Opinión

Sánchez no se pone Bueno

Entrevista de Pedro Sánchez - Sociedad
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Compareció el presidente del Gobierno el primero de septiembre en la Televisión Pública para inaugurar el curso político. Se confirmaba que ni La Mareta ni Andorra habían obrado el milagro. Su figura seguía siendo esquelética, su piel continuaba pareciendo papel de fumar pegado sobre un semblante huesudo que confería a sus palabras un tono mortuorio, de autoconvencimiento sepulcral. Pero no, como era de esperar la sorpresa no vino con ninguna de las respuestas de Pedro Sánchez, sino con las preguntas de una incisiva Pepa Bueno que decidió regresar a la casa de todos los españoles con una auténtica masterclass de periodismo, de ese oficio capital que hace que los poderes tiemblen y la ciudadanía escuche.

El lunes por la noche, Bueno, como ya hicieron Alsina y Ferreras en su día, puso a Sánchez contra las cuerdas, le colocó ante el espejo de la realidad, dejando frente a él todos esos interrogantes necesarios que llevaba meses esquivando. La mejor prueba de esto que les digo es que, si se fijan, ninguna de las preguntas que le hizo la periodista, y cuando digo ninguna es ninguna, dejó en buen lugar al presidente del Gobierno. Es por ello, que el resumen que podríamos sacar es que la actualidad, los hechos, acorralan a un Pedro cada vez más precario, incapaz de responder sin ese aroma a chamusquina.

No hubo casi tiempo para las presentaciones porque el flamante fichaje de TVE decidió desenfundar su revólver cargado de interrogantes. Señor Sánchez, lleva usted casi un año sin conceder una entrevista, muchos de mis colegas querrían estar donde estoy yo hoy y poderle interrogar, ejercer el derecho de fiscalización al poder que se supone que tiene la prensa. ¿Le parece a usted normal que un presidente del Gobierno lleve tanto tiempo sin ofrecer una entrevista? Sánchez, fiel a su estilo, no tardó ni cinco segundos en lanzar su primera mentira.

Tras esta imperdible introducción, toda una declaración de intenciones, pasamos a los incendios. El hombre que comenzó esta legislatura hablando de construir un muro entre españoles, soltó compungido esa retahíla sobre un gran Pacto de Estado. También se dedicó a cargar con mucha retranca todo el peso de las responsabilidades contra los gobiernos populares, al tiempo que exculpó a su Gobierno de cualquier culpa. «O sea, ¿lo que usted está queriendo decir es que toda la responsabilidad es de la Comunidades Autónomas?». Sánchez vaciló en su respuesta, improvisando una treta sobre la responsabilidad.

Aún estaba masticando el revolcón cuando Bueno volvió a la carga, esta vez con Koldo, Ábalos y Cerdán, la cuadrilla de la muerte. La pregunta venía preñada recordándole al presidente que dos de ellos habían sido sus últimos secretarios de Organización. «¿Le falló el instinto, señor presidente? ¿Se planteó dimitir?». Aquí no hubo sorpresa: mantuvo el argumentario manido de la lúgubre tarde en Ferraz. Quizás lo más jocoso, que no sorprendente, es que se había planteado dimitir.

El kíe, tras su perorata, quiso llenar los pulmones, pero Pepa no le dejó. Vamos con el Fiscal. ¿A usted le parece normal que un país como España tenga a un Fiscal General del Estado que puede acabar sentado en el banquillo de los acusados? Sánchez respondió que es inocente. La periodista le devolvió: ¿la inocencia quién la determina, los jueces o los cercanos? Breve silencio y un susurro: inocente como quién, ¿Ábalos?, ¿Cerdán?

Pedro Sánchez, Santos Cerdán, Begoña Gómez, José Luis Ábalos y Álvaro García Ortiz.
KiloyCuarto

Esperen, que la cosa mejora. También está imputada gente de su entorno, tanteó Pepa. Pedro hizo chanza con el plural de las imputacionessss y le dijo que hablara sin tapujos de su mujer y su hermano. Intentó ensayar la pose de víctima, pero ya estaba con el rictus de killer. Para rematar, se permitió darle un Consejo al Consejo del Poder Judicial.

El presidente, ya exhausto, pareció resoplar cuando Pepa Bueno anunció que introducía el bloque de economía. Se recolocó en su asiento pensando que ahí vendría la remontada. La periodista introdujo la pregunta diciendo que es verdad que hay grandes datos económicos, pero los sueldos son cada vez más bajos y hay un problema con la vivienda. Sánchez, sorprendido, vino a anunciar que se zanjaría el problema de la vivienda. Pero, pum, llegó un croché: presidente, lleva usted ya siete años gobernando…

Al ver que ni en la economía había podido salir airoso, no había tregua. ¿Está usted en condiciones de asegurar que no hay financiación irregular en su partido? Pedro solo acertó a responder un ‘no’ que dejó estupefacta a la audiencia.

Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso.
Javier Cuadrado

Con el sudor frío aun resbalando en su frente, nos adentramos en la financiación singular y el cupo catalán. Señor presidente, ¿es progresista que cada comunidad autónoma gestione su riqueza? Habló de las palabras de Page, a quien se refirió como un destacado miembro de su partido.

Después de esto, llegó el turno de los presupuestos. Aquí parecía decidido, como el chaval que se felicita porque justo se ha estudiado esa pregunta. Que sí, que este curso los presenta seguro. Pero la periodista insistió: ¿qué pasa si no los aprueba?, ¿habrá elecciones? Sánchez, totalmente sonado, dice que nada, que avanti con la guaracha.

Espera, no tan deprisa. Hablemos de la Unión Europea. Pepa Bueno fue clara: ¿Le invitaron a usted a esa reunión en la Casa Blanca o decidió no asistir? ¿España ha perdido bajo su mandato influencia internacional? Tras rodeos, tuvo que reconocer que no contaron con él.

Aquel sangriento espectáculo terminó con un soliloquio de pucheros en el que Sánchez afirmó que la polarización es asimétrica, que él no insulta. Recordaron cuando llamó indecente a Rajoy. El hombre del Manual de Resistencia ya no resiste, solo insiste en sus disparates. Salió de la Televisión Pública peor de lo que entró. La siguiente entrevista, probablemente, se la hará él solo, sentado frente a un espejo.

No puede escapar del reflejo de su trayectoria, le persigue el pasado, le asfixia el presente, le matará el futuro. Sánchez no puede ponerse Bueno. Está marcado por el fin.

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