Conocí a Mariló Montero hace cosa de un lustro, cuando publicó su novela La maestra (La Esfera de los Libros, 2019), en la que, junto a la también periodista Carmen Gurruchaga, abordaba “la apasionante historia de María de Maeztu y la Residencia de Señoritas”. Me pareció y me sigue pareciendo una verdadera señora, tal y como define el DRAE el término en su tercera y cuarta acepción: “Persona respetable y de cierta categoría social”, “Persona que muestra dignidad en su comportamiento o aspecto”. El martes acudió a La Revuelta, la némesis de El Hormiguero que presenta David Broncano y, con el coso en su contra, dio una lección de educación y de señorío y lo abandonó, por ello, habiendo cortado una oreja.
El humorista arrancó el primer tercio de la entrevista con un vacile sobre la rivalidad que otrora pudieran tener Montero, Susanna Griso y Ana Rosa Quintana, y la entrevistada le hizo una media verónica estupenda reconociendo la “competencia televisiva, como la puedes tener tú con Pablo (Motos)”, pero apostillando una diferencia: “Nosotras nos llevábamos bien”. En el tercio de varas, la periodista denunció que “todos los presentadores –de TVE– son de izquierdas” y reclamó “más corporativismo, libertad de opinión”. Broncano: “Yo no recibí ninguna llamada política. Soy una persona de izquierdas y progresista, pero creo que eso no me debería impedir hacer ningún trabajo”.
El frontman de La Revuelta pilló a Montero en un descuido: Broncano, en eso, tiene razón. Sucede que la periodista partió de una premisa fallida e inocente: la clave no está en que los presentadores sean de izquierdas, sino en la saturación, en la infinita yincana audiovisual sanchista que hoy es TVE: Silvia Intxaurrondo da paso a Javier Ruiz, que da paso al informativo, que da paso a Marta Flich y a Gonzalo Miró, que dan paso a Jesús Cintora, que da paso al telediario nocturno. TVE es la agitprop que no cesa. En efecto, Canal Sur es bonillista, Telemadrid es descaradamente ayusista, Castilla-La Mancha Televisión es una oda a Page, etcétera, mas ninguna es tan insistente como TVE, ni cuenta con su presupuesto ni, lógicamente, llega a tanta peña.
En el tercio de matar, el duelo fue una porquería. El público, actor hostil, ruidoso y persistente, atacó a Montero con argumentos pueriles, pero eficaces. La tensión llegó a máximos cuando a la entrevistada se le ocurrió –oh, herejía– pedir la retransmisión de corridas de toros en el canal público: “Son un arte que nos gusta a mucha gente”. Broncano exhibió su antitaurinismo, Montero decía que al toro “no se le maltrata” y que “es una tradición muy bonita”, el respetable le perdía el respeto a la invitada, y esta, aguantando el tipo, contra todos, se mantenía firme: “Respeto la opinión de los antitaurinos, pero también se debe respetar la de los taurinos. Morante de la Puebla y otros toreros son los que realmente se juegan la vida en el ruedo”. Durante toda la entrevista, finiquitada al poco de superar la media hora, entrevistador y entrevistada permanecieron de pie.
Al día siguiente, el Ejército Rojo que usted y yo pagamos con nuestros impuestos se arrojó masivamente contra Montero. Javier Ruiz, en Mañaneros: “Cuando Mariló hacía la mañana aquí, promediaba un 7,1%; Silvia Intxaurrondo está promediando un 20%. Pero bueno, debe ser cosa de la mordaza”. Jesús Cintora, en Malas lenguas: “Es llamativo esto de decir que no se puede hablar y luego está hablando en la televisión pública actual. No le gusta, pero está hablando y denunciando”. Y la omnipresente Sarah Santaolalla, de profesión activista: “Trabajo en esta televisión pública –como si no nos hubiéramos dado cuenta– y digo lo que me da la gana excepto cuando le molesta a los amigos de Mariló”.
Los protagonistas, por su parte, estuvieron correctísimos. Montero: “Fue un diálogo entre dos personas educadas que acababan de conocerse y que, aun partiendo de ideologías distintas, demostraron que lo que nos une es más fuerte: la tolerancia, el respeto y la curiosidad sincera por comprender al otro”. Y, finalmente, Broncano: “Quiero agradecer desde aquí a Mariló Montero, porque se dijeron unas cosas, se habló educadamente y, gracias a eso entre otras cosas, fuimos el programa más visto del día”. Según Kantar Media, mintió: 16,5%, El Hormiguero; La Revuelta, 15,1%.