La OTAN ha pasado 75 años sin una mujer a la cabeza, y está previsto que pase otros cuatro. Ya es oficial la elección de Mark Rutte, primer ministro saliente de Países Bajos, como sustituto de Jens Stoltenberg, quitándole el puesto a la candidata de Estonia Kaja Kallas, que habría hecho historia.
Después de que los 32 miembros de la OTAN alcanzaran un consenso, se confirmó que Mark Rutte tomará el relevo de Jens Stoltenberg como secretario general de la Alianza. El respaldo final de Hungría y Eslovaquia, seguido por el de Rumanía, consolidó su posición, con el presidente rumano Klaus Iohannis retirando su candidatura para el puesto. Rutte asumirá su nuevo rol el 2 de octubre, apenas un mes antes de las elecciones en Estados Unidos. Estas podrían influir significativamente en el futuro de la OTAN y su papel como disuasión en Europa del Este frente a Rusia, pero también habrían afectado a la elección de un hombre para liderar la organización.
Mark Rutte, candidato estrella
Uno de los factores clave que favoreció a Rutte fue su habilidad para negociar con diversos líderes políticos, ganándose incluso el elogio del expresidente estadounidense Donald Trump, quien lo describió como “un buen tipo” (con una simpatía que nunca ha dedicado a ninguna otra mujer política). Esta capacidad para gestionar relaciones complejas fue vista como esencial en un momento en que la OTAN enfrenta desafíos críticos. En parte, la elección de Rutte también pone fin a un proceso prolongado que mantuvo a Stoltenberg en su puesto más allá de lo previsto debido a la invasión de Ucrania por Rusia.
A pesar de su éxito, Rutte ha enfrentado críticas durante su campaña para el puesto de secretario general de la OTAN. Su apoyo previo al proyecto del gasoducto Nord Stream 2 y la insuficiente inversión en defensa por parte de Países Bajos durante sus 14 años de mandato fueron puntos controvertidos. No obstante, se espera que Países Bajos alcance el objetivo de gasto en defensa del 2% del PIB este año, cumpliendo finalmente con las expectativas de la alianza.
El ascenso de Rutte también estuvo marcado por la candidatura del presidente rumano Klaus Iohannis, quien se sumó a la contienda en marzo, cuando ya dos tercios de los aliados habían mostrado su apoyo a Rutte. Aunque Iohannis solo consiguió el respaldo de Hungría, su participación complicó brevemente el proceso de selección.
Una cuestión de machismo
La candidata estrella para el puesto, Kaja Kallas, primera ministra de Estonia, había generado grandes expectativas y esperanzas de romper el techo de cristal en la OTAN. Sin embargo, la posibilidad de una líder femenina al frente de la alianza se vio obstaculizada por las preocupaciones sobre cómo podría afectar esto a las relaciones transatlánticas, especialmente ante la posible reelección de Donald Trump, conocido por sus actitudes misóginas.
Durante su presidencia, Trump mostró una clara hostilidad hacia líderes femeninas europeas, lo que generó inquietud sobre la dinámica que podría surgir si regresara al poder. Este historial de comportamiento controversial hacia las mujeres, incluidas múltiples acusaciones de abuso sexual, influyó en la decisión de la OTAN de evitar poner a una mujer en el liderazgo en este momento.
Las declaraciones de Trump sobre la OTAN, en particular su compromiso condicional con la defensa de los miembros que no cumplen con los objetivos de gasto en defensa, reavivaron los temores sobre la solidez de las relaciones transatlánticas. En varios discursos, Trump insinuó que Estados Unidos podría no proteger a los aliados de la OTAN en caso de un ataque ruso si estos no cumplían con sus obligaciones financieras.
Y a pesar de la reticencia de algunos miembros de la OTAN a apoyar a Kallas debido a la influencia de Trump, su candidatura recibió un amplio respaldo de varias naciones poderosas dentro de la alianza, incluyendo Estados Unidos bajo la administración de Biden, así como Francia, Alemania y Reino Unido. Kallas, con una destacada carrera en derecho y política, era vista como una opción fuerte, histórica y visionaria para liderar la OTAN.
Antes de su liderazgo en Estonia, Kallas se especializó en derecho europeo y fue miembro del Parlamento Europeo, donde trabajó en diversas áreas estratégicas. Su firme defensa de Ucrania y su papel en la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Estonia fueron ejemplos de su liderazgo progresista y su capacidad para impulsar reformas significativas.