Al norte de Cáceres, en una península custodiada por aguas serenas y pinares centenarios, sobrevive uno de los secretos mejor guardados de España. Su nombre es Granadilla. Y, aunque hoy no tiene vecinos, su historia vibra en cada piedra. Lo que durante siglos fue una villa medieval fortificada es ahora un pueblo fantasma que atrae a miles de curiosos, viajeros y periodistas extranjeros fascinados por su singular belleza.
Granadilla: la villa que el embalse no inundó
El abandono de Granadilla se remonta a 1955, cuando el Consejo de Ministros del régimen franquista aprobó su expropiación para construir el embalse de Gabriel y Galán. Aunque la localidad jamás quedó sumergida, sus habitantes fueron desalojados en previsión de una catástrofe que nunca ocurrió. En 1964 se marcharon los últimos vecinos, y en 1965 el municipio fue oficialmente disuelto.
A pesar del error de cálculo, Granadilla quedó rodeada de agua, transformada en una península de difícil acceso y sin razón administrativa para seguir habitada. El silencio se apoderó de sus calles, pero no logró borrar su identidad.

Los orígenes de Granadilla se remontan al siglo IX, cuando fue fundada bajo dominio musulmán como enclave defensivo. Fue conquistada por Fernando II de León en 1160 y elevada a Villa en 1170. Gracias a su ubicación estratégica entre Castilla, León y Portugal, Granadilla gozó de siglos de esplendor como núcleo comercial y militar.
A lo largo de la Edad Media, pasó por manos de la Orden de Santiago, el infante Pedro de Castilla y finalmente la Casa de Alba, que mandó construir el castillo entre 1473 y 1478. Desde sus torres aún se domina el paisaje extremeño, y la estructura ha resistido al paso del tiempo como símbolo de la grandeza pasada de Granadilla.
La prensa internacional se rinde ante su belleza
Recientemente, el diario británico The Mirror se ha hecho eco del encanto único de Granadilla. En sus páginas describen el lugar como “una postal detenida en el tiempo”, destacando sus calles empedradas, casas coloridas y su imponente castillo medieval. La atención mediática ha puesto de nuevo en el mapa a esta joya olvidada, que se ha convertido en una referencia del turismo rural y cultural en Extremadura.
Para muchos visitantes, descubrir Granadilla es como viajar atrás en el tiempo. Hablamos de recorrer un pueblo suspendido en el pasado. La historia aún se puede tocar en ese lugar.

Aunque Granadilla permaneció décadas en ruinas, en 1980 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico. Eso supuso el inicio de su recuperación. A partir de 1984, pasó a formar parte del Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados, por el que estudiantes de toda España colaboran en la restauración de su patrimonio.
Gracias a este programa, se han rehabilitado las murallas, el castillo y numerosas viviendas. Hoy, Granadilla acoge actividades culturales, talleres educativos y visitas turísticas que permiten redescubrir su legado.