Recibir malas notas al final del curso supone un jarro de agua fría para los niños, y para las familias. Los expertos indican que las vacaciones de verano no deben convertirse en un castigo por los suspensos de tus hijos.
En esa línea, una psicóloga educativa señala que este periodo requiere un equilibrio entre la responsabilidad académica y la necesaria recuperación psicológica.
Un plan para los suspensos de tus hijos y el verano

Los jóvenes con asignaturas pendientes suelen arrastrar meses de frustración en los meses de verano. Los primeros días de vacaciones deberían dedicarse a rebajar esa tensión, antes de iniciar cualquier plan de estudio de cara a preparar las recuperaciones.
La Doctora en Psicología clínica y Salud Laura Rojas-Marcos asegura que “prohibirles las vacaciones por completo” no sólo es un error, es “contraproducente“. Ya que los niños “necesitan desconectar para retomar con energía” sus labores académicas.
Una vez establecido el descanso, lo ideal para niños y adolescentes es crear una rutina de estudio por la mañana. Las investigaciones sobre cronobiología adolescente muestran que su capacidad de concentración alcanza su pico entre las 9:30 y las 12:00 horas. Aprovechar estas horas para el repaso resulta más efectivo que obligarles a estudiar por las tardes, cuando su atención decae notablemente.
Además, es mejor que una parte del repaso sea sin dispositivos electrónicos y que incluyan algún descanso. Idealmente, este se debe dedicar a ejercicio físico. En su defecto, alguna actividad que les mantenga activos. El espacio de estudio debe ser uno diferente al del descanso, por lo que es recomendable animarles a no estudiar en la cama ni en el sofá.
Cómo ayudarles a estudiar en vacaciones

Los psicólogos animan a no ser muy duros por los suspensos de tus hijos. No es el fin del mundo y no hay que hablarles con dureza, como si lo fuera. Así pues, estos profesionales sugieren que los padres y madres ayuden y apoyen a sus hijos en esas semanas estivales de preparación para las recuperaciones.
Por un lado, se les puede sugerir que trabajen con metas realistas y conseguibles. Por ejemplo, repartir el trabajo en partes, y trabajar individualmente cada una de ellas con “recompensas” a cambio de terminarlas.
Asimismo, el enfoque del estudio debe ser constructivo por las dos partes. Charlar con ellos y tratar de entender qué deben mejorar para poder aprobar las materias es clave para que consigan repasar sin ansiedad.
Por último, hay que ayudarles a encontrar ejemplos prácticos y conocidos por ellos, con los que comprender mejor los contenidos de las materias suspendidas. Esto facilitará la tarea de enfocar mejor aquellos temas y contenidos que más les cuestan superar.
Contrariamente a lo que se suele decir, permitir que tengan actividades lúdicas de su preferencia les ayuda mucho a mejorar el rendimiento. Y si se complementan estudios con actividades culturales relacionadas, la mejoría del rendimiento es aún más considerable. Por ejemplo, un niño que ha suspendido Historia, puede generar más interés al visitar un museo o un yacimiento, o leyendo un libro de esta temática adecuado a su nivel de edad.
Los suspensos de tus hijos deben afrontarse en verano con comprensión, apoyo y sin negar su ocio. Al final, como dice la psicóloga Rojas-Marcos: “Los adolescentes necesitan entender que los errores son parte del aprendizaje, no el final del camino”.