Era la crónica de un fracaso anunciado. Una moción contra una presidenta con suficiente respaldo como para aguantar en el cargo para el que fue reelegida hace justo un año. Antes de comenzar ya tenía titular: la moción de censura que se ha votado este jueves en el Parlamento Europeo contra Ursula Von der Leyen no ha salido adelante. Solo 175 diputados la han respaldado frente al rechazo de 360 y 18 abstenciones, muy lejos, por tanto, del apoyo de dos tercios del hemiciclo que necesitaba para salir adelante.
Ha sido la primera vez que Von der Leyen ha afrontado una moción de censura desde que llegó a la presidencia de la Comisión en 2019. Y, aunque no había suspense en el resultado, el gesto deja rastro. Se trata del primer desafío institucional en una legislatura que acaba de empezar con el órdago arancelario de Donald Trump y con la extrema derecha ganando peso en la Eurocámara.

Impulsada desde la ultraderecha
La moción ha sido promovida por Gheorghe Piperea, eurodiputado rumano del ECR, grupo en el que también se encuadra la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Acusan a la presidenta de la Comisión de haber ocultado al Parlamento sus comunicaciones con Pfizer durante la pandemia, en el marco de los contratos de compra de vacunas. Lo cierto es que es una vieja acusación que la ultraderecha europea ha decidido revivir justo ahora, en pleno arranque de legislatura.
Pero ni siquiera entre ellos ha habido unidad. Patriotas por Europa -el grupo al que pertenece Vox y que integra también a Marine Le Pen y Viktor Orbán- no se ha sumado a la iniciativa. El texto no ha contado tampoco con el respaldo de populares, socialistas, verdes ni liberales.
Desde la Comisión, calma
En la Comisión Europea dan el golpe por amortiguado. Fuentes comunitarias aseguran a este periódico que no harán más declaraciones que las ya expresadas por la presidenta este lunes en el hemiciclo. “Esta moción no es solo contra mí, es contra Europa”, dijo Von der Leyen, en un discurso que combinó firmeza política, advertencia institucional y muy poca -o ninguna- autocrítica. “La presentan quienes desprecian nuestros valores y actúan como aliados de Rusia”, añadió, en alusión directa a los promotores del texto.

En su entorno había calma. “No hay posibilidades reales de que prospere”, decían antes de la votación. Es el mensaje que, al unísono, escuchamos a los comisarios en ruedas de prensa. Lo cierto es que la votación ha tenido significado por lo que simboliza: la capacidad de la extrema derecha de cuestionar a una presidenta que de momento, opta por la contención. Su estrategia pasa por centrarse en la agenda internacional y reforzar su liderazgo desde la acción, no desde la confrontación.
¿Qué opinan en el Parlamento?
“Estas son las reglas: para que una moción prospere se necesita una amplía mayoría”, recordaba un portavoz de la institución a Artículo14. Y subrayaba que no ha sido promovida por grupos parlamentarios, sino por diputados a título individual, lo que reduce su alcance político. Para la Eurocámara, lo más relevante de la semana fue el discurso de Von der Leyen del lunes, y apuntan ya al verdadero momento de contraste: “En septiembre tendrá lugar el debate sobre el estado de la Unión, donde la presidenta responderá directamente a las preguntas de los eurodiputados. Ahí será el momento de ver realmente las distintas posiciones”.

Desde el Partido Popular Europeo (PPE), grupo al que pertenece Von der Leyen, también restan importancia al intento de censura, pero subrayan lo que estaba en juego. “Si hubiera caído Ursula, hubiera caído toda la Comisión… y ahora mismo estamos en un momento difícil en el mundo”, advertían desde el grupo a Artículo14. “Lo que Europa necesita ahora es trasladar un mensaje de estabilidad, no alimentar más incertidumbre”, añadían en conversación con este periódico. En su entorno se asume que el resultado será claro, pero temen que estos movimientos se conviertan en una herramienta política recurrente.
A esa inquietud se suma la ambigüedad de los socialdemócratas europeos, que hasta última hora no quisieron aclarar el sentido de su voto. Aunque no cambiaría el desenlace de la votación, sí tendría un peso simbólico: mostraría que el respaldo a Von der Leyen dentro de la Comisión no es tan sólido como hace un año, y dejaría en el aire la autoridad real de su liderazgo al inicio de la legislatura.
La votación de este jueves no ha amenazado su cargo en ningún instante. Pero sí ha inaugurado el ruido. Y el contexto internacional obliga a pisar con más cuidado. De hecho, el debate llega justo en plena negociación con la Administración estadounidense para intentar frenar los nuevos aranceles propuestos por Washington a varios productos europeos. Un frente sensible en el que Bruselas no quiere mostrar grietas internas.