Desde hace unos años, las épocas de frío de todo el planeta llenan las calles de personas portando esas botas de lana calentitas. Aunque están algo pasadas de rosca para algunas personas, la marca UGG apostó fuerte por este tipo de calzado, y el resto ya es historia.
Con un origen como herramienta funcional, estas botas han alcanzado un hueco incluso en las marcas de lujo. Pese a todas las opiniones contrarias, las UGG siguen pisando fuerte, y su historia es también muestra de su resiliencia.
La cronología e historia de las botas UGG
Para entender mejor el impacto de estas botas, es necesario conocer mejor sus orígenes, y su compleja trayectoria que han acabado detestando algunos y despertando pasiones en otros.
Años 70: Origen práctico en Australia

Las investigaciones apuntan a que los esquiladores de ovejas de Australia se hacían una especie de botas hechas con piel de estas. Algo que los surfistas del país empezarían a replicar, para calentar sus pies tras largas sesiones sobre la fría agua del mar.
Hay varias personas que aseguran que las fabricaban incluso desde la década de 1930.
Sin embargo, fue el joven estudiante y amante del surf Brian Smith quien, en un viaje al sur de California, tuvo la primera idea empresarial relacionada con este calzado. En EE.UU., vio como los surfistas no se ponían estas botas calentitas tras sus sesiones en el mar que sí se portaban en Australia.
Así pues, a finales de los setenta, Smith creó UGG Holdings Inc. Con la empresa ya fundada, dio pie a un mercado hasta entonces desconocido en Estados Unidos, que rápidamente llamó la atención más allá de a los practicantes de surf.
El término UGG, y UGH, se venían usando en el país australiano desde hacía unos años. De hecho, unos años antes del registro de Brian, en Australia eran ya términos registrados y genéricos. Smith puso el nombre a su nueva compañía en Norteamérica basándose en ambos.
Años 2000: El boom mediático entre las famosas

Llegaron el nuevo siglo y el nuevo milenio. Con el reciente crecimiento de la empresa tras un acuerdo de marca a nivel mundial con Deckers en 1995, la historia de las botas UGG empezaba a despegar.
La moda de los 2000 no tardó mucho en fijarse en este calzado. No pasó mucho tiempo hasta que iconos de principios de la década, como Oprah Winfrey, Nicole Kidman, Paris Hilton, Kate Moss y muchas otras, empezasen a llevar estas botas continuamente.
Estas botas habían dejado de lado su función técnica, y empezaron la nueva era con modelos llamativos y precios muchos más caros. El nuevo nicho al que apuntaban no tardaría en caer en su tentación.
Llamaron la atención de las grandes marcas y de las revistas, con algunas como Vogue coronándolas como las reinas del off-duty, haciendo de su comodidad como un icono de sofisticación.
2020 – Actualidad: El renacimiento del calzado para el frío más polémico de todos

En una pausa de rememoración, es posible caer en la cuenta de que la década pasada (la de 2010) no fue muy buena para UGG. Su posición fue muy concreta, con sólo la clientela más fiel apostando por ellas. Habían pasado de moda.
Con la llegada de la nueva década, la mirada nostálgica del Y2K y la búsqueda de la comodidad tras la experiencia hogareña de la pandemia mundial, las botas de piel de oveja volvieron a estar de moda. Ahora, con versiones premium e incluso copias similares de marcas de todo tipo.
Las grandes mujeres del siglo presente, como Bella Hadid y las Kardashian, así como algunas figuras royal de toda Europa, recurren continuamente a las UGG.
Los modelos que más triunfan, como las Tasman o las Classic Ultra Mini, arrasan allá donde van. Aunque también siguen generando miradas críticas, de las cuales no se han podido desprender desde su expansión hacia Estados Unidos y otras partes del mundo.
¿Por qué existe tanto debate sobre estas botas de lana?
La historia de las botas UGG posee también una parte de narrativa polémica.
Las principales críticas entienden el propósito de confort y “calentador” de este calzado, pero creen que su falta de forma y proporciones no los justifica.
No en vano, el propósito de la bota en sí es ofrecer protección, comodidad y suavidad. Quienes defienden lo rígido y las formas definidas y estéticas, nunca podrán encajar la idea de las UGG.
Por otro lado, la extensión del ugly-chic, o de que lo feo en realidad es bonito, va en contra de todas las normas de la elegancia clásica. Otros zapatos, como los de Birkenstock o las Crocs, también han apostado todo en contra de lo clásico.
Este debate contrario no lo tiene tanto en cuenta como una vía de diferenciación, sino como una “falta de respeto” contra aquello que siempre ha funcionado.
Por último, otro gran punto crítico es el material con el que se hacen las UGG. Las botas originales usan piel de oveja de doble cara, una acción que si bien ofrece más comodidad y retención del calor, también abusa de la piel de origen animal.
Hay empresas que han apostado por utilizar materiales de origen y producción totalmente veganos. Incluso la propia UGG, a través de políticas de bienestar animal y de uso de materiales reciclados (como hacen en su línea UGGplush), ha tratado de hacer algo al respecto.
Pero las críticas sobre la producción masiva a base de piel de oveja es algo de lo que no van a poder deshacerse hasta que dejen de usarla por completo, algo que parece imposible a día de hoy.
En definitiva, las UGG consiguieron pasar de una bota con un propósito concreto para surfistas, a un icono contra el frío a nivel mundial. Por estos y otros motivos, se han coronado como una de los calzados más usados y debatidos en la industria contemporánea.


