Guerra comercial

El futuro incierto del pulmón manufacturero de Vietnam por los aranceles de Trump

En las fábricas ya se habla de despidos preventivos, especialmente en sectores dominados por mujeres como el textil y el calzado

Una mujer vende guantes desechables en un mercado callejero en Hanoi, Vietnam.
EFE/EPA/LUONG THAI LINH

Lo primero que llama la atención en las fábricas manufactureras de Vietnam es, según algunos testimonios, la inmensidad del espacio. En los epicentros industriales de Binh Duong y Dong Nai, al norte de Ciudad Ho Chi Minh, cientos de factorías de calzado, de productos textiles, electrónicos y de alimentos procesados dibujan un relieve que no existiría sin la inversión extranjera. Principalmente la de Estados Unidos y China, los dos polos de la guerra arancelaria iniciada por Donald Trump. La cercanía con el puerto más importante del país, Cat Lai, es clave y sirve de punto de partida para las exportaciones de las empresas locales y las establecidas por Pekín para evadir las tarifas arancelarias. Además, EE UU también está usando Vietnam para la diversificación de las cadenas de suministro más allá de China. Todo esto ha generado un boom manufacturero en el país del sureste asiático.

Sin embargo, este auge se encuentra en la cuerda floja. Desde abril, la Administración Trump ha amenazado con imponer nuevos aranceles del 46 % a productos vietnamitas, lo que ha encendido las alarmas en el sector manufacturero. Las negociaciones entre ambos países han sido intensas y podrían redefinir el futuro de la industria. Finalmente, esta semana a escasos días del 9 de julio, Trump ha cerrado un acuerdo que incluye un 20% de aranceles sobre las importaciones de la nación asiática y un 40% sobre los envíos de mercancías vietnamitas a través de terceros países, al tiempo que le da a Washington “acceso total” a su mercado.

Las vietnamitas, el 75% de la mano de obra

Las mujeres vietnamitas son el pulmón de este ecosistema en el que conviven la explotación laboral y las oportunidades. Son las beneficiadas de la demanda y, cómo no, las víctimas de unas condiciones muchas veces penosas. Ellas constituyen gran parte de la mano de obra de la industria manufacturera, especialmente en los sectores textil y de la confección. Componen entre el 75 y el 80 por ciento, básicamente tres cuartas partes, de la mano de obra. Son esenciales y supone una de las razones por las que Vietnam se ha convertido en el plan b de China ante los achaques arancelarios del máximo mandatario estadounidense.

Una mujer bosteza mientras espera clientes en un puesto en Hanoi, Vietnam.
EFE/EPA/LUONG THAI LINH

La estampa que suelen ver estas trabajadoras en las extensas naves industriales está compuesta por paredes pintadas de color neutro y techos altos. Los carteles de seguridad reflejan el parpadeo ocasional de las luces. En algunos lugares también hay mensajes motivacionales que tienen el fin de levantar una moral muchas veces mermada. El zumbido de la maquinaria y la ventilación forman parte del día a día mientras reina la monotonía en las líneas de ensamblaje. Este panorama se ha hecho más y más común durante los últimos años debido a la migración de las cadenas de suministros de empresas Chinas a Vietnam. Es una de las consecuencias del efecto Trump y de los aranceles impuestos a Pekín del 30 por ciento y los que ha impuesto a Hanoi.

Las autoridades vietnamitas entablaron negociaciones con EE UU para evitar este nuevo golpe. Washington, por su parte, ha exigido mayor transparencia en las reglas de origen de productos y una menor dependencia tecnológica de China, lo que ha añadido presión a un sistema productivo que ya está al límite.

Impacto en Vietnam de la guerra comercial de Trump con China

No es cosa de ahora. Trump ya inició la guerra comercial en 2018, durante su primera legislatura. En aquel entonces, Pekín tuvo la necesidad de activar un plan b que sigue aplicando en la actualidad: diversificar su producción manufacturera hacia Vietnam y otros países del sudeste asiático. Las tres principales razones de este movimiento son los altísimos aranceles a todo lo que lleve la etiqueta ‘Made in China’, los acuerdos de libre comercio de los que disfruta Hanoi y los bajos costos laborales. Este último punto afecta especialmente a las mujeres.

Vietnam
Mujeres vietnamitas reparando una red de pesca
Shutterstock

Ngan, de 41 años, es una trabajadora textil originaria de la provincia de Bến Tre, en el Delta del Mekong. En una entrevista publicada en marzo de 2024, compartió su preocupación por la inestabilidad laboral, especialmente para las mujeres mayores de 35 años, quienes suelen ser las primeras en ser despedidas. Esta situación mejoró temporalmente a comienzos de 2025 con un repunte de la demanda y más vacantes en las fábricas. Sin embargo, muchas trabajadoras como Ngan temen que esta recuperación sea efímera con los nuevos aranceles de Trump. En las fábricas ya se habla de despidos preventivos, especialmente en sectores dominados por mujeres como el textil y el calzado.

Flujo económico de inversión extranjera no se traduce a salarios

En macro, el aumento de los aranceles a productos chinos, ha provocado que Vietnam haya experimentado un notable incremento en la inversión extranjera directa. Entre 2018 y 2023, el país recibió más de 158 mil millones de euros en inversión directa, especialmente en los sectores de manufactura y procesamiento. Se convirtió así en uno de los centros de producción más dinámicos en Asia. Este cambio ha transformado radicalmente el panorama laboral del país. El flujo económico ha aumentado, sin embargo, no ha ido de la mano con el impacto en los salarios y las condiciones laborales de las mujeres.

Vietnam
Una mujer pasa por delante de una tienda de ropa en una calle de Hanoi
Efe

Históricamente, muchas de ellas han viajado de las zonas rurales a los grandes centros manufactureros y lo que encuentran es un panorama insostenible. “He permanecido en esta ciudad el tiempo suficiente”, sostuvo a AFP, Nguyen Thi Hiep, una mujer de 42 años que residió durante mucho tiempo en Ho Chi Minh y que trabajó en el sector del calzado, donde marcas como Nike, Adidas, Puma, Converse, Skechers, Under Armour, New Balance, Asics, Reebok o Vans tienen sus fábricas.

“Trabajo todo el día, empiezo al amanecer y termino cuando anochece, pero sigo luchando para pagar el alquiler”, prosigue. Sus condiciones salariales no eran suficientes para el enorme coste de la vida en la ciudad. Vivía en un estudio de 10 metros cuadrados junto a su marido y su hija, y sufría precios en aumento en vivienda, servicios, salud o educación. A finales de enero de este año acabó regresando junto a su familia a la vida rural. Muchas empresas de producción están aprovechando esta tendencia generalizada para trasladar sus fábricas precisamente a las zonas más apartadas. Quieren evitar la escasez de mano de obra y, además, cuentan con menores costes de producción. El problema de las condiciones laborales también viaja con estas empresas al campo.

Brecha salarial pronunciada

Los desafíos son enormes. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las trabajadoras vietnamitas ganan en promedio un 11 por ciento menos que los varones en el sector manufacturero. Esta brecha salarial es comparable a la de otros países del sureste asiático como Tailandia (10 por ciento) o Indonesia (12 por ciento). Sin embargo, en países como Filipinas la diferencia es menor (6 por ciento). Además, un informe de 2023 del Banco Asiático de Desarrollo indica que menos del 25 por ciento de las mujeres en la manufactura vietnamita tienen acceso a seguros sociales y de salud, lo que limita su protección frente a enfermedades o accidentes laborales.

Acoso sexual

Las condiciones de trabajo son inseguras en muchos casos no sólo por los riesgos para la salud en algunas fábricas donde se utilizan productos nocivos para la salud. La presión, las largas jornadas laborales, la dificultad en la conciliación o el acoso sexual llevan dándose durante más de una década. Se estima que alrededor de la mitad de las mujeres que trabajan en la confección han sufrido algún tipo de acoso sexual.

Loto
Unas mujeres posan para una foto junto a unas flores de loto en el lago Oeste de Hanói, Vietnam
Efe

A pesar de algunas políticas públicas y esfuerzos empresariales por mejorar las condiciones laborales, aún queda mucho por hacer. Todo dependerá de cómo se resuelva la actual amenaza arancelaria de EE UU. Si no prosperan las negociaciones antes del 9 de julio, miles de trabajadoras podrían verse nuevamente atrapadas entre la promesa de estabilidad y el regreso a la precariedad. El boom manufacturero de Vietnam, y las mujeres que lo sostienen, se enfrentan a un momento decisivo.