Este vino no es muy conocido en España, pero después de probarlo no vas a querer otro

¿Te gusta el vino y quieres probar algo exótico que nunca jamás olvidarás? Haznos caso y dale una oportunidad a esta propuesta

Jurançon - Internacional
Una fotografía de un viñedo en Jurançon.
Office de Tourisme Coeur de Béarn

El vino Jurançon es uno de esos secretos que Francia guarda celosamente en sus valles pirenaicos y que apenas ha logrado cruzar la frontera hacia España.

No se encuentra en grandes superficies ni aparece entre las botellas habituales de bares y restaurantes. Pero, cuando se prueba, se descubre un universo de aromas y sabores que difícilmente se olvidan.

No es casualidad que durante siglos haya sido considerado un vino de reyes y que hoy los expertos lo sitúen entre las joyas más singulares del suroeste francés.

Un rincón escondido en los Pirineos

El vino Jurançon se produce en el Béarn, a pocos kilómetros de Pau, en un paisaje de colinas verdes y montañas nevadas.

La influencia atlántica y la cercanía de los Pirineos crean un microclima único, donde la uva alcanza una maduración especial.

Allí, entre brumas matinales y tardes soleadas, las viñas crecen en suelos pedregosos y arcillosos que otorgan carácter a cada racimo.

No hablamos de una región vinícola masiva, sino de un territorio pequeño y orgulloso de mantener sus tradiciones, donde cada vendimia es casi un ritual.

Un vino con dos almas

Una de las particularidades del vino Jurançon es que se presenta en dos estilos muy diferentes.

Por un lado está el Jurançon sec, un blanco seco, fresco y vibrante, con notas cítricas y florales que maridan a la perfección con pescados, mariscos o quesos suaves.

Botella de Jurançon - Sociedad
Imagen promocional de una botella de Jurançon.
Greco Foie Gras

Por otro, el más célebre: el Jurançon moelleux, un vino dulce natural que se elabora con uvas sobremaduradas o pasificadas en la vid. Esta segunda versión es la que ha hecho historia: dorada, untuosa, con aromas de miel, frutas confitadas y un toque especiado, pero siempre con la acidez justa que evita el empalago.

Lo que diferencia al vino Jurançon de otros dulces europeos es precisamente ese equilibrio. Mientras otros apuestan por la densidad, este mantiene una frescura sorprendente, capaz de limpiar el paladar y dejar ganas de más.

Uvas que solo se entienden allí

La identidad del vino Jurançon está ligada a dos variedades autóctonas: Petit Manseng y Gros Manseng.

La primera es célebre por su capacidad para resistir en la vid hasta diciembre, concentrando azúcares y aromas sin perder acidez.

La segunda aporta volumen y fruta fresca, equilibrando el conjunto.

Gracias a ellas, los productores logran vinos de gran personalidad, muy distintos de los blancos más habituales en España.

El vino Jurançon no busca parecerse al albariño, a la godello o al verdejo. Tiene un perfil propio, marcado por su origen montañoso y por la tradición de vendimias tardías que convierten cada botella en un pedazo de paisaje.

¿Qué tiene que ver el vino Jurançon con la monarquía?

El prestigio del vino Jurançon no es nuevo. Ya en el siglo XVI, se convirtió en símbolo de distinción cuando el rey Enrique IV de Francia fue bautizado con unas gotas de este néctar en los labios.

Enrique IV de Francia - Internacional
Retrato de Enrique IV de Francia, por Frans Pourbus el Joven.
Wikipedia

Desde entonces, su fama se extendió entre las cortes europeas, aunque con el tiempo fue quedando relegado a un círculo de iniciados.

Hoy, quienes lo descubren sienten que han encontrado un tesoro escondido, una tradición que se mantiene viva lejos de las modas pasajeras.

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