La población carcelaria femenina mundial aumenta a un ritmo que supera al de los hombres. Los datos de la sexta edición de la Lista Mundial de Mujeres Encarceladas, publicados por el Instituto de Investigación sobre Política Criminal y Judicial (ICPR) de la Universidad Birkbeck de Londres, revelan una marcada tendencia al alza a largo plazo: desde el año 2000, el número de mujeres y niñas en prisión ha aumentado un 57%, frente al 22% de aumento entre los reclusos varones.
Con todo, los crímenes siguen siendo cometidos principalmente por hombres. La población global encarcelada ronda los 10,99 millones, siendo casi el 93% de género masculino. En la actualidad, más de 733.000 mujeres y niñas se encuentran recluidas en instituciones penitenciarias de todo el mundo. Dado que faltan las cifras de cinco países y que no se contabilizan en su totalidad los detenidos en prisión preventiva y los detenidos administrativos de China, se cree que la cifra real es aún mayor.

Dónde están encarceladas las mujeres
Estados Unidos tiene la mayor población carcelaria femenina del mundo, con unas 174.607 mujeres y niñas encarceladas. Le sigue China con 145.000, aunque el total real es mayor debido a las detenidas no contabilizadas. Otros países con una población carcelaria femenina considerable son Brasil (50.441), Rusia (39.153), Tailandia (33.057) e India (23.772).
¿Y en España?
España, no se encuentra entre los países con las cifras más elevadas, se queda prácticamente en la media. A 31 de diciembre de 2023, España tenía 4.000 mujeres en prisión, lo que representa el 7,1% de su población carcelaria total.
A lo largo del tiempo, las cifras de reclusas en España muestran fluctuaciones notables. Si en el año 2000 era 3.668, en 2010 aumentó hasta 6.009, para luego caer hasta 4.926 en 2015, 4.015 en 2020 y 4.000 en 2023. Según datos del INE, en 2023, los hombres cometieron 332.903 infracciones, la principal contra la seguridad colectiva (98.463). Mientras que las mujeres cometieron un total de 70.291 infracciones, la mayoría contra el patrimonio y el orden socioeconómico (34.846).
Crecimiento exagerado en algunas regiones
Si bien el crecimiento global es notable, el aumento es especialmente pronunciado en determinadas regiones y países. Desde el año 2000, el número de mujeres y niñas encarceladas ha aumentado nueve veces en Camboya, siete veces en Indonesia, más de siete veces en El Salvador, casi seis veces en Guatemala y se ha multiplicado por cinco en Brasil.
A nivel regional, las tendencias difieren. En Asia, la población carcelaria femenina se ha más que duplicado, superando con creces el crecimiento general de la población de la región, que es del 28%. Oceanía y América también registran aumentos que superan las tendencias demográficas. Por el contrario, Europa muestra un descenso del 5%.

En todos los continentes, las mujeres y las niñas representan el 6,8% de la población carcelaria mundial, con un porcentaje que oscila entre el 3,5% en África y el 7,7% en América. La proporción de España, del 7,1%, se sitúa cerca de la media europea y mundial, aunque su tasa de encarcelamiento sigue siendo muy inferior a la de los países con tasas elevadas.
Quince jurisdicciones registran actualmente una población carcelaria femenina superior al 10%. Las proporciones más altas se dan en Hong Kong (21%), Macao (17,8%), Laos (13,7%), Myanmar (12,3%) y Tailandia (12,1%).
¿A qué se debe este aumento?
Los autores del informe sostienen que el aumento imparable del número de mujeres encarceladas refleja profundas deficiencias sociales y sistémicas. Muchas de las mujeres que entran en el sistema de justicia penal han vivido en la pobreza, han sufrido traumas y violencia de género. Su encarcelamiento suele deberse a delitos menores relacionados con la supervivencia, como hurtos en tiendas, delitos menores relacionados con las drogas o el trabajo sexual.
Helen Fair, investigadora del Instituto para la Investigación de Políticas Criminales (ICPR) y compiladora de la Lista Mundial de Mujeres Encarceladas, advierte que esta tendencia mundial es “motivo de profunda preocupación” y señala que los antecedentes de muchas reclusas hacen que el encarcelamiento sea especialmente perjudicial e ineficaz desde el punto de vista de la seguridad pública.
Mientras que Catherine Heard, directora del Programa Mundial de Investigación sobre Prisiones del ICPR, destaca que incluso períodos cortos de detención pueden causar “daños graves y duraderos” a las mujeres y a sus hijos. Heard señala que el encarcelamiento se utiliza con frecuencia para castigar comportamientos asociados a la pobreza, desviando recursos que podrían utilizarse para construir comunidades más seguras y resilientes.


