¿Qué ha pasado ahora con las elecciones en Rumanía?

Las elecciones en Rumanía vuelven a dar un giro de 180 grados después de lo sucedido en los anteriores comicios con Calin Georgescu

Partidarios del candidato independiente Calin Georgescu ondean banderas nacionales rumanas EFE

La crisis política en las elecciones en Rumanía ha vuelto a intensificarse tras la decisión del órgano electoral de rechazar la candidatura del nacionalista radical Călin Georgescu. A solo unas semanas de los nuevos comicios generales convocados para mayo, esta decisión ha provocado una oleada de protestas en el centro de Bucarest y una avalancha de críticas en redes sociales. Figuras internacionales como Elon Musk se han pronunciado con dureza. Una vez más, los comicios rumanos se ven envueltos en una espiral de tensión que trasciende sus fronteras.

El rechazo a la candidatura de Georgescu, un outsider político con un fuerte respaldo popular, ha sido justificado por la Oficina Electoral Central mediante un argumento polémico. Se trata de la supuesta falta de compromiso del candidato con los principios democráticos durante la campaña anterior. Esta exclusión ha generado una profunda grieta en la percepción pública de las elecciones en Rumanía, avivando un debate nacional e internacional sobre la legitimidad del proceso.

La sombra de la injerencia rusa en las elecciones en Rumanía

La decisión del órgano electoral se apoya en el fallo del Tribunal Constitucional que canceló las elecciones en Rumanía celebradas en diciembre, tras una presunta injerencia rusa en favor de Georgescu. Según las autoridades, el candidato habría tolerado esa interferencia. Además de mantener vínculos con un grupo armado y expresar simpatías con la Guardia de Hierro, un movimiento fascista que marcó la historia rumana en la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, muchos sectores interpretan esta exclusión como un castigo político más que como una medida legal justificada. Para los seguidores de Georgescu, y buena parte del electorado crítico con la clase política tradicional, las elecciones en Rumanía se están utilizando como un mecanismo de control más que como una vía democrática legítima. La tensión no ha dejado de crecer desde entonces.

Las consecuencias de la exclusión no se han hecho esperar. Las elecciones en Rumanía han vuelto a estar en el centro del conflicto social, con manifestaciones en las calles y conatos de enfrentamiento frente a la sede del órgano electoral. Varios manifestantes intentaron incluso derribar las barricadas policiales para irrumpir en el edificio, reflejo de la creciente polarización que rodea estas elecciones en Rumanía.

En paralelo, el eco internacional de la polémica ha sido inmediato. Elon Musk denunció lo sucedido en las elecciones en Rumanía. En el mismo sentido se pronunció JD Vance, vicepresidente estadounidense y mano derecha de la administración Trump, quien afirmó que Europa está atravesando una peligrosa deriva autoritaria. Matteo Salvini, líder de la Liga del Norte italiana, calificó el suceso como “un eurogolpe al estilo soviético”.

El ascenso de Georgescu y el giro populista en Rumanía

Georgescu, que ya había ganado las elecciones en Rumanía en diciembre antes de que fueran anuladas, ha experimentado un notable aumento en su popularidad. En los últimos sondeos, su apoyo ronda el 40%. Una cifra significativamente superior a la de cualquier otro candidato. Su perfil como figura antisistema y su rechazo a las políticas de la OTAN y la Unión Europea han calado en un electorado descontento con el rumbo del país.

Sus declaraciones tras la exclusión han sido rotundas. “Esto es un golpe directo al corazón de la democracia a escala mundial”, publicó en la red X. En su visión, las elecciones en Rumanía han dejado de ser libres. Su caso se ha convertido en símbolo de lo que él mismo califica como una dictadura encubierta. Un discurso que ha encontrado eco en amplios sectores sociales que comparten su frustración con las élites europeas y globalistas.

¿Qué ha pasado ahora con las elecciones en Rumanía?

Calin Georgescu atiende a los medios de comunicación en Bucarest | EFE

Las elecciones en Rumanía han sido, desde hace meses, el escenario de una batalla ideológica cada vez más marcada. Georgescu, admirador de Donald Trump y defensor de un plan de paz inmediato para Ucrania, se ha mostrado contrario a prolongar la guerra como propone la estrategia de Bruselas. Esta postura ha generado rechazo entre las potencias europeas. En particular, por tratarse de un país fronterizo con Ucrania, con una importancia geopolítica clave para la OTAN.

A pesar de las críticas, Georgescu no ha defendido una salida de Rumanía de la UE o de la OTAN. Su mensaje se ha centrado en una premisa: “Debemos actuar según nuestros intereses nacionales”. Una idea que, aunque inquieta a los líderes comunitarios, conecta con la percepción de muchos ciudadanos rumanos que sienten que su país ha perdido soberanía ante las decisiones exteriores. Así, las elecciones en Rumanía se han transformado en un debate mucho más profundo que un simple proceso electoral.

La alternativa conservadora: George Simion

Ante la probable exclusión definitiva de Georgescu, todas las miradas se dirigen ahora hacia George Simion. Este líder conservador, también nacionalista y crítico con Bruselas, podría heredar buena parte del voto indignado que respalda a Georgescu. Las encuestas comienzan a situarlo como favorito si finalmente el outsider no logra ser readmitido en las elecciones en Rumanía.

Simion, al igual que el primer ministro húngaro Viktor Orbán, ha manifestado su apoyo al plan de paz propuesto por Trump y comparte buena parte del discurso de defensa de los intereses nacionales. Si las elecciones en Rumanía se desarrollan sin la participación de Georgescu, el nuevo protagonista del tablero podría mantener viva esa narrativa populista que tanto está marcando el pulso político actual.

Mientras las autoridades rumanas y sus socios europeos celebran la exclusión de lo que consideran una amenaza extremista, muchos analistas advierten del riesgo de deslegitimación creciente en las elecciones en Rumanía. La narrativa dominante trata de justificar las decisiones judiciales y políticas como escudo contra la extrema derecha. Pero la percepción social apunta en otro sentido. A fin de cuentas, una democracia que excluye a quien lidera las encuestas pierde credibilidad ante sus ciudadanos.

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