El mundo laboral actual, aunque cada vez es más diverso, muestra ciertas complejidades en las dinámicas de género. Un fenómeno que ha capturado la atención de psicólogos y sociólogos es el llamado Síndrome de la abeja reina.
Este término describe el comportamiento de mujeres en puestos de poder que adoptan actitudes más críticas, duras o desfavorables hacia sus subordinadas y colegas femeninas. Descubre cuáles son los motivos tras esta compleja situación.
Qué hay tras el síndrome de la abeja reina

Acuñado por primera vez en la década de los setenta, por G. L. Staines, T. E. Jayaratne y C. Tavris, el concepto de síndrome de la abeja reina se parece mucho al comportamiento del animal en la naturaleza.
Según hallaron, hay mujeres jefas o en cargos de poder que les ponen las cosas más difíciles a las trabajadoras que a sus iguales o compañeros de trabajo masculinos. Y no precisamente por cuestiones de rivalidades personales.
La psicología encuentra una interpretación en este comportamiento en la histórica dominancia masculina de los altos cargos en la esfera laboral.
La falta de oportunidades en este tipo de cargos para mujeres, que hasta hace no mucho se daba de manera excepcional, ha llevado a que las mujeres se autoprotejan inconscientemente (o de manera consciente) en sus roles de poder.
Siempre con la esperanza de encajar en los moldes de liderazgo establecidos, donde las dinámicas de poder se han dado habitualmente en contextos de desigualdad.
Superando el síndrome: de la competitividad a la sororidad

La psicóloga y socióloga chilena Anabelle Matamala aportó a El Mostrador que a muchas mujeres, no les queda más remedio que desarrollar ese síndrome de la abeja reina. Al atravesar un duro camino hacia un cargo de poder, hay quienes asumen que “a las demás también les tiene que costar” el proceso.
Este hecho responde precisamente a las continuas presiones a las subordinadas, a unos entornos laborales basados en la competición y en quién da más y cae en mejor gracia a los altos cargos de la empresa.
El síndrome se puede manifestar de diversas maneras, como puede ser la negación de las desigualdades, la preferencia por los compañeros varones, la crítica excesiva y continua a las compañeras y la obstrucción al ascenso a las mujeres, especialmente si son más jóvenes.
Es decir, que se genera una cultura tóxica que a menudo, no permite el avance en materia de talento femenino en muchos lugares de trabajo.
Frente a esto, hay expertas por un cambio de paradigma en el liderazgo femenino. En vez de tener una mentalidad tan competitiva, creen que se debería virar hacia la mentoría y el apoyo estratégico.
Es el caso de Julia Almagro, coach de liderazgo femenino, quien afirma que “sin sororidad, el éxito y la visibilidad de la mujer seguirá siendo anecdótico y constituyendo una excepción, más que la norma.”
Como culmina la propia Almagro: “Dejemos atrás esa deseo insano de convertirnos en la abeja reina dentro de la colmena y entendamos de una vez que todas somos gotas de agua en un mismo océano. Una vez nos decidamos a remar en la misma dirección, seremos imparables.”