Íñigo Errejón, referente en su momento del mundo de la izquierda e incluso del feminismo, se enfrentará más pronto que tarde al banquillo de los acusados por la presunta agresión sexual a la actriz Elisa Mouliaá, según las fuentes del caso consultadas por Artículo14.
Tras un año de instrucción, el juez Adolfo Carretero ve que la investigación “ha llegado a su fin”. De hecho, enfrentó las últimas diligencias con la intención de “dejar cerrado el caso”. Pero la defensa de Errejón, “a la desesperada”, según fuentes presentes, alegaron el pasado viernes que una de las testificales “no se escuchaba bien!. Extremo que despertó el enfado de Carretero, que dijo que no entender el empeño por “torpedear” la instrucción e “intentar dilatarla”.
Los últimos testigos en acudir fueron dos psiquiatras de Sanitas que atendieron a Mouliáa en 2023 por una depresión, dos años después de la presunta agresión. Ambos declararon que Mouliáa no aludió al encuentro con Errejón en sus consultas pero sí afirmaron, según fuentes presentes consultadas, que sus “síntomas eran compatibles con una agresión sexual”.
Por ello, Jorge Piedrafita, abogado de la acción popular ADIVE, señala que la última prueba psiquiátrica “ratifica la versión denunciante de la víctima, especialmente en su vulnerabilidad por la sertralina mezclada con el alcohol”. “Aproximándose el cierre de la instrucción que deja a Errejón al borde del banquillo, pese a la insistencia y reiteración de la defensa en la reproducción de las declaraciones de Borja y Soraya, dilatando la instrucción sin base jurídica para ello”, destacó.
Se refiere a las testificales de los anfitriones de la fiesta y examigos de Mouliáa que declararon por videoconferencia desde Australia. Estas comparecencias son las que reclama ahora la defensa de Errejón porque se queja de que no se escuchan bien.
Estos testigos han ganado un papel relevante desde que se filtraran unos audios intercambiados por la actriz y Soraya, en los que decía preocupada: “Tía, me das miedo. Me da miedo que declares en mi contra. ¡Que tengo una hija y soy mamá soltera!”. E insistía a su examiga: “Lo único que te estoy diciendo es que facilites un poco la movida, ¿sabes? Y si se archiva, que se archive por falta de rotundidad ante lo que la Justicia requiere, pero no por denuncia falsa. Porque falsa no es, tía”, reiteraba.
Este intercambio de mensajes intentó utilizarlos la defensa para abrir una investigación a Mouliáa por coacciones e intimidación de testigos, pero el juez Carretero consideró que en esa conversación no hubo presión ni coacción. Que se enmarcó en la relación natural de “dos amigas íntimas que comentan lo sucedido”. Y aunque Carretero reconociera que en el transcurso de la conversación hay “una confrontación de pareceres, en ocasión fuerte“, subrayó que la presunta agresión se produjo en la intimidad y que el testimonio de Mouliáa no había variado.
Además, añadió en el auto que su relato fue corroborado, en parte, en sede judicial por la testigo, aunque presenten versiones “en muchos aspectos contradictorias”, ya que, en la testifical, Soraya restó importancia al testimonio de Mouliáa diciendo que “adornaba historias” y apuntó que en su casa no hay pestillos. Un detalle relevante dado que la presunta víctima dijo que en el momento de la supuesta agresión le encerró en una habitación con tranco.
Para cerrar el asunto, aseveró el juez: “Hablar con un testigo amigo antes de la declaración no constituye una amenaza o intimidación, máxime cuando la testigo declaro lo que tuvo por conveniente en su declaración y no aparece que fuera muy influida por la Sra. Mouliáa, sino más bien lo contrario”.
Por su parte, Borja, pareja de Soraya, intercambió mensajes con Errejón. La defensa de Mouliáa considera que tenían el objetivo de modificar su versión porque Borja dijo en sede judicial que habló con el expolítico para preguntarle: “Qué es lo que pasa con esto, qué tenemos que hacer nosotros”. Mensajes que obran en la causa porque el juez ordenó volcarlos.
Resulta que Borja y Soraya, los anfitriones de la fiesta, que eran amigos de la actriz, rompieron relaciones y se distanciaron de esta en los últimos años habiéndose acercado al presunto agresor desde que estalló el caso. “Eran personas importantes para mí, aunque ya había tensión entre nosotros por mi divorcio. Se posicionaron con mi exmarido y me distancié. Cuando pasó lo del año pasado, esperaba una llamada de mi amiga, pero en lugar de eso se pusieron del lado del acusado. No sé si lo hicieron por dinero o por venganza, pero fueron ellos quienes entregaron los audios”, aseveró Mouliáa a este periódico.




