Hace unas semanas en esta misma columna hablamos del caso de la ciclista Ane Santesteban y el calvario personal que atravesó durante meses -y que le impidió rendir a su nivel- hasta que encontró diagnóstico a su dolencia, endometriosis. La victoria de Ane al visibilizar una situación que comparten otras mujeres y de la que no están exentas otras deportistas de élite como ella, es tan importante como levantar los brazos en meta, ya que al visibilizarlo, está ayudando a otras.
Que la corredora de Movistar Sheyla Gutiérrez, conocida como “la leona de Varea” solo sume 5 días de competición en la presente temporada es indicador inequívoco de que algo no iba bien.
Y efectivamente, así lo ha contado ella misma en su cuenta de Instagram esta semana, abriéndose en canal, como hizo su compañera Ane semanas atrás, y poniendo un nudo en la garganta a quienes conocen o siguen a la brava corredora riojana. Bajo el título de “Alma abierta” y con una foto del último Tour de Francia donde la corredora estaba en óptima condición física, escribe Sheyla “la primera foto es de mi “última carrera”, hace 11 meses, cuado volaba en el Tour, antes de que el p***Covid me dejara KO.”
A partir de ahí el relato descarnado de un DOLOR, que ella escribe con mayúsculas que le hacía difícil levantarse de la cama. “Si necesitáis etiqueta, se llama endometriosis”.
Un diagnóstico que Sheyla conocía hace años y al que plantaba cara con determinados hábitos de vida. Pero no fue solo eso. El dolor y el sufrimiento, junto con un susto en forma de enfermedad sufrido por su madre, el no poder recuperar su vida normal desde el dichoso COVID, acabó por empeorar demasiado las cosas hasta el punto de llevarla una depresión según ha descrito ella misma.
“Sí, una psicóloga, una persona alegre, aventurera, vivaz, resiliente… que era incapaz de tener energía para levantarse. Pero así funciona la bioquímica y fisiología de cuerpo y mente. Y de eso, poco se habla”.
Esa última frase me lleva a una conversación que he mantenido esta misma semana con un entrenador español top que entrena en la Premier League, a raíz del documental del futbolista Álvaro Morata estrenado estos días en Movistar +. “Y la cantidad de casos así que hay y que no lo cuentan”, me decía él, y añadía una reflexión sobre la escasa importancia que aún hoy se le da a la psicología en un deporte como el fútbol, donde un equipo de primer nivel puede contar con 5 o 6 fisios, pero solo un psicólogo.
“No he contado nada, porque en realidad siguen siendo problemas del primer mundo”, reflexiona Shey, ahora que ha podido volver a la bici. Y hace un alegato a la fortaleza y valentía que ha heredado de las mujeres referentes de su familia, dos de sus tías, Paqui y Begoña, esta última primera mujer jueza internacional de ciclismo, y muy especialmente a su madre, “sacando 5 hijos ella sola limpiando portales.(…) Sí, somos una familia humilde y me levantaré por mi y por ellos”.
Emociona leer a Sheyla, por lo que expresa con claridad, por el sufrimiento que se intuye entre líneas, y por la fuerza que brota de sus palabras. La misma que tuvo siempre sobre la bici y que le valió el mote de “leona”.
Ningún puerto se ha empinado tanto como su vida en este último año, pero su decisión de hacer público algo tan personal, además de su habitual generosidad, habla de la raza que siempre ha tenido. Sheyla es tan querida como admirada y respetada en el pelotón, una mujer que se vacía, con personalidad, diferente, que mira bonito y se hace querer.
¡Qué bueno saber que el bache quedó atrás y que la bici te vuelve a hacer feliz, querida leona!