Sin bombas, pero en una situación humanitaria dramática. Los últimos cristianos de Gaza -en sentido estricto la minoría católica, pues los mayoritarios ortodoxos lo harán el 7 de enero– celebrarán hoy la primera Navidad tras el cese el fuego alcanzado entre Israel y Hamás a comienzos del pasado mes de octubre en un ambiente de tristeza generalizada.
Los más de dos millones de habitantes de Gaza siguen padeciendo de manera cotidiana todo tipo de privaciones y dificultades. Al problema de las condiciones de habitabilidad -más del 80% de las construcciones se han visto afectadas por la guerra- y del hambre, se han añadido las consecuencias de las fuertes lluvias registradas este otoño. Entretanto, camino de los tres meses desde la firma del acuerdo para el alto el fuego, los incumplimientos del alto el fuego por parte de Israel y Hamás han dejado en el aire el inicio de la segunda fase del plan de paz firmado por el presidente estadounidense Donald Trump.

Hamás sigue en control de gran parte de Gaza, replegándose e imponiendo su ley en las calles; Israel ocupa otras tierras y prosigue sus bombardeos contra líderes y miembros de la organización terrorista, y ha acabado con la vida de más de 400 personas desde que se alcanzara la tregua, según los datos del Ministerio de Sanidad de la Franja, en manos de Hamás.
La segunda fase del plan deberá dirimir la composición y función de la fuerza de estabilización que deberá garantizar la seguridad de Gaza, aunque a día de hoy solo se sabe que Indonesia, Egipto, Pakistán o Turquía han mostrado interés por formar parte de aquella. Poco nítido se antoja además cómo y cuándo asumirá la gestión cotidiana de la vida colectiva de Gaza el comité tecnocrático palestino previsto por el plan Trump; su establecimiento se ha aplazado ya hasta el año nuevo.
Las iglesias de Gaza retoman lentamente la actividad
Después de dos años bajo el fuego israelí en que los tres lugares de culto cristiano -la iglesia católica de la Sagrada Familia, la ortodoxa de San Porfirio y la bautista de Gaza, la única evangélica- de la Franja fueron refugio humanitario para familias cristianas y musulmanas desplazadas, lentamente sus fieles comienzan en las últimas semanas a retomar su vida comunitaria.
Aunque se trata de estimaciones, en la Franja -la tradición bíblica asegura que Jesús, la Virgen María y San José se refugiaron en Gaza en su huida de Herodes y camino de Egipto- viven unos 500 cristianos, aproximadamente el 0,1% de la población (de los cuales sólo un 20% de ellos son católicos; el resto ortodoxos, la mayoría de estos ortodoxos griegos). El régimen de terror impuesto por Hamás desde su victoria en las urnas a comienzos de 2006 fue expulsando poco a poco a los representantes de la minoría hasta reducirla a los números actuales, y varias decenas de ellos huyeron de Gaza con la última guerra.

La primera de las citadas iglesias, la de la Sagrada Familia, el único templo católico de Gaza -tanto el templo como otras construcciones del complejo se vieron afectadas por distintos bombardeos israelíes en su ofensiva contra la organización islamista, al igual que las citadas de San Porfirio y la iglesia Bautista de Gaza- ha vuelto estos días a engalanarse con el árbol de Navidad, el belén, las guirnaldas y otros adornos propios de esta señalada fecha. Tras años infernales que a buen seguro habrán marcado su niñez y el resto de sus vida, varios grupos de menores han sido protagonistas principales en los preparativos para la Navidad.
Como muestra de apoyo a los católicos de la Franja, el patriarca latino de Jerusalén -máxima autoridad católica en Tierra Santa-, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, presidió la última misa dominical en la iglesia de la Sagrada Familia la después de haber podido conocer de primera mano sobre el terreno la situación que se sigue viviendo en las calles de Ciudad de Gaza. Es la segunda visita a la Franja del cardenal italiano en los últimos seis meses. “Para mí es una gran lección que incluso aquí en Gaza, en la situación quizá más deprimente del mundo, sea posible celebrar la Navidad”, aseguró ante los medios.

Pero las celebraciones serán íntimas y modestas, como reconocía recientemente en declaraciones al medio emiratí The National el director de operaciones del Patriarcado Latino de Gaza George Anton: “No podemos hacer celebraciones públicas. Este año la Navidad en Gaza se limitará a la misa y las oraciones. Es un gesto de respeto para los mártires y el sufrimiento de nuestra gente”.
Belén vuelve a recibir fieles de todo el mundo
Escenario de frecuentes incursiones del Ejército israelí y de ataques de colonos judíos a población local en los últimos años -según datos de Naciones Unidas unos 60 cristianos han resultado heridos en agresiones protagonizadas por colonos desde comienzos de año-, Cisjordania -donde entre el 1,5 y el 2% de la población, esto es, entre 45.000 y 50.000 personas, profesa el cristianismo- acogerá con algo más de tranquilidad la Navidad.
Así, en un contexto de preocupación e incertidumbre, los árboles de Navidad, los villancicos, las luces y los belenes han vuelto este año a las áreas de mayoría cristiana de Cisjordania con la esperanza de alejar el mayor tiempo posible el espectro de una nueva guerra. Como no puede ser de otra manera, la localidad de Belén -y su iglesia de la Natividad- será el centro de las celebraciones, y después de los dos años de guerra en Gaza no sólo acogerá a centenares de palestinos procedentes de toda Cisjordania sino también a los primeros grupos de turistas de todo el mundo. En Taybeh -el último municipio habitado casi por entero por cristianos- los vecinos han erigido un nuevo mercado navideño y el tradicional nacimiento instalado en la iglesia católica de Cristo Redentor.

