Vivimos en la zona WEIRD del planeta. El acrónimo WEIRD significa en inglés western, educated, industrialized, rich and democratic, es decir, «occidental, educado, industrializado, rico y democrático». Y también es la misma palabra que en inglés se usa para extraño. El profesor de Harvard Joseph Henrich junto a otros colegas describieron este fenómeno y discutieron la suposición, común en psicología y endémica en economía, de que la naturaleza humana es la misma en todas partes. Naturalmente, en un sentido profundo lo es, pero la sociedad occidental es extraña y excepcional en comparación con gran parte del mundo actual. Hay características que hablan de unos cambios recientes en nuestro ámbito geográfico y cultural, y Henrich los vincula, incluso, con las características de un cerebro también «extraño».
«En los últimos quinientos años, los occidentales se han vuelto más educados, industrializados, ricos y democráticos que cualquier otra sociedad en la historia», asegura el profesor. Y eso nos ha dado el liderazgo en derechos, libertades, tecnología, expectativa de vida o progreso. Pero también, atención, nuestra herencia judeocristiana (a la que tanto debe, por otro lado, el desarrollo del librepensamiento) nos satura de conciencia del dolor de los demás y de culpabilidad. Somos carne de cañón de la explotación victimista. Y, aunque en algún momento parecía que el movimiento woke había descarrilado y que el mundo estaba volviendo poco a poco a la normalidad, la ideología de género, la locura de los mil sexos y su supuesta “fluidez”, siguen arrasando. Y la tenemos, incluso, en las versiones modernas de los devocionarios de toda la vida. En la propia legislación.
También en Islandia. No es fácil tampoco allí para nadie poner sentido común en la vida social y política y ejercer el derecho a la simple libertad de opinión. Vean si no lo que le ha ocurrido a Eldur Smári Kristinsson, un activista por los derechos de los homosexuales islandés que fue denunciado por la Asociación Nacional Queer de Islandia. He sabido del caso por el substack de Adrew Doyle, dramaturgo, periodista y escritor de sátira política, famoso creador del personaje de @Titania McGrath. Eldur Smári Kristinsson está bajo investigación penal por criticar a una plataforma LGTB, @PinkNews, por publicar un artículo sobre hombres que amamantan a sus hijos.
No es la primera vez que este combativo tuitero gay critica los excesos de la ideología de género y el daño que puede causar a los menores. La que se refería al post de @PinkNews es una de las siete publicaciones en redes sociales que han llevado a que le acusen de incitación al odio en virtud del artículo 233 del Código Penal islandés. En ella, Eldur Smári Kristinsson mostraba su desagrado ante las imágenes de hombres amamantando, y denunciaba que se estaba priorizando un fetiche por encima del bienestar de los bebés. Calificándolo de “pedofilia”, también alertaba del peligro de que los hombres tomasen domperidona, un estimulante de la lactancia. El mismo fabricante del medicamento advierte de que su consumo podría causar “posibles efectos secundarios para el corazón del bebé” y que sólo se debería usar durante la lactancia “si el médico lo considera claramente necesario”.
Reconozco que esto no lo vi venir, pero al parecer esta práctica de inducir la lactancia en los hombres mediante sustancias químicas para simular ser madres ha sido respaldada con entusiasmo por los ideólogos de género. Doyle, que es de Irlanda del Norte, cuenta también que, en julio de 2023, un equipo de investigación de sociólogos (ninguno con titulación médica, pero con financiación pública) elaboró nuevas recomendaciones para modificar las directrices del Servicio Nacional de Salud (NHS). Y argumentaron que las madres que se identificaban como hombres debían seguir tomando testosterona durante el embarazo, ya que su sentido de identidad de género debía priorizarse sobre los “resultados fetales normales”. Han leído bien. Los “enfoques de tratamiento centrados en la descendencia” eran, según esos tipos, una forma de transfobia.
Así que ya ven cómo están las cosas. Yo, por mi parte, seguiré las peripecias judiciales de ese héroe, Eldur, The Icelandic Gay Guy. Para WEIRD WEIRD, nuestro mundo.