José Ramón de la Morena sigue en activo. El veterano periodista apagó ‘El transistor’ en Onda Cero hace ya cuatro años pero se resiste a que le cierren el micro y desde hace algunos meses abrió una ventana en YouTube. Joserra recibe en su casa de Brunete a protagonistas de diverso pelaje: políticos, periodistas, personajes de la farándula… Una serie de entrevistas a la que ha puesto un título nada cursi: ‘Resonancia de corazón’.
Su último invitado, por ahora, es Manolo Lama, con el que recordó los años —más de dos décadas— que ambos compartieron en la redacción de la Ser. “Eso era periodismo”, evocó con nostalgia Manolo Lama al recordar una primicia que en su día dio ‘El larguero’. “Eso ahora no se hace”, lamentó; “cuando veo a los chavales con las redes sociales, que están muy bien, les digo… ¿en qué tecla hay que dar para que te salga una noticia?”
Pese a ser dos de los comunicadores deportivos más influyentes de las últimas décadas, ni Lama ni De la Morena parecen sentirse mínimamente responsables de que las estrellas del deporte perciban hoy al periodista como una amenaza. La culpa, al parecer, es de las nuevas generaciones. Las exclusivas se les resisten, no como a ellos dos, que la última que dieron fue que a Paco Gento le hacían ficha del primer equipo. “Saben más idiomas que nosotros”, apuntaba Lama. Con un punto de ironía, claro, porque mucho Advanced Certificated pero olfato periodístico, más bien poco. “Más idiomas y más cibernética”, añadió De la Morena, en alusión posiblemente a la ofimática. “Y más cibernética”, convino Lama.
Poco antes, ambos periodistas también habían coincidido en los enormes sacrificios personales que han tenido que hacer durante toda su carrera: “Esta profesión no es la más adecuada para vivir en pareja ni para educar hijos”, dijo Joserra. “Te pierdes muchas cosas de tus hijos, de tu familia, pero yo no lo cambiaría. Volvería a hacer lo mismo”, abundó Lama; “yo me he perdido ver a mis hijas jugar al baloncesto, jugar al tenis… Otros padres han podido ir y yo no. Tengo un hijo futbolista y me gustaría ir a ver sus partidos, pero no voy”.
Podríamos pensar que, casi medio siglo después, los periodistas pueden al fin disfrutar de condiciones de trabajo mucho mejores que las que padecieron Lama y De la Morena. Pero no. “¿Lo que falla es la vocación o el espíritu de sacrificio?”, preguntó De la Morena porque, al parecer, en los jóvenes hay algo que falla. Lama precisó que vocación no falta, pero eso sí: “Yo no soporto cuando llega un becario y pregunta…” Y en este punto, Joserra se le adelanta: “… cuándo se libra”. Bingo. “Cuándo se libra, cuánto se gana y qué vacaciones voy a tener”, completó Lama. ¡Serán desagradecidos estos imberbes! Desconfíen de esos periodistas que leen tuits en inglés y quieren disfrutar de su vida social y familiar. En realidad, no les gusta este oficio.
Por un momento, el diálogo parecía una versión patria del sketch de los cuatro hombres de Yorkshire de Monty Python. “Yo estuve un año entero trabajando contigo y no gané un pavo, eh”. Y al parecer, eso tiene que ser así por los siglos de los siglos. Porque ser periodista y trabajar en deportes es un privilegio tan enorme que los afortunados que lo consigan deben sacrificar su vida para que la rueda de la plantación siga girando.