Al paso al frente de Oriol Junqueras para asumir el protagonismo en ERC le ha seguido un paso al lado para abandonar la presidencia del partido tras las elecciones europeas del 9 de junio. Todo en menos de 48 horas. Se daba por hecho que Junqueras tomaría el control de la formación tras la renuncia a la primera línea política del presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, pero la rebelión de un sector del partido con ganas de llevarse por delante a toda la dirección ha obligado al líder republicano a recalcular su ruta.
Altos cargos del Govern (todavía en funciones) consideraban que Junqueras no podía ser ajeno al severo retroceso electoral que ha sufrido el partido en estas elecciones catalanas—ha perdido 180.000 votos y 13 escaños— y no dudaron en filtrar a los medios tanto su malestar como sus ganas de mover la silla del líder republicano.
Fue un trabajo sencillo el de la filtración porque, al fin y al cabo, quienes promovieron la rebelión eran dirigentes que han tenido un peso estratégico en la comunicación del Govern y, por tanto, están acostumbrados al trato con los medios. En su golpe, hallaron una sintonía inesperada con la secretaria general de ERC, Marta Rovira; no tanto porque la intención de Rovira fuera la de derrocar a Junqueras —a quien es leal—, sino porque es partidaria de una “transición serena” en el partido a estas alturas.
Se desencadenó el desconcierto en ERC a lo largo del día de ayer, miércoles, porque la comunicación con Ginebra, donde se halla Rovira, no es particularmente fluida y se procedió a convocar una ejecutiva extraordinaria de cuatro horas de duración (de 18h a 22h de la noche) para pactar las normas de la guerra civil en Esquerra.
Las normas de la guerra
Primera norma: Junqueras abandonará la presidencia de ERC al término de las elecciones europeas. Ahora bien, este abandono no tiene por qué ser definitivo.
Segunda norma: habrá un congreso nacional de ERC el 30 de noviembre para elegir a una nueva dirección del partido y Junqueras piensa presentarse porque de aquí a entonces llevará a cabo un proceso de “escucha activa” con la militancia. Dicho de otra forma, se da seis meses para medir sus fuerzas y rehacer su propuesta política.
Y tercera norma: la secretaria general, Marta Rovira, no renovará el cargo tras el congreso de noviembre. “He comunicado a la dirección que no me presentaré como secretaria general en el próximo congreso y, en todo caso, me gustaría ponerme al servicio y acompañar esta transición que necesitamos para fortalecer el proyecto”.
Recapitulemos: Junqueras se marcha ya, pero no para siempre. Rovira se va, pero no ahora. Un doble movimiento coordinado del tándem que lleva gobernando ERC desde hace 12 años y que se propone su última operación conjunta bautizada como la “transición serena”.
La investidura en Cataluña
Así las cosas, Junqueras desaparece por arte de magia de las conversaciones relacionadas con la investidura del presidente de la Generalitat, todas ellas sin desmadejar. El liderazgo, por tanto, corresponderá a la secretaria general, instalada en Ginebra y, en su defecto, al coordinador nacional de ERC y president en funciones, Pere Aragonès.
Cabe recordar en este punto que la secretaria general de Esquerra ha sido crucial en los pactos con el PSOE, particularmente en todos los relacionados con indultos y amnistías, pero eso no significa que quiera seguir adelante con nuevos acuerdos con el PSC de Salvador Illa, a diferencia de decenas de cargos republicanos del Govern, que aspiran a alargar su vida en la administración a través de algún tipo de acuerdo con los socialistas.
A nivel estratégico, Rovira es partidaria de un modelo opuesto, ya que su intención es reconstruir alianzas con Junts después de dos años de fuego cruzado entre los partidos independentistas.
El desenlace de la investidura está por ver y también lo está el de la guerra interna de ERC. El entorno de Rovira deja una pista: “Ella es consciente de que en estos momentos no hay un relevo a la vista. Si habláramos de hace un año, pues Junqueras y Rovira podrían haber soltado los tratos a Pere Aragonès, a Laura Vilagrà, a las figuras fuertes del Govern. Pero esa posibilidad ya no existe. Son figuras quemadas”.
Y un último dato: Junqueras abandonó la sede ERC pasadas las 23h de la noche sonriente, saludando cordialmente a los medios y con la americana colgada a la espalda de un dedo.