Renunciar al cabello

Las palestinas que se rapan la cabeza: “En Gaza, la belleza ya no importa, solo la supervivencia”

Cuando ducharse una vez a la semana es un lujo, las gazatíes desplazadas renuncian al pelo: "Lo hicimos para protegernos de enfermedades del cuero cabelludo como la sarna, la caspa y las infecciones"

Mujeres gazatíes

Mujeres y niños, que cruzan del norte al sur de Gaza, caminan por la carretera de Al Rashid, en la Franja de Gaza Efe

Nadie escapa ileso de la brutalidad de la guerra, pero son las mujeres quienes cargan con el peso más pesado de sus horrores. En Gaza, el implacable asedio israelí desde el pasado octubre ha segado la vida de miles de mujeres. Aquellas que han logrado esquivar los bombardeos y la muerte todavía luchan contra las consecuencias de una guerra de exterminio sin precedentes.

Las cifras alarmantes de Naciones Unidas revelan la inédita devastación causada por la guerra en Gaza: hasta el pasado 1 de marzo, alrededor de 9.000 mujeres han sido asesinadas por las fuerzas israelíes, y se teme que la cifra real sea aún mayor, con otras miles de ellas atrapadas bajo los escombros. Cada día, la guerra cobra un promedio de 63 vidas femeninas, de las que 37 son madres que dejan familias destrozadas y niños desprotegidos. En medio de la hambruna, son las mujeres quienes luchan por alimentar a sus familias, y las primeras en renunciar a los alimentos para que a ninguno de sus hijos les falten.

Escasez de compresas

La guerra no solo se cobra vidas de mujeres, sino que arroja sombras oscuras y pesadillas sobre sus vidas cotidianas, donde obtener las necesidades básicas se convierte en un sueño lejano. Las mujeres de Gaza han sufrido silentes durante meses una dolorosa crisis humanitaria que amenaza su salud: la escasez de toallas sanitarias femeninas. Después de más de medio año desde el inicio de la guerra, y con el bloqueo y la escasez de alimentos y medicinas, también se ha reducido la posibilidad de que las mujeres obtengan compresas, ya que las farmacias y centros comerciales han agotado estos suministros esenciales. Esto suscita gran preocupación por las graves consecuencias para la salud que pueden resultar del uso de alternativas no higiénicas o de la incapacidad para acceder al tratamiento necesario en caso de infección.

El farmacéutico Dr. Mehiar Najeeb comentó en la red social X: “La menstruación no difiere de cualquier otro sangrado que sale del cuerpo, aquellos que lo menosprecian están enfermos. Las toallas sanitarias femeninas no son un lujo, son tan importantes como la comida y los medicamentos. Las mujeres están usando telas, bolsas de plástico y papel, lo que está provocando graves infecciones”.

El sufrimiento de las mujeres en Gaza va más allá de la escasez de alimentos y otras necesidades básicas. Muchas de ellas se han visto obligadas a huir de sus hogares tras los bombardeos, refugiándose en casas de familiares o en escuelas de la UNRWA. La guerra ha erosionado su sentido de dignidad, tanto para ellas como para sus hijas.

Renunciar al cabello

“Raparse la cabeza es una decisión dolorosa para cualquier mujer, pero están obligadas a hacerlo”. Así nos lo dijo una madre palestina desplazada que prefirió no dar su nombre. Pero ¿por qué las mujeres en Gaza deben renunciar al cabello que han cuidado durante años? Responde la madre palestina: “En Gaza, la belleza ya no importa, solo la supervivencia. Me vi obligada, llorando, a raparme el cabello. Mi cabello era castaño largo y suave”, recuerda.

“Me rapé el cabello y también el de mi hija y mi hijo porque no había agua para lavarnos el cabello. La poca agua que está disponible solo es suficiente para beber y para mantenernos con vida. Lo hicimos para protegernos de enfermedades del cuero cabelludo como la sarna, la caspa y las infecciones”, explica a Artículo14.

“Abandonamos nuestra casa, que fue completamente bombardeada hace cuatro meses. Y nos refugiamos en esta escuela con cientos de vecinos. Todos compartimos estos pocos baños en comparación con nuestra cantidad. No hay agua, y cuando la hay, es para beber o cocinar”, lamenta.

La importancia del pelo en la cultura árabe

El cabello de la mujer en la cultura árabe es su “corona de belleza”: las mujeres prestan especial atención al cuidado de su cabello, lo hacen a lo largo de los años con aceites hidratantes y perfumados porque para ellas, pese a la visión sesgada que se pueda tener en Occidente, es su símbolo de feminidad.

Las mujeres manejan su cabello con ternura y amor, y al respecto, Nancy, una joven palestina de 19 años, explica: “Siempre me ha gustado el cambio y me encantaba cortarme el pelo para sentir una nueva vitalidad. Siento que mi estado de ánimo mejora con un nuevo corte, esto me da una sensación de renovación”.

“Pero cuando comenzó la guerra en Gaza, huimos de nuestra casa para escapar de los ataques israelíes, y nos mudamos de un lugar a otro bajo bombardeos, destrucción y disparos. Nuestras vidas ya no son normales en absoluto”, asevera la joven palestina.

Una ducha cada tres semanas

“Ya no tenemos cubierta ninguna de nuestras necesidades básicas que solíamos tener en casa, comenzando por el agua, lo que nos obligó a reducir la frecuencia de los baños. En lugar de bañarnos diariamente, consideramos que tenemos suerte si podemos bañarnos una vez cada tres semanas”, expone Nancy.

Para la adolescente, la situación que están “viviendo es muy difícil: la gente muere de hambre y sed, entonces, ¿cómo podemos desperdiciar el agua para lavarnos el cabello cuando la necesitamos para beber?”, se pregunta, para después justificar su decisión. “Por eso me rapé, pero ahora la prioridad es sobrevivir a la muerte, a las enfermedades y al hambre… mañana la guerra terminará y si sobrevivimos, volveremos a reconstruir nuestros hogares y a cultivarlos con flores, y nuestro cabello volverá a crecer de nuevo como en nuestros sueños”, augura Nancy.

Las mujeres enfrentan desafíos difíciles en todo el mundo, pero en tiempos de guerra y conflictos, estos desafíos se convierten en tragedias. La comunidad internacional no puede ignorar la grave escasez humanitaria que sufren las mujeres en Gaza, porque descuidar sus necesidades no solo es una violación de los derechos humanos, sino también un fracaso en las obligaciones de la comunidad internacional hacia la mitad de la sociedad más afectada por los conflictos.