Perder peso rápido y con el mínimo esfuerzo. Esta aspiración, casi ancestral, está desatando la locura en las bodas por culpa del fármaco Ozempic, que tanta gente usa para adelgazar. Cuando habíamos conseguido cambiar el discurso corporal, revive con fuerza el ideal estético de cuerpo diez que popularizó la Jane Fonda, pero sin necesidad de plantarse los míticos calentadores.
Hasta ahora, el fenómeno se hacía notar en las alfombras rojas con celebridades como Kim Kardashian y Oprah Winfrey o Elon Musk, que reconoció haberse inyectado este medicamento para bajar nueve kilos. No en vano, se conoce como la “droga de Hollywood”, a pesar de que han empezado a salir otros fármacos competidores.
También las novias se han sumado a este capricho de divas. En Estados Unidos, la empresa Wedding Report preguntó recientemente a 73 proveedores del sector nupcial por el impacto del Ozempic en sus negocios y la respuesta fue clara. El 7% declaró haber observado “cambios importantes en las demandas de los clientes” y el 11% “cambios más discretos”.
Su informe menciona el testimonio de una diseñadora de vestidos de novia de alta costura que dice que en los últimos dos años no deja de ver novias y madrinas desesperadas por los ajustes drásticos de última hora y encargos que pasan en muy poco tiempo de la talla 18 o 16 a la 10. “Como sé hacer vestidos, no me estreso por ello. Puedo reconstruirlos”, asegura su propietaria, Naama Navipur. El mayor disgusto se lo llevan las costureras, que consideran demasiada responsabilidad tocar un vestido comprado en una tienda sabiendo que se trata de una reconstrucción completa.
¿También está ocurriendo en España? En Artículo 14 hemos hecho nuestro particular sondeo preguntando a modistas y diseñadores de vestidos de novia y de invitadas. La conclusión es que sí, que las novias están adelgazando sospechosamente más de lo normal, pero sin llegar todavía al furor de Estados Unidos. Así nos lo asegura desde Bilbao, la firma Sophie et Voilà, que aún no ha visto esta tendencia tan severa en sus novias. Y en lo que coinciden también modistas y diseñadores es que, salvo excepciones, sus clientes no confiesan fácilmente su método de adelgazamiento, menos si se trata de un fármaco que se consume con un punto de polémica.
Recordemos que el Ozempic se creó para tratar la diabetes tipo 2 mediante inyecciones que mejoran los niveles de glucosa en la sangre, reduciendo el riesgo de eventos cardiovasculares. Se hizo viral como producto para perder peso debido a uno de sus efectos secundarios, lo que provocó un desabastecimiento en Estados Unidos, donde su comercialización no está regulada.
El endocrino Carlos Morillas, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Dr. Peset de Valencia, nos recuerda que este fármaco y otros que llegarán, más específicos para eliminar grasa, suponen un cambio de paradigma en la obesidad humana, pero solo son seguros con receta y bajo supervisión médica. “El sobrepeso está detrás de muchos trastornos cardiovasculares, cánceres y otras enfermedades que se podrán prevenir si conseguimos reducir la grasa. Yo lo receto a mis pacientes siguiendo unos criterios médicos muy estrictos, pero, salvo raras excepciones (como la obesidad clínica), la Seguridad Social no lo prescribe como adelgazante”.
A pesar de ser un producto caro, algunas firmas ya están reescribiendo sus patrones corporales. “Tenemos que evolucionar con nuestras novias y adaptar los diseños al paso del tiempo y al nuevo estilo de mujer para hacer realidad el vestido con el que sueñan. Es verdad que el plazo ideal son seis o nueve meses, pero resolvemos los cambios de última hora con absoluta dedicación”, nos dicen desde el atelier Eva Novias, una firma que comenzó su andadura hace más de cuatro décadas.
Detrás de una talla deseada no suele haber detrás una preocupación por la salud, sino que el objetivo es puramente estético. “Tanto las invitadas como las novias quieren verse bien en una boda y sentirse atractivas de acuerdo con unos determinados estándares. El principal punto débil es el abdomen, aunque no nos descubren si lo mantienen a raya con Ozempic o con una dieta. Quieren tener un vientre liso o al menos que se disimule todo lo posible con el vestido. Es una realidad y nuestras modistas ajustan las prendas sin problema”, explica Martina Alonso, propietaria de la firma gallega Coquette Bon Chic.
Para quienes prefieren prescindir del Ozempic u otros recursos rápidos, los diseñadores preguntados proponen tejidos muy fluidos y texturas ligeras muy favorecedoras que no exigen ajustarse milimétricamente a la silueta femenina. Pero la mayor incógnita es cuánto más adelgazarán. Carmen Horneros, propietaria de la firma que lleva su nombre, dice que lo habitual es perder unos dos o tres kilos en las semanas anteriores. “Aunque algunas novias lo hacen con ayuda de una dieta equilibrada y ejercicio físico regular, otras bajan de peso por el nerviosismo de los preparativos. Si las novias, madrinas o invitadas recurren a este fármaco es un asunto privado que no nos cuentan. Cuando hay que ajustar la cadera, le pecho o los hombros, se hace sin problema. Lo raro es que haya que volver a confeccionar el vestido casi por completo. En cualquier caso, quedará perfecto y listo a tiempo”.
Como vemos, el fenómeno del Ozempic, aún discreto y casi de incógnito, ha calado en la moda nupcial y todo será cuestión de tiempo que se extienda al resto de la ceremonia, como está ocurriendo en algunos países. En Estados Unidos los servicios de catering están planteando ya adecuar su oferta gastronómica nupcial a los nuevos apetitos que derivan del Ozempic, con platos más ligeros y porciones más reducidas, incluso en la tarta.
Nos quedamos con el consejo del doctor Morillas: la salud no admite atajos. Cuando no hay más propósito que llegar al altar hecha una sílfide, el cuerpo regresa a su estado natural por el temido efecto rebote con la misma rapidez que sobrevuela el ramo de la novia sobre una pléyade de solteras. Al menos, siempre quedará el álbum de fotos como recuerdo.