Cerco a la flotilla

Israel da por terminada la operación de interceptación de la flotilla: “La provocación Hamás-Sumud ha terminado”

Exteriores convoca a la embajadora en funciones israelí, Dana Erlich, por la retención de 65 activistas españoles

El Ministerio de Exteriores israelí ha dado por terminada la operación de interceptación de la Global Sumud Flotilla, de la que queda un último barco todavía navegando, después de que el Ejército del país hebreo se subiera a las casi 50 embarcaciones que formaban parte de esta iniciativa en una operación que comenzó este miércoles por la tarde.

La provocación Hamás-Sumud ha terminado. Ninguno de los yates ha logrado entrar en una zona de combate activa ni violar el bloqueo naval legal”, afirma el ministerio en un comunicado difundido en su cuenta de X. “Un último barco de esta provocación permanece a distancia. Si se acerca, también se le impedirá su intento de entrar en una zona de combate activa y violar el bloqueo”, recoge asimismo el comunicado.

 

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha confirmado en La hora de la 1 que un primer grupo de pasajeros de la flotilla llegó a tierra israelí a las 8:00 horas, hora española, aunque aún se desconoce su composición exacta. Entre los activistas se encuentran 65 ciudadanos españoles, de los que una parte permanece todavía a bordo de embarcaciones que siguen navegando.

Albares ha explicado que este miércoles por la noche se estableció contacto con las autoridades del país hebreo y ha convocado a la encargada de negocios del Israel en España, Dana Erlich, para exigir que se respete la integridad física y los derechos de los españoles retenidos. “Son ciudadanos pacíficos y solidarios que no representan ninguna amenaza para Israel ni para nadie, estaban ejerciendo el derecho de paso inocente, recogido en el derecho internacional“, ha recalcado.

El cónsul de España en Tel Aviv, acompañado de dos agentes de la Guardia Civil, ha podido supervisar el desembarco de un primer grupo. Israel ha asegurado que, una vez completado el proceso, se permitirá el contacto con los detenidos.

Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dicho desde Copenhague que España estudiará “cualquier tipo de acción” con respecto a esta intercepción del Ejército israelí y las consecuentes retenciones de esos más de 60 ciudadanos españoles.

Testigos a bordo

La voz de Juan Bordera, activista a bordo, llegaba entrecortada desde el Mediterráneo. “Hay más de diez embarcaciones. No sabemos qué va a ocurrir. Israel va a detener una flotilla con ayuda humanitaria y los gobiernos nos han dejado tirados”, relató este miércoles a Artículo14 minutos antes de ser interceptado.

Lucía Muñoz, también activista, declaró a este periódico que tras detectar “varias embarcaciones que parecen israelíes para su plan de interceptarnos, no sabemos lo que nos va a pasar, pero sabemos que no va a ser agradable”. “Será una millonésima parte de lo que sufre el pueblo palestino”, añadió Bordera. “Esperamos que esto sea el principio de una lucha que ponga fin a este genocidio”, apostilló.

La cuenta atrás en el mar

Los barcos partieron hace un mes de varios puertos europeos, entre ellos Barcelona. Transportan medicinas y ayuda humanitaria con destino a Gaza. Han sobrevivido a varios ataques con drones y a incidentes en alta mar, pero nunca habían estado tan cerca de la interceptación. Ahora navegan ya en aguas que Israel considera bajo control exclusivo. 

La madrugada de este miércoles fue un aviso. Fuentes de la flotilla relataron a este periódico cómo un buque militar rodeó al Alma, la embarcación principal, y “deshabilitó de forma remota todos los sistemas de comunicación”. Durante seis minutos, el capitán maniobró para evitar una colisión. Poco después, la misma operación se repitió contra una segunda embarcación.

Una noche de aislamiento

Las palabras de Bordera reflejan el clima de la tripulación: “Nos aislaron, nos hicieron pensar que íbamos a ser interceptados”. A su lado, Sofía Buchó, otra activista, habla de frustración: “Es duro aceptar que este es el mensaje que nos llega del Gobierno. Que sabiendo que se está violando el derecho internacional no puedan hacer nada, y que, en vez de apoyarnos, intenten echarnos para atrás”.

Ese malestar contrasta con la determinación de los integrantes de la misión. “Seguiremos rumbo a Gaza”, insisten. Y lo harán, nos explican, pese a avistar a lo lejos a decenas de embarcaciones israelíes. El objetivo es desafiar un bloqueo -impuesto por Israel desde el año 2007– que Naciones Unidas cuestiona y que la Corte Penal Internacional declaró ilegal el año pasado.

El papel de España

Desde Copenhague, el Ejecutivo siguió atento la señal en directo de la flotilla. El Gobierno español decidió hace una semana enviar al buque Furor para asistir a la flotilla: Un giro tras semanas de presión social y política. Hasta entonces, la misión había navegado sin apoyo oficial.

El buque militar, sin embargo, no traspasó la línea de exclusión. “Nos han transmitido que no van a cruzar el bloqueo naval impuesto por Israel”, explicó Muñoz. La protección se limitó a la distancia.

El protocolo israelí

En caso de interceptación, el procedimiento habitual de Israel es claro: detener a los barcos, tomar su control y escoltarlos hasta el puerto de Ashdod, al norte de Gaza. Allí, los activistas son identificados y retenidos. El protocolo prevé la deportación inmediata, pero si alguno de ellos se negara a aceptar la expulsión y la prohibición de entrada en Israel, el destino sería la cárcel.

Este miércoles, las autoridades israelíes reforzaron Ashdod con más de 600 agentes de policía y ocho ambulancias. Un operativo, advierten los expertos, que confirma que el escenario está preparado para recibir a los activistas de la flotilla en cuestión de pocas horas.

Israel cierra el paso

En este contexto, la línea roja marcada por Netanyahu se mantiene intacta. El despliegue por mar, tierra y aire demuestra que Israel ha cumplido su amenaza: no permitirá que los barcos alcancen la costa palestina.

Así, lo previsto se ha convertido en inminente. A menos de un día de llegar a Gaza, y con el horizonte plagado de embarcaciones militares, la flotilla encara el choque final. La frontera invisible ya no es solo una línea en el mar. Es un cerco cerrado con uniformes, agentes y ambulancias esperando en tierra.

“Esperamos que esto sea el principio de una lucha que ponga fin a este genocidio”, insistió Bordera desde cubierta. Sus palabras condensaron el espíritu de una misión que avanza con la convicción de haber llegado más lejos que nunca y la certeza de que cada milla puede ser la última.