No hubo sorpresas. Tal y como adelantó este periódico, Úrsula Von der Leyen superó este jueves su primera moción de censura en la Eurocámara. Lo hizo gracias al respaldo del bloque centrista y a un cordón sanitario frente a la extrema derecha, impulsora de la iniciativa. La presidenta de la Comisión resistió el envite con 360 votos en contra del intento de destituirla, frente a 175 a favor y 18 abstenciones.
Fue un gesto político, un pulso institucional, cuyo resultado conocíamos desde el principio. Estaba claro que la moción no prospería, pero la votación y la agenda europea, con el foco esta semana sobre la figura de Von der Leyen, ha servido para escenificar hasta qué punto los principales grupos del Parlamento están dispuestos a contener a la ultraderecha en esta nueva legislatura. Especialmente en un contexto marcado por el rearme europeo, la guerra en Ucrania, las tensiones en Oriente Medio y el regreso de Donald Trump como amenaza comercial.
La protagonista lo resumió en un mensaje en sus redes sociales tras la votación: “Mientras fuerzas externas intentan desestabilizarnos y dividirnos, es nuestro deber responder de acuerdo con nuestros valores”, escribió Von der Leyen en X. Y añadió: “La UE necesita fuerza, visión y capacidad de actuar. Necesitamos afrontar juntos nuestros desafíos comunes”.

Una Von der Leyen reforzada
Lo cierto es que la votación ha reforzado su autoridad al frente del Ejecutivo comunitario. Un 65% de los eurodiputados se pronunció a favor de que siga en el cargo, más del 56% que le sirvió para renovar su mandato en 2024.
El apoyo llegó de todos los flancos: populares, socialdemócratas, liberales y verdes; estos últimos, después de días en los que amagaban con la abstención. “Sabíamos que la mayoría respaldaría a Ursula”, señalan fuentes del PPE a Artículo14. “Es la presidenta y no queremos inestabilidad en Europa”, zanjan en conversación con este periódico

A favor, en contra, y abstenciones
La moción fue presentada por el eurodiputado ultraconservador Gheorghe Piperea, que acusó a Von der Leyen de ocultar comunicaciones con Pfizer durante la pandemia. La iniciativa fue respaldada por el grupo Patriotas por Europa -donde se integra Vox junto a Marine Le Pen y Viktor Orbán- y por parte del ECR, la familia política de Giorgia Meloni. No logró apoyos más allá de ese espacio ideológico. Ni populares, ni socialistas, ni liberales, ni verdes se sumaron a ella.
En el caso de los eurodiputados españoles, sólo los de Vox votaron a favor de la moción. Los de Abascal, que ni firmaron la propuesta ni estaba claro que fueran a apoyarla, defendieron que la presidenta debía dejar el cargo. Su voto, sin apenas fisuras, destacó especialmente con otros representantes españoles que ni siquiera participaron en la votación. Es el caso de Irene Montero, Diana Riba, Isa Serra, Jaume Asens o Alvise Pérez, cuyas ausencias han llamado la atención en un debate con fuerte carga simbólica.

Sin sorpresas en Europa
En el entorno de Von der Leyen no había inquietud. O al menos, no querían mostrarla en público. “Estamos contentos”, zanjan desde su equipo. En la Comisión celebran que la presidenta haya logrado un respaldo más amplio que en su investidura y que la institución salga indemne de este primer intento de desgaste. En su discurso de esta semana ya lo había advertido: “Esta moción no es solo contra mí, es contra Europa”.
También desde el Parlamento respiran aliviados. Y apuntan a la falta de legitimidad política precisamente por el perfil de quienes lo impulsaron. “Era difícil que prosperara una moción presentada por diputados de los grupos más radicales”, explican fuentes de la institución, que insisten en que no contaba con el respaldo formal de ningún grupo parlamentario y que muchos eurodiputados ya habían anticipado su rechazo.
Para Bruselas, el episodio deja una lección clara: la nueva legislatura no será sencilla, pero la prioridad sigue siendo defender la estabilidad institucional. La votación ha sido la primera gran prueba de resistencia del Parlamento ante una extrema derecha que ha ganado peso en las urnas. Y también la primera gran respuesta de los grupos tradicionales, que este jueves activaron un cordón sanitario en defensa del proyecto europeo.