Opinión

Mazón

María Dabán
Actualizado: h
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Carlos Mazón se va, aunque técnicamente todavía continuará en el cargo y permanecerá como diputado autonómico, por aquello de seguir aforado. Se va porque no puede más, dice, y se va reconociendo algunos errores, pero no los principales. A su juicio, su mayor error fue no suspender su agenda ese fatídico 29 de octubre de 2024. Y ese es, quizá, el problema de su benevolencia consigo mismo, que lo que no suspendió no fue un acto oficial, no fue una reunión con algún colectivo autonómico, ni la inauguración de una carretera. Lo que no suspendió, como mínimo, fue una comida con una periodista. Posiblemente una tragedia de tal magnitud acabaría con la carrera política de cualquiera, pero ese no ha sido el problema del presidente de la Generalitat. Su problema fue que ha dado hasta ocho versiones distintas de lo que hizo esa tarde, y que, aun así, hay una parte que nunca ha querido aclarar, y aquí radica la indignidad de su comportamiento, su pecado original de ese día.

En lo que probablemente sí haya tenido razón Mazón es en denunciar la falta de apoyo del Gobierno, que ha estado más centrado en asfixiar políticamente al presidente de la Generalitat, que en ayudar de manera efectiva a los ciudadanos afectados. Y para muestra, un botón, los autónomos que lo perdieron todo han tenido que seguir pagando puntualmente sus cuotas, y, si se beneficiaron de alguna moratoria, han tenido que ponerse al día en esos pagos. Y hay gente que todavía no ha visto un euro por aquello del retraso en la tramitación de los expedientes.

Vecinos limpiando las calles de Paiporta después de la tragedia

El futuro de la Generalitat valenciana pasará ahora por las manos de Vox, que tiene en sus manos un win win, una mano ganadora segura haga lo que haga. Si quieren que apoye al nuevo candidato que presente el PP, exigirán un programa de máximos y, si fuerza la convocatoria de elecciones, aumentará su número de escaños y condicionará con más fuerza el futuro gobierno de la Generalitat. Es lo que tiene que el viento sople a favor, que pase lo que pase, nada perturba tu rumbo.

Es curioso, además, que en los últimos días quien haya defendido públicamente a Carlos Mazón haya sido Santiago Abascal, que considera que el presidente de la Generalitat ha sido un “chivo expiatorio” para intentar exonerar a Sánchez de su actuación en esos días. Alberto Núñez Feijóo ha visto, sin embargo, cada vez más claro que la situación era insostenible, especialmente después del acto en recuerdo de las víctimas del pasado miércoles, donde algunos de los familiares de los fallecidos llegaron a tildar al presidente de la Generalitat de “asesino”. Mazón no es un asesino, pero su actuación fue negligente, y tendría que haber dimitido desde el primer momento, no ampararse en una supuesta reconstrucción para seguir al frente de una institución que, como poco exige un poco más de dignidad. Pero eso es algo que pasa mucho estos días: que hay representantes públicos, como Mazón, como Álvaro García Ortiz, que están muy por debajo de las instituciones a las que representan.

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