Elisa Mouliaá tiene una sonrisa infinita y una naturalidad arrolladora. Ríe, se emociona y vuelve a sonreír. Llega contrariada porque le han cerrado su cuenta de Instagram, una “decisión arbitraria” que tiene la intención de luchar. Un año después de señalar por violencia machista al por entonces recién dimitido Íñigo Errejón, responde sin ambigüedades a todas las preguntas de Artículo14. “No me arrepiento”, deja claro desde el principio, a pesar del cuestionamiento público, el odio diario en redes, la escasez de trabajo, la traición de amigos y el impacto en su salud física y mental. La actriz se muestra convencida de que el exportavoz de Sumar será “procesado”. “No se va a archivar, hay evidencias claras”.
Se cumple un año desde que alzó la voz. ¿Ha cambiado su vida?
Ha sido un año muy removido, pero también de madurez. Siento que he hecho lo correcto. Se me han acercado personas a agradecerme la valentía y también he tenido que aceptar algo que no esperaba: todo el hate. Vivimos en una España que todavía juzga y critica muy rápido, que piensa que si hablas es porque quieres dinero o fama. Estamos en 2025, las mujeres no necesitamos a nadie para valernos por nosotras mismas.

Retrocedamos al 24 de octubre de hace un año. Salta la noticia, dimite Errejón. ¿Qué pasa por su cabeza antes de poner el tuit donde denunciaba acoso?
Recibo un mensaje de un amigo de toda la vida al que ya le había contado lo ocurrido. Pongo la tele y veo que ha dimitido. No me lo esperaba. Yo había callado por quién era; me había afectado, pero no era consciente de que era un depredador sexual hasta que supe que había más mujeres. Cuando vi que decían que las denuncias anónimas podían ser falsas, pensé: “Lo va a repetir. Lo van a llevar de tertuliano y seguirá aprovechándose de mujeres”. Así que lo conté.
Después de ese mensaje, va esa misma noche a la comisaría, ¿verdad?
Sí. Pongo el mensaje y enseguida recibo una avalancha de llamadas. Me llamó Ana Pastor, que fue maravillosa; me escuchó y me dijo: “Esto es fuerte, deberías denunciar”. Me animó y fui esa noche.
¿Cómo fue su experiencia en comisaría?
Maravillosa. Me ayudaron mucho a tranquilizarme y a contarlo todo con detalle. Curiosamente, años antes hice un papel en Servir y proteger interpretando a una policía de la UFAM, así que conocía el protocolo.
¿Qué sintió cuando le dijeron que lo que había sucedido era una agresión sexual?
Creo que muchas mujeres viven situaciones que piensan que “solo son acoso” y no les dan importancia. Hemos normalizado demasiadas cosas.
¿Cree que hay muchas mujeres que viven situaciones similares y no se atreven a denunciar?
Sí, muchísimas. Por miedo, por la jerarquía, por quién está a tu alrededor, por no ser puesta en duda y que se te juzgue o critique. La oleada que he vivido he intentado despersonalizarla y no tomármelo como algo personal porque creo que es algo que viven todas las mujeres cuando dan el paso: tener a muchísimas personas en tu contra pensando que te lo has inventado.
Recibió testimonios de otras víctimas. ¿Por qué no llegó a presentarse una denuncia conjunta?
Nunca lo sabré. Me llegó un mensaje de una de ellas diciendo: “Lo siento, pero me echo para atrás”. Creo que muchas, al ver lo que estaba viviendo y la exposición mediática, se asustaron. Muchas no querían que se supiera su nombre ni que su entorno lo conociera, ya fuera por su trabajo o su familia. Veían que la prensa venía a mi casa, al colegio de mi hija, sacaban información manipulada. Creo que vieron la crueldad de todo y se echaron atrás.
¿Hubo algún momento en que se sintiera tan abrumada que pensara: “No debería haberlo hecho”?
Sí, he tenido bajones. Mi sistema inmunológico se ha resentido y me he preguntado hasta qué punto todo esto estaba afectando a mi carrera. Es verdad que hubo menos castings, pero no me arrepiento. Creo que hice lo que debía.
¿Cómo va el proceso judicial?
Creo que el proceso se va a agilizar bastante después de las psiquiatras de este viernes y que se pasará al auto donde se decide si la denuncia se archiva o pasamos a juicio. Puede ser que para el mes de mayo haya juicio.
¿Piensa que le van a procesar, que le van a sentar en el banquillo?
Creo que sí. Archivarse no se va a archivar porque hay evidencias claras, hay mensajes cotejados de esos días.
Fue muy criticado el interrogatorio que le hizo el juez Adolfo Carretero. ¿Cómo lo vivió?
Me sentí muy cortada. Quería contar todo con calma, pero entendí que desde el punto de vista judicial es normal aplicar presión para que salga la verdad. En estos temas, los jueces podrían recibir formación para enfocarlo de manera adecuada.
Este viernes hay nuevas declaraciones. ¿Le afecta cuando el proceso sigue avanzando?
Sí, mucho. Cuando se acerca una vista o una diligencia, me tenso. He visto cómo me ha tratado parte de la prensa: cuando hay algo a mi favor, apenas lo publican, pero si encuentran un detalle que pueda ir en mi contra, lo amplifican en medios potentes.

¿A qué se refiere con eso?
Con los audios lo pasé fatal. Fue una manipulación absoluta. Sacaron fragmentos, pero no contaron que el juez determinó que yo no coaccioné a nadie, porque vio toda la conversación y también los mensajes del día de los hechos, donde explicaba que este señor me había acosado. Es decepcionante ver cómo las órdenes vienen de arriba y se acatan sin más.
¿Se ha sentido traicionada por los testigos de la fiesta?
Sí, mucho. Eran personas importantes para mí, aunque ya había tensión entre nosotros por mi divorcio. Se posicionaron con mi exmarido y me distancié. Cuando pasó lo del año pasado, esperaba una llamada de mi amiga, pero en lugar de eso se pusieron del lado del acusado. No sé si lo hicieron por dinero o por venganza, pero fueron ellos quienes entregaron los audios.
¿Ellos e Íñigo Errejón se conocían previamente?
No, se conocieron en la fiesta. Después del divorcio hubo tensión porque fueron quienes me presentaron a mi exmarido. Con él tengo ahora buena relación; incluso retiramos una denuncia por un episodio de violencia física para tener custodia compartida de mi hija. Pero con ellos ya no había relación. Cuando pasó todo esto, no quisieron ver más allá, dijeron “no me quiero meter en problemas” y lo dejaron ahí.
¿Cree que se ha puesto el foco en su comportamiento y los medios han sido más duros y exigentes con usted que con Errejón?
Sí, muchísimo. No pensaba que el foco se iba a centrar tanto en mí y en todo lo que he dicho, cada coma, cada momento que estoy por la calle. El foco se pone siempre en la mujer, siempre. Es una pena.
¿Le ha pasado factura no cumplir con el estereotipo de víctima perfecta?
Sí. La gente piensa que tienes que estar 16 horas al día llorando y que, si no se te ve afectada porque eres una persona que intenta ver lo positivo de la vida, es que estás mintiendo. Y no. Creo que todo el mundo tiene derecho a pasar página, a afrontar el día a día con amor y con dignidad.
¿Se ha puesto en contacto con usted algún partido político?
Sí, Sumar, completamente consternados. Eso me gusta porque veo que hay coherencia y, además, se ofrecieron a pagar parte del procedimiento, y lo han hecho. Estoy eternamente agradecida porque, lejos de ganar dinero, yo lo he perdido; denunciar cuesta dinero.
¿Qué consejo les daría a otras chicas para identificar situaciones de abuso o acoso?
Que escuchen su cuerpo. Si sienten sensaciones desagradables o extrañas, que paren, que tomen distancia. Que antes de vincularse decidan con cabeza a qué quieren exponerse. Que sean conscientes de que hay alguien que no les está generando lo que ellas esperarían.
¿Cómo ha lidiado con el hate en redes sociales?
Intento contestarlo de forma consciente. Ignorar no siempre funciona porque algunos buscan precisamente eso, que te quedes callada. Para mí es un partido de tenis: me dan un golpe, yo lo devuelvo.

Le han hecho entrevistas bastante duras en algunos programas. ¿Se ha sentido atacada?
Sí. En un par de programas sentí que intentaban pillarme por todos lados, cuestionarme. Al final, lo que pasó es lo que pasó, no tengo ninguna contradicción realmente. Igual en la manera en que expresé que no me había afectado, por querer ser fuerte y pasar página; pero una cosa es eso y otra cómo te afecta inconscientemente en el cuerpo y en la forma de vivir.
¿Qué reproche les haría a los medios?
Pido a todos los medios de comunicación que estos temas los traten con un poco más de delicadeza y que se acerquen a las víctimas. Y que, por mucho que haya gente en el poder o mediática relacionada, ya sea Ábalos o lo que ha pasado, se lo piensen dos veces antes de denigrar la imagen de una persona que, además, se dedica al mundo audiovisual. Por favor.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.




