Desde el campo

La violencia de género, la lucha “más silenciosa” en el mundo rural

Hablamos con Lola Merino, presidenta de AMFAR, una de las voces más firmes en la defensa de la igualdad en el campo. “El panorama se oscurece en el campo”

Lola Merino

Hoy, en día el debate sobre la igualdad suele centrarse en los entornos urbanos, la realidad de las mujeres que viven y trabajan en el campo continúa siendo, en muchos casos, invisible. Frente a esta situación, Lola Merino Chacón se ha consolidado como una de las voces más firmes y reconocibles en la defensa de los derechos de las mujeres rurales. Su trayectoria aúna experiencia política, liderazgo asociativo y una visión clara: sin mujeres no hay futuro para el medio rural.

Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Castilla-La Mancha, Merino ha desarrollado una carrera política dentro del Partido Popular. Desde junio de 2015 es diputada en las Cortes de Castilla-La Mancha, donde ha trabajado activamente en defensa del sector agrario y del medio rural. Entre 2019 y 2024 ejerció como portavoz del PP en el Parlamento autonómico, y también fue vicesecretaria regional del partido. Además, formó parte del Ayuntamiento de Ciudad Real entre 2015 y 2019, consolidando una trayectoria marcada por el servicio público.

Pero si hay un espacio donde su figura ha sido especialmente relevante, es en el movimiento asociativo. Durante más de tres décadas, ha formado parte de la Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural (AMFAR) —actualmente es la presidenta—, una organización con más de 90.000 socias en todo el país. Bajo su liderazgo, AMFAR se convirtió en una plataforma de referencia para visibilizar la realidad de las mujeres rurales y reivindicar su papel en la economía, la cultura y la vida social de los pueblos. La organización ha impulsado proyectos de formación, liderazgo, emprendimiento y empoderamiento, contribuyendo a transformar el rol tradicional de las mujeres en el campo español.

Su trayectoria personal también ha estado marcada por una historia de superación. Hace año y medio, Merino sufrió un episodio de neuronitis vestibular, una dolencia que afecta al nervio vestibular del oído interno y provoca vértigos, desequilibrio y mareos intensos. Tras un largo proceso de rehabilitación, ha regresado a la vida pública con más fuerza, demostrando que el liderazgo político también tiene un rostro humano. Su vuelta a la presidencia de AMFAR coincide con la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, en un gran acto en Ciudad Real que reunirá a 500 mujeres de toda España bajo el lema “Mujer, Fuerza y Vida”.

La lucha de Merino no es simbólica: se apoya en datos contundentes. Según el Ministerio de Agricultura, las mujeres cobran un 3,2% menos que los hombres en contratos a jornada completa en el sector agrario, y la brecha se amplía hasta el 7,6% en temporales. De media, perciben salarios un 12% inferiores. Además, las explotaciones encabezadas por mujeres reciben un 40% menos de ayudas de la PAC que las lideradas por hombres, reflejo de desigualdades estructurales como el menor acceso al crédito, la menor mecanización o la falta de titularidad compartida.

“En España hablamos mucho de igualdad, pero cuando ponemos el foco en el ámbito rural, el panorama se oscurece”, advierte Merino en uno de sus artículos de opinión. La consecuencia es doble: por un lado, muchas mujeres quedan relegadas a la precariedad y la invisibilidad; por otro, el medio rural pierde población y fuerza cuando ellas no encuentran oportunidades.

Frente a esta realidad, Merino propone medidas concretas: incentivar la titularidad compartida en explotaciones, ajustar los criterios de la PAC para favorecer proyectos liderados por mujeres, reforzar la transparencia salarial y ampliar los servicios de conciliación en zonas rurales. No se trata de privilegios, subraya, sino de “justicia y sentido común”. Su trayectoria es también un ejemplo de cómo el activismo social y la política institucional pueden converger en un mismo objetivo: garantizar que las mujeres rurales tengan el lugar que les corresponde en la sociedad.

De primera mano

En exclusiva con Artículo14, Lola Merino nos cuenta más a fondo su superación personal y retos pendientes. Marcada por el episodio personal a nivel de salud, afirma que le ha “costado un año y medio recuperarme, mantener el equilibrio y poder andar”, recuerda. Durante ese tiempo redujo su actividad, aunque nunca abandonó su trabajo por completo. Asegura que el apoyo de las presidentas y socias de AMFAR fue fundamental: “Gracias a su fortaleza y a esa mano amiga, he podido reanudar mi vida laboral y volver con más fuerza”.

Ve la celebración del Día Mundial de las Mujeres Rurales una fecha que considera “clave” para visibilizar el papel de las mujeres en el campo. “Hoy para nosotras es un día importante, para mí especialmente, porque supone mi vuelta al mundo laboral y a volver a estar con ellas. Lo que vamos a pedir en un día tan importante es que se visibilice la esencialidad que tienen las mujeres en el mundo rural, sencillamente, porque un pueblo sin mujeres se muere, desaparece”.

Merino también pone el foco en la violencia de género rural, “mucho más silenciosa”, según explica, por el miedo, la falta de recursos y la dependencia económica. “Es un grito ahogado de muchas mujeres. Tenemos que poner los servicios y herramientas necesarias para acabar con esa violencia”, reclama.

Más allá de las cifras y las políticas, el mensaje de Merino es profundamente humano: las mujeres son el motor silencioso que sostiene la vida en los pueblos. “Tenemos grandes retos por delante, como la despoblación, y eso depende de las mujeres. Hay que garantizar el relevo generacional en el sector agroalimentario y asegurar que esa incorporación sea real y efectiva”.

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