Opinión

Puente de plata para el incompetente más débil

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Carlos Mazón ha anunciado que dimite tarde, en la fase colicuativa de su vida política. Arrancó su comparecencia a las 9:09 de este lunes, titubeante, quizá, por comprender que no cruzaba el Rubicón, sino que se adentraba en las aguas definitivas de la laguna Estigia, y concluyó a los veinte minutos, estoico, translúcido –no aclaró cómo será el día después–, y asumiendo, sin esconder su frustración, que Pedro Sánchez le ha derrotado: “Espero que cuando baje un poco el ruido, la sociedad pueda distinguir entre un hombre que se ha equivocado y una mala persona”.

El árbol caído que respondía al nombre de Mazón describió las dimensiones de la tragedia –“Un tsunami inimaginable”– y defendió sus políticas de recuperación: “Cuando empezamos a reconstruir la provincia calculamos que íbamos a tardar más de tres años en reparar lo que hemos conseguido hacer en meses”. De las víctimas habló poco: un “recuerdo de las 229 personas que perdieron sus vidas”, y un reconocimiento –faltaría más– del “derecho a expresarse como consideren”. Gabriel Rufián, al respecto, escribió en X: “Una dimisión a la altura del personaje. Cobarde, falaz y perversa”.

No seré yo quien contradiga al portavoz de ERC en el Congreso, pero tampoco quien contribuya al linchamiento de un hombre vencido. En efecto, el 29 de octubre de 2024, Mazón instauró el Día Nacional de la Incompetencia. Se ha tirado un año descuidando a las víctimas y pariendo excusas mutantes que, en ocasiones, insultaban la inteligencia del personal. Entiendo a los familiares de los fallecidos que, dolidos e indignados, claman “President a Picassent”. Creo que la jueza Nuria Ruiz Tobarra tiene corte con él. Y que sabremos cosas que nos revolverán las tripas.

Dimisión de Mazón - Política
Una fotografía de la comparecencia del ya expresidente valenciano.
EFE

Sin embargo, no me sale participar en la lapidación de alguien que manifiesta, exhausto: “Ya no puedo más”; de un tipo que lamenta los “momentos insoportables” que su familia ha padecido y que, trazando un autorretrato terrible, se ha descrito como “foco de crítica, odio, ruido y crispación”. No me busquen entre los sádicos, cobardes y aprovechateguis que, en estas situaciones, se congregan, gregarios y voraces, como pirañas que han olido sangre. Quien esté libre de pecado, etcétera. Más vale parafrasear –parafrasear no es citar, recuerden– a Azaña y pedir paz, piedad y justicia. Que impere la Ley, no la turba. Puente de plata para el incompetente más débil.

Mazón, que firmó su dimisión seis horas después de pregonarla, se aparta unos días. Lo ha comunicado el mismo día en el que arrancaba el juicio al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y en el que el juez del Supremo Leopoldo Puente proponía juzgar a Ábalos, a Koldo y a Víctor de Aldama. La intelligentsia genovesa, siempre fina. Mientras tanto, Teresa Ribera contempla el paisaje indemne, sacándose un pastizal como vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva, y Sánchez manda al exvocalista de Marengo al cada vez menos selecto Club de Adversarios Liquidados, integrado por, entre otros, Mariano Rajoy, Pablo Casado, Albert Rivera o Pablo Iglesias. El presidente del Gobierno se revela, de nuevo, como la reencarnación más perfecta de Narváez. Cuando, en su lecho de muerte, el confesor le aconsejó al general que perdonara a sus enemigos, este le respondió: “¿Enemigos dice, padre? Yo no tengo enemigos. ¡Los he fusilado a todos!”.