Ellas también estuvieron allí: mujeres clave en la historia de España analizan la Transición

Esperanza Aguirre, Teresa Freixes, María del Pilar Queralt del Hierro, Carmen Posadas, Cristina Almeida y Ana Rosa Quintana exponen para Artículo14 su visión sobre el papel que jugó la Corona en la llegada de la democracia

Cuenta el Rey Juan Carlos en sus memorias (Reconciliación, Planeta), que la única petición que le hizo Franco antes de morir fue que mantuviera la unidad de España. “Sentí que me daba la libertad de actuar”, afirma.

Y eso hizo. España miraba con recelo a aquel joven Príncipe, del que no se sabía mucho, con dudas y esperanza para que el país diera un viraje de 180 grados y se abriera al mundo. Hoy, 50 años después de la proclamación de Don Juan Carlos, mujeres de distintos perfiles echan la vista atrás y analizan los pasos –también los de Doña Sofía– de aquel a quien apodaron inicialmente como “Juan Carlos el breve”, y que abrió el camino para instaurar la democracia en España a través de una Monarquía constitucional. Ellas son la catedrática constitucionalista Teresa Freixes, la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, la escritora Carmen Posadas, la vicesecretaria general socialista Elena Valenciano, la historiadora y escritora María Pilar Queralt del Hierro, la política y abogada Cristina Almeida y la periodista Ana Rosa Quintana.

¿Qué significó para España y los españoles la proclamación del Rey Juan Carlos, el 22 de noviembre de 1975?

“Para los españoles la proclamación de Don Juan Carlos fue un hecho realmente importante porque significaba un cambio de rumbo. Todavía no estaba muy claro hacia dónde iríamos”, recuerda Teresa Freixes. “Pero el hecho de que asumiera de una forma definitiva la jefatura de Estado indicaba que las cosas podrían ser diferentes”.

El Rey Juan Carlos y Doña Sofía, durante su proclamación en el Congreso
Efe

La catedrática constitucionalista asevera que nadie contaba con la “certeza” de poder labrar el camino que se consiguió. “Con acuerdo, consenso, y una concordia entre españoles que en principio parecía muy difícil, pero finalmente se hizo”. Argumentación que suscribe la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre: “Fue algo importantísimo, el paso pacífico de una dictadura a una democracia”.

La escritora Carmen Posadas añade las dobles sensaciones que pesaban en el ambiente: “Por un lado, una gran esperanza y, por otro, un grado considerable de incertidumbre”. Afirma que había “mucho miedo a repetir errores del pasado y reabrir heridas”. Recuerda el apodo que tenía el Rey Juan Carlos, lo que demuestra que “nadie confiaba mucho en sus luces ni en su capacidad”. Para la escritora, el hecho de que antes de que Franco muriera, Don Juan Carlos marchara al Sáhara cuando se produjo la Marcha Verde fue el primer paso para ganarse el respeto social.

Elena Valenciano, quien fuera mano derecha del secretario general del partido y vicepresidente de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, añade a estas argumentaciones la “gran incógnita” que suponía el Rey Juan Carlos, ya que su designación “procedía del dedo del dictador”.

Autora
Laurence Debray, la autora de las memorias del Rey
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Cristina Almeida rompe con el hilo conductor de las opiniones: “Ellos se comieron la tostada sin que interviniera el pueblo, y para mí no representó nada más que la continuación del franquismo”, asevera. “Yo tuve ocasión de conocerle porque era amigo de Nicolás Sartorius, y comimos un día con él y la Reina Sofía, porque querían conocer a rojos. Él lo que hizo fue no frenar el avance, es lo único que yo le valoro”.

Ana Rosa Quintana valora la aportación de Don Juan Carlos, que suponía “el comienzo de una nueva vida y acabar con una dictadura de 40 años”, pero va más allá: “Aún no se sabía pero lo que íbamos a celebrar era la llegada de la democracia, aunque continuaran las Cortes franquistas, y finalmente la aprobación de la Constitución de 1978”.

Para María Pilar Queralt del Hierro, el 22 de noviembre de 1975 no fue solo una fecha histórica, sino “un día de esperanza”. Esperanza, dice, porque se intuía “una nueva era” y porque muchos españoles recibieron como una señal el discurso del cardenal Tarancón durante la misa de proclamación de Juan Carlos I. En aquellas palabras —recuerda— parecía cristalizarse lo que la sociedad esperaba del nuevo rey, como si el cardenal se hubiera erigido “en la voz de lo que queríamos los españoles”.

El papel que jugó Don Juan Carlos en el nuevo camino para España

“El papel que jugó Don Juan Carlos fue fundamental”, asegura Posadas. “Ahora se cuestiona su papel, porque se dice que el cambio no lo trajo él sino la gente”. En este aspecto, aunque sí es consciente de que la sociedad española deseaba un cambio, “tener como cabeza visible a alguien joven, moderno y que entroncaba con la tradición monárquica todo fue más fácil”. No sólo a nivel interno, para Valenciano “Don Juan Carlos resultó ser un gran aliado de la nueva democracia española. Y su proyección internacional fue muy útil para nuestro país que era un gran desconocido en el escenario internacional”.

En su reflexión sobre la llegada de la democracia a España, Ana Rosa Quintana subraya primero el papel del Rey Juan Carlos I, pero enseguida desplaza el foco hacia la política civil. “Yo creo que fue muy importante el reinado de Juan Carlos hasta un determinado momento que ya todos conocemos, fue importantísimo”, admite, para añadir a continuación que, si tiene que elegir un protagonismo claro, se queda con los políticos de la época: “Hablaría sobre todo de los políticos de la época de Adolfo Suárez, que fue fundamental, y hablaría de los padres de la Constitución, que venían de distintos partidos”.

En ese relato, destaca un hito que considera decisivo: la legalización del Partido Comunista de España en plena Transición. Para ella, la imagen del Congreso de los Diputados en esos años resume bien el espíritu del momento: “Ver en ese Congreso cómo se pusieron de acuerdo el Partido Comunista, Alianza Popular, Centro Democrático, el Partido Socialista… Todos esos partidos realmente hicieron un ejercicio de reconciliación, para hacer de España un país moderno”.

Al ser preguntada por la importancia del papel de Juan Carlos I en la llegada de la democracia, Queralt del Hierro es rotunda: “Sin duda, el papel de don Juan Carlos fue fundamental”. Considera que el monarca intuía la necesidad de un cambio de régimen y que facilitó el tránsito político. En su valoración, el reinado tuvo luces y sombras, pero las luces principales corresponden precisamente a esa etapa inicial, que contribuyó a instaurar la democracia en España. La historiadora recuerda que, antes de su proclamación, en la sociedad existían dudas acerca de lo que el príncipe Juan Carlos haría tras la muerte del dictador. “Había desconfianza”, explica, porque su figura estaba inevitablemente ligada a Franco. Ese vínculo generaba inquietud en la calle y también entre actores políticos, especialmente entre quienes estaban estrechamente conectados al régimen y temían exactamente lo que terminó ocurriendo: la apertura democrática.

El escenario sobre el que trabajó el Rey Juan Carlos

Este camino no hubiera sido posible sin un trabajo previo que allanara el camino. “Don Juan Carlos, ya como Príncipe, y sobre todo en los meses anteriores a la muerte de Franco, había mantenido una serie de contactos, y había hablado con distintas personas y organizaciones, a veces de manera indirecta”, explica Freixes. “Después hemos sabido que durante ese tiempo tuvo que enfrentarse a incomprensiones, y presiones. Y ese papel de puente entre lo que quedaba de lo que podemos considerar un franquismo que se deshacía, pero que pensaba que podían reformarse las cosas de alguna manera, y la oposición democrática que quería romper con el pasado, fue clave. Había que hacer los cambios sin traumas“.

El Rey Don Juan Carlos sancionó la Constitución en el Palacio de las Cortes
EFE

El papel de Don Juan Carlos en la democracia

Freixes afirma que para la llegada de la democracia, la figura de Don Juan Carlos es definitiva. “Asume el cargo de Jefe del Estado y de de las Fuerzas Armadas, y también políticas, como es influir en el nombramiento del presidente del Gobierno, empezar a tomar contacto con el Consejo de Ministros”. La constitucionalista afirma que sin tener  “esas funciones, el acceso y el contacto permanente con distintas instituciones y estamentos hubiera sido muy difícil”.

Por estas garantías, Posadas asegura que, pese a no ser monárquica, sí reconoce que las virtudes de la Corona “a la hora de dar estabilidad, prosperidad como ocurre en otros países que son monarquías constitucionales y se encuentran entre los más avanzados”.

En su interpretación de la Transición, Ana Rosa Quintana cita una imagen recurrente en el imaginario colectivo: el paso de “una España en blanco y negro” a “una España en color”. Para ella, aquel periodo supuso una ruptura emocional y simbólica con el pasado. Insiste en que las claves de aquella etapa fueron la reconciliación y la capacidad de entendimiento entre sensibilidades políticas opuestas. “La reconciliación, la unión, la búsqueda de la libertad, la paz, la prosperidad… yo creo que fue muy importante”, subraya, asociando ese consenso a la construcción de un país moderno que dejaba atrás décadas de dictadura.

Cuando se le pide identificar los aciertos más significativos de estos 50 años de monarquía, Queralt del Hierro señala primero la consolidación de la democracia y luego el cambio de talante institucional bajo Felipe VI. A su juicio, el Rey actual, con la ayuda de la Reina Letizia, ha impulsado una forma distinta de encarnar la jefatura del Estado: más cercana, más moderna y más equidistante políticamente. Recuerda que históricamente se hablaba de “borbonear”, una tendencia de la dinastía Borbón a involucrarse en la política, algo que Felipe VI —dice— ha evitado “maravillosamente bien”.

Una cara brillante y otra oscura

“Su gran acierto fue ser un gran mediador tanto dentro como fuera de España”, considera Posadas. “El mejor embajador posible y una figura muy atractiva”. Destaca su papel en el 23-F, y “en otras crisis en las que intervino de modo discreto y eficaz”. Posadas prefiere no entrar a valorar sus errores, más allá de los que “Todos conocemos”, a los que añade la publicación de sus memorias. Valenciano corrobora esta última consideración, y añade que  las faltas del Rey Emérito “son debido a una mala lectura de la evolución que había sufrido la sociedad española”. La ex dirigente socialista afirma que “se comportó al final de su vida como un Rey casi feudal, desoyendo el sentir mayoritario de los españoles, que ya no iban a aceptar comportamientos inadecuados e indecorosos por parte de la Corona”, asevera. “Juan Carlos I, como mucha gente importante, tiene una cara brillante y otra bastante oscura”.

Ana Rosa Quintana, sin embargo, introduce un contraste al referirse a la última etapa del reinado de Juan Carlos I. Según su visión, el monarca terminó pagando las consecuencias de un cambio en sus prioridades personales. “Su última etapa le ha costado la abdicación, estar fuera de España: yo creo que dejó de pensar en el país y empezó a pensar en sí mismo, en sus deseos y en sus necesidades”, afirma, enlazando así la transformación colectiva del país con la evolución —y el desgaste— de la figura del Rey que encabezó la transición democrática.

En cuanto a los errores, la escritora Queralt del Hierro distingue tres planos: los personales del Rey Juan Carlos, las sombras que afectan a la institución y los aspectos constitucionales aún pendientes. Menciona como ejemplo el artículo que establece preferencia del heredero varón sobre una infanta, algo que considera impropio del siglo XXI. Afirma que la monarquía es una institución “cuestionable”, pero añade que en España, con diecisiete autonomías, la figura del jefe del Estado actúa como elemento de cohesión y como depositaria de la historia.

El 23-F, su gran hito

Es en su papel en el 23-F el único momento en el que todas coinciden en una valoración positiva. “El reinado de Don Juan Carlos afortunadamente se caracterizó por no meterse en la vida política. Y el 23-F significó un alivio para los ciudadanos, aunque su intervención fue tardía“, afirma Almeida. “En cuanto a sus equivocaciones él mismo las ha reconocido. Un Rey que se va a cazar con su amiga pues ya es una figura que está cayendo en decadencia”, afirma. “Ahora está en un autoexilio voluntario para tener un domicilio fiscal y decir a los españoles que es el más patriota. Los que trajeron la verdadera democracia fueron las personas luchando. No sólo no trajo la democracia, sino que la ha despreciado”.

Sobre el legado de Juan Carlos I, Queralt del Hierro se muestra prudente: “La historia es unas veces generosa y otras veces ingrata”. Cree que su contribución a la llegada de la democracia quedará registrada, pero que la “conducta poco honesta” de los últimos años también acompañará para siempre su recuerdo.

El legado del Rey Juan Carlos

“Don Juan Carlos tiene un legado extraordinario”, asevera, por el contrario, Aguirre. “Todo su vida pública ha sido para España y todos los españoles fundamental. ¿Qué haya cometido errores en su vida privada? ¿Y quién no?”, pregunta. “Lo importante es que tenía todos los poderes: el Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo y abogó por una Monarquía Constitucional y democrática”. Y puntualiza: “Un sistema del que ahora vive España, aunque amenazada por el Gobierno actual”. Un legado que la ex ministra de Educación y Cultura ha engarzado con el futuro: “El Rey Felipe es lo mejor que tiene España. Tenemos mucha suerte con toda la Familia Real, la Princesa Leonor está teniendo una formación excelente tanto en el ámbito militar como en el civil”.

Juan Carlos y Doña Sofía - Casa Real
Juan Carlos y Doña Sofía
EFE

Sus aciertos y errores

Para Freixes, el acierto claro del Rey Juan Carlos fue el 23-F. “Mucha gente no nos fuimos a dormir hasta que salió por televisión con su uniforme de Capitán General para decir que el golpe se paraba y la democracia se consolidaba y seguía adelante”. A nivel exterior, “Fue muy importante su papel de embajador en el extranjero, tanto político como económico. Tenía un savoir faire que era importante y en Latinoamérica tuvo un papel reconciliador entre Estados que a él se le reconocía”.

“Y luego hay una cosa que va conectada con sus desaciertos pero es un acierto”, prosigue: “supo renunciar al Trono, incluso liderando la reforma legislativa que fue necesaria para ello”. Entre los desaciertos, Freixes incluiría “esos contactos económicos, que al final han quedado en nada”. En cuanto a la parte privada, “Todo el mundo tiene manchas que mejor no hubieran ocurrido, pero en general, salvo porque se ha aprovechado por parte de los antimonárquicos estos desaciertos, yo creo que su legado ha sido positivo”, concluye.

La ex secretaria general afirma que en el 23-F el Rey Juan Carlos cumplió con su obligación constitucional, pero no le quita valor: “La historia de España está llena de reyes que no lo hicieron. Por eso, todos retuvimos la respiración aquella tarde, hasta que vimos al Rey en Televisión Española, mandando parar”.

El recuerdo que deja el Rey Juan Carlos

Pese a las polémicas que envuelven a Don Juan Carlos en la actualidad, Valenciano cree que la historia le favorecerá. “A pesar de los errores, su nombre siempre estará asociado a la llegada de la democracia a España y a la transformación de un país que venía del atraso y el aislamiento hacia la modernidad y el respeto internacional. Lo mismo sucederá con Adolfo Suárez y con Felipe González”, afirma. “Espero que con el tiempo pesen más sus aciertos que sus errores”, confía Posadas.

Al ser preguntada por cómo cree que será recordado Juan Carlos I, Ana Rosa Quintana apela a una mirada equilibrada. “Yo espero que sea recordado con ecuanimidad, viendo lo positivo hasta un periodo y sus errores fatales”, señala, distinguiendo así entre la etapa en la que asocia al monarca un papel relevante en la transición democrática y los episodios posteriores que desembocaron en su abdicación y salida de España.

El rigor de los historiadores, clave

“Aquí va a jugar mucho el rigor que tengan los historiadores, y el que tengan los medios de comunicación. Porque el recuerdo no es meramente científico, si no también emocional”, asevera Freixes. “Y como los medios muchas veces fían al relato de lo que quieren contar determinados sectores, veremos”. Y añade: “La Monarquía por lo general da estabilidad a los Estados. Imagine si, además de pensar en qué hacemos con el presidente del Gobierno, hubiera que hacerlo también con el de la República”.

El papel de Doña Sofía, ¿suficientemente valorado?

“El papel de la Reina Sofía en la reconstrucción de España fue absolutamente clave”, afirma Posadas. “Escribí hace poco sobre ella un artículo llamado Callada grandeza, que es la frase que pienso mejor la define”. Y lo explica: “Siempre ha estado en su lugar, impecable en todo, incluso en las situaciones más desairadas para ella”, considera. “Y lo ha hecho tan callada como elegantemente. Me alegra mucho saber que el Rey le ha concedido el Toisón, nadie se lo merece más”.

“Doña Sofía ha tenido un papel importante como Reina Consorte, con una gran profesionalidad y todo el mundo lo ha reconocido”, corrobora Freixes. “Durante la Transición se la veía poco, pero yo recuerdo algunos gestos que la acercaban al público o que lanzaban algún mensaje. En la proclamación de Don Juan Carlos, su vestido no era de luto por la muerte de Franco, sino fucsia. Esto significaba que venía un tiempo nuevo”.

Toisón de Oro - Política
Una fotografía de archivo del Toisón de Oro, que Don Felipe ha impuesto a Doña Sofía
AFP PHOTO / POOL / JUAN MEDINA

“Estoy segura de que la Reina Sofía ha jugado un papel mucho más relevante que el que hemos conocido hasta ahora”, afirma Valenciano. “Ella siempre ha sabido estar en su lugar y no se ha dejado vencer por las muchas adversidades que ha tenido que atravesar. La sociedad española le debe mucho y creo que sabe reconocérselo siempre que aparece en público”.

Ana Rosa Quintana recuerda que fue consorte y, por tanto, sin función política directa, pero considera que también desempeñó un rol significativo. “Yo creo que la Reina Sofía ha tenido muchísima paciencia y sobre todo ha sido una persona que ha puesto por encima de todo la monarquía”, afirma. Para ella, esa lealtad institucional no solo estaba dirigida al rey, sino al porvenir de la Corona: “La monarquía, el futuro de su hijo, y ahora el de su nieta”.

La valoración sobre la Reina Sofía es muy distinta también para María Queralt del Hierro. Considera que será recordada con admiración y la compara con María Cristina de Austria, una consorte respetada incluso por los republicanos. Afirma que la Reina Sofía pasará a la historia por su comportamiento impecable, su discreción y su amor por la cultura. Preguntada por si su papel en la transición fue mayor del que se reconoce, responde sin matices: “Sin duda”. Argumenta que Sofía, marcada por la experiencia de la caída de la monarquía griega, actuó como elemento moderador en momentos decisivos. Sobre los retos actuales de la monarquía, señala el más complejo: adaptar una institución de siglos a la vida contemporánea. Cree que la Corona debe abrirse a la sociedad del siglo XXI y asumir que algún día tendrá que afrontar la cuestión de si los españoles desean monarquía o república.

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