. De esta manera, no solo se alarga la vida del libro, sino que el resto de usuarios pueden disfrutar de una nueva aventura. No olvides añadir en la descripción una reseña, para poder hacer así un club de lectura entre todos mientras se cuida el planeta”, dicen desde la compañía fundada en Barcelona.

Lejos de los salones de té ingleses, los clubes de lectura adoptan todo tipo de formas y están disponibles en todas las plataformas digitales posibles (desde Telegram hasta Youtube, pasando por Spotify, Reels…). “El club surgió porque nos seguíamos en Instagram y coincidíamos siempre en las mismas lecturas”, dicen desde Club de Lectura del Miércoles Noche. “Un día quedamos en una cafetería de Madrid para conocernos y poner en marcha un club que siguiera nuestros gustos literarios”. Lo maravilloso del club, cuentan, es lo heterogéneo del grupo de asistentes (“encuentras desde una persona experta en finanzas a una enfermera”), además de la predisposición al debate. “Todas las opiniones son bienvenidas y, de hecho, nos encanta que haya opiniones discordantes para generar debate. Lo hacemos todo compartiendo un vino con lo cual se convierte en un perfecto plan de tardeo entre semana para escapar de la rutina”, explican desde el club, que ahora se celebra con asiduidad en The Social Hub Madrid. “Incluso tenemos el privilegio de contar ya con un escritor que ha salido de nuestro club: Luis Díaz de Bustamante con El viudo”, comenta una de las fundadoras. “Cuando nos dio el manuscrito, no paramos hasta que lo leyó la persona adecuada y hoy está siendo un éxito”.

El Club de lectura de Artículo 14

En el caso de Elisa Osuna, su club de lectura es esencial y casualmente femenino. “El día de mi santo decidí presentar a todas mis amigas y les regalé uno de mis libros favoritos, Viajes con Heródoto (de Kapuscinski). En parte, porque yo no soy una gran lectora pero siempre había querido leer más”, recuerda. “Les propuse que nos viéramos una vez al mes y cada una propusiera un título. Después, pasó a ser el turno la anfitriona, que se preparaba el tema de cara a la siguiente reunión a conciencia”, explica. “Recuerdo que, con Cinco Horas con Mario, la amiga a la que le tocó presentarlo contactó con la fundación Delibes. A partir de ahí, de vez en cuando invitábamos a algún experta en algún campo, como filología, y después, vinieron los autores”.

Así, La Ciudad de las Damas también es, desde abril del pasado año, el club de lectura de Artículo 14, que se emite mensualmente en formato podcast y por donde han pasado nombres como Espido Freire, Cristina Morató, Ángel Custodio o Ignacio Peyró. “La idea no es hablar de literatura desde una forma elitista sino hacerlo asequible y de hacerlo deseable. También creo que destaca las ganas de aprender y la variedad de temáticas, algo muy enriquecedor ya que creo que muchas veces cada una nos vamos un poco a la misma literatura”, comenta Osuna. “Sobre todo, creo que el valor añadido más importante del club está en comentarlo entre todas y en tener un punto de vista diferente, algo que hace que también se preste mucho más atención a la lectura de por sí”.

El Club de lectura de Artículo 14

Lo que está claro es que, a pesar de la infinidad de opciones y formatos, el espíritu sigue siendo el mismo. “Nuestra filosofía desde el principio fue la de generar un espacio de encuentro ameno, desprejuicidado, distendido y divertido donde leer libros de todo tipo y pasar un buen rato”, dicen desde Bookake, que surgió de forma espontánea en 2019 mediante un threat de Twitter. “Un usuario preguntó quién quería apuntarse para leer un libro al mes y comentarlo, y un grupo de 10-12 desconocidos nos unimos a la aventura; la mayoría nos seguíamos en redes, pero no nos conocíamos en persona”, explica uno de los organizadores del club. “Al principio solo éramos chicos gays, pero pronto trajimos a amigas, vecinas, familiares o compañeras de trabajo para que el Bookake fuera más diverso e inclusivo”. Bajo este espíritu también, durante los primeros meses de vida del club llevaron a cabo una política de discriminación positiva para alternar entre libros escritos por mujeres y libros escritos por hombres; “simplemente porque muchos de nosotros nos dimos cuenta de que, sin ser conscientes, en nuestras estanterías había un gran desequilibrio”. “Con el paso de los años, esa iniciativa dejó de ser necesaria, porque ya proponíamos y escogíamos de forma natural libros que respondían a la diversidad de la sociedad”, dicen. Además, se convirtió en un espacio seguro de representación y debate. “Aunque el Bookake nunca ha sido un club que exclusivamente de libros LGTBQ+, quizá porque en su concepción éramos todos chicos gays, tuvimos claro desde el principio que es vital apostar por nuestras historias: novelas, cuentos y obras de teatro que nos coloquen en el mundo y nos ayuden a imaginarnos formando parte de él”, dicen los organizadores del Bookake Club de Lectura, por el que han pasado autores de la talla de Alana S. Portero, Sara Torres, Marta Jiménez Serrano o Paul Pen.

Desde Bookake aseguran que su espíritu comenzó siendo online e itinerante, celebrando las reuniones en muchos espacios; cafeterías o parques, librerías o talleres, pero desde hace dos años se ubican en Tipos Infames, la librería de Malasaña. No obstante, su formato sigue siendo abierto y accesible para todos desde su parte digital (Instagram y Telegram, principalmente). “Pese al paso de los años, la esencia del club sigue siendo la misma: leer, hacer amigos, promover la lectura y disfrutar y divertirnos leyendo”, reflexionan.

El club de lectura de Dua Lipa

Este objetivo fue también lo que llevó a Paula Fernández, responsable de marketing y contenidos, a empezar su propio club de lectura offline hace un par de meses. “Sentía que a mi alrededor tenía a amigas que querían ampliar sus círculos y no sabían cómo También vi la necesidad de un espacio donde dialogar y que nadie se sintiera más listo que nadie”, razona Fernández. “Finalmente, además de comentar el libro y suscitar debates interesantes (que quizá de otra forma, no surgirían), el objetivo es pasar un buen rato entre colegas”.

Una premisa que Alberto Vaquero, comunicador cultural y asiduo al este club, atribuye a una necesidad constante de (re)conexión. “Durante la pandemia, cuando necesitábamos huir de la realidad, aunque sea un rato, volvimos a los libros y, por muy alejados que estábamos entonces, rara vez hemos estado más conectados”, razona. “Es maravilloso y bastante lógico cómo de los momentos de compartir que hubo se han ido originando tantos clubs de lectura años después, como un espacio para charlar y debatir sobre los temas que en ellas se tratan, pero también para conocer gente, aprender y, sobre todo, compartir con otras personas, sean conocidos o no, algo tan íntimo y personal como leer (y lo que nos mueve por dentro ciertos libros). En un mundo tan crispado, estos actos colectivos, para mí, son pequeñas victorias”.

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