Jeannette Jara podría convertirse en la próxima presidenta de Chile el próximo 16 de noviembre y abrir las puertas del Palacio de La Moneda a la coalición progresista que encabeza. Histórica militante comunista, abogada, exdirigente estudiantil y exministra, busca contener el avance de la ultraderecha y consolidar un proyecto amplio.
A sus 51 años, nacida y criada en Conchalí -una de las zonas más humildes del norte de Santiago- es la mayor de cinco hermanos y creció entre carencias, inestabilidad laboral de sus padres y créditos para poder estudiar.

“Crecí con la certeza de que servir no es una carga, es un orgullo”, afirmó en el cierre de su campaña en Valparaiso. Jara fue contundente sobre la realidad política del país: “Cuando la realidad no nos hace bien, hay que trabajar duro para cambiarla”.
La candidata chilena celebra poder encabezar a la coalición de izquierda de su país: “Nunca imaginé que sería candidata a la Presidencia. No porque creyera que no podía, sino porque no es habitual que alguien de El Cortijo, en Conchalí, llegue a abrir la casa de Gobierno”.
Jara ganó las primarias presidenciales con el 60 % de los votos contra la también exministra de Gabriel Boric, la socialdemócrata Carolina Tohá, un triunfo que representó una de las mayores victorias electorales en la historia del Partido Comunista chileno (PC).

Líder sindical desde la universidad
Su primera aparición pública fue como líder estudiantil de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago (Feusach), una de las universidades estatales más combativas del país, desde donde encabezó extensas huelgas contra el Gobierno del democristiano Eduardo Frei (1994-2000).
Jara irrumpió en la vida pública como dirigente estudiantil de la Feusach, desde donde encabezó largas huelgas contra el Gobierno de Eduardo Frei en un momento en que la izquierda estaba profundamente fragmentada.
Una líder empática y negociadora
Militante del PC desde los 14 años, prometió que si llega a La Moneda suspenderá o renunciará al partido para subrayar que representa a una coalición amplia. Es considerada menos rígida que otros dirigentes comunistas y no ha dudado en desmarcarse en temas sensibles, como cuando reconoció la existencia de presos políticos en Cuba, declaración luego contradicha por la dirección de su partido.
Su carrera institucional comenzó en el segundo Gobierno de Michelle Bachelet como subsecretaria de Previsión Social, etapa que consolidó una relación de afinidad política y personal entre ambas. Su perfil dialogante quedó aún más claro cuando asumió el Ministerio de Trabajo en la Administración de Boric, cartera que el PC no dirigía desde 1973.

Como ministra, Jara se convirtió en una negociadora clave para leyes emblemáticas: la reforma de pensiones, la reducción de la jornada laboral a 40 horas o el aumento del salario mínimo, logrando un consenso transversal entre Gobierno, empresarios y derecha. Durante la promulgación, celebró entre gritos de “¡Presidenta!”, cuando su candidatura ni siquiera estaba sobre la mesa.
Resultado impredecible
Jara, candidata de una alianza que va de democristianos a comunistas, lidera los sondeos de cara a la primera vuelta del 16 de noviembre, aunque lo más probable es que haya una segunda vuelta al no conseguir votos suficientes para ganar directamente. Ha tratado de marcar distancia con Boric, asegurando que su estilo es distinto, pero carga con el reto histórico del oficialismo: ninguno ha superado el 30 % de apoyo.
Jara se enfrentará el próximo lunes a otros candidatos -representantes de la derecha y extrema derecha- con grandes opciones: José Antonio Kast, Evelyn Matthei y Johannes Kaiser.

