En los últimos años, el mundo laboral ha avanzado hacia estructuras más horizontales, diversas y conscientes. Sin embargo, persisten dinámicas tóxicas que minan el bienestar dentro de las organizaciones.
Una de ellas, especialmente marcada por el género, es el llamado síndrome de la abeja reina: un patrón de comportamiento en el que una mujer en posición de poder obstaculiza, desvaloriza o compite de forma destructiva con otras mujeres de su entorno profesional. El fenómeno no es nuevo, pero se ha vuelto más visible a medida que más mujeres acceden a puestos de liderazgo.
Lejos de ser un conflicto interpersonal aislado, este síndrome corresponde a un problema estructural. Surge en entornos donde las mujeres perciben que solo hay espacio para una en la cima, y que para mantenerse ahí deben distanciarse de sus iguales. La “abeja reina”, en este contexto, adopta comportamientos que reproducen desigualdades en lugar de desafiarlas. Pero entender el fenómeno es el primer paso para desmontarlo.
Qué es exactamente el síndrome de la abeja reina
El término “abeja reina” describe a aquella mujer líder que no apoya a otras mujeres, sino que compite con ellas de manera hostil, impidiendo su crecimiento profesional. Estas conductas pueden expresarse de múltiples formas:
- Desautorizar o cuestionar de manera constante el trabajo de otras mujeres.
- Impedir oportunidades de ascenso o acceso a proyectos relevantes.
- Exigir estándares imposibles, más altos que los aplicados a los hombres.
- Promover un clima de rivalidad, fomentando comparaciones y favoritismos.
- Restar valor a la sororidad, defendiendo que “ella llegó sola” y que todas deberían hacer lo mismo.
A menudo, la “abeja reina” no actúa desde la maldad, sino desde el miedo: miedo a perder su posición, miedo a no ser tomada en serio, miedo a que otra mujer la supere en una estructura que históricamente ha legitimado el poder masculino. El problema es que ese miedo puede transformarse en toxicidad.
Por qué afecta principalmente a mujeres
El síndrome no surge porque las mujeres sean más competitivas entre sí, sino porque históricamente han sido situadas en espacios de competencia restringida. Cuando la estructura manda el mensaje de que solo hay una “silla para mujeres”, la rivalidad se convierte en un mecanismo de supervivencia.
Este fenómeno se agrava en entornos donde:
- Las mujeres líderes son escasas.
- Hay poca cultura de mentoría femenina.
- Se valora el estilo de liderazgo tradicionalmente masculino.
- Se penaliza la empatía o el cuidado, asociándolos (erróneamente) con debilidad.
Es decir: la “abeja reina” es tanto producto de su contexto como de sus decisiones.
Cómo identificar si trabajas con una “abeja reina”
Reconocer este patrón es clave para proteger tu estabilidad emocional y profesional. Algunas señales:
- Te asigna tareas por debajo de tu capacidad para limitar tu visibilidad.
- Minimiza tus logros o los adjudica a factores externos.
- Te excluye de reuniones, decisiones o redes informales de poder.
- Te critica en público, pero evita darte retroalimentación constructiva.
- Favorece a los hombres del equipo mientras exige perfección a las mujeres.
Si varias de estas dinámicas están presentes, es probable que estés ante una líder que reproduce el síndrome de la abeja reina.
Cómo gestionar la situación sin poner en riesgo tu carrera
Aunque la responsabilidad del cambio es organizacional, existen herramientas que pueden ayudarte a navegar este escenario manteniendo tu integridad y tu carrera a salvo:
Documenta comportamientos
Registra ejemplos concretos: correos, fechas, decisiones injustificadas. Esto te servirá si necesitas acudir a Recursos Humanos o si buscas apoyo externo.
Construye alianzas
Busca apoyo en compañeras y compañeros de confianza. La red es fundamental para contrarrestar la sensación de aislamiento.
Pide retroalimentación formal
Solicitar evaluaciones periódicas te permite visibilizar tu trabajo y obliga a tu superiora a justificar sus decisiones.
Pon límites profesionales
Define con claridad qué conductas no estás dispuesta a tolerar. Los límites no son confrontación: son autocuidado.
Considera apoyos externos
Mentoras, coaches, sindicatos o incluso terapeutas laborales pueden ayudarte a leer la situación con más herramientas.
Hacia entornos laborales más saludables
El síndrome de la abeja reina no desaparecerá solo señalándolo. Empresas y organizaciones deben fomentar liderazgos inclusivos, formar a sus mandos en gestión emocional, y promover espacios donde las mujeres no compitan por migajas, sino que crezcan juntas.
Las mujeres no son rivales naturales. Son aliadas poderosas cuando se reconocen, se apoyan y se impulsan mutuamente. Identificar la abeja reina no es dividir: es el primer paso para construir entornos laborales más justos, colaborativos y humanos.

