La magistrada Victoria Rosell siempre recuerda que, si la víctima de “La Manada de Pamplona” hubiera salido del portal aquella fatídica noche y hubiese contado que cinco hombres le habían robado el bolso, nadie habría dudado de su palabra. Es en el momento en que los acusa de un delito de violencia machista cuando surgen las suspicacias y se cuestiona su testimonio.
Casi diez años después, y con una cuarta ola feminista mediante, la palabra de otra víctima —la del caso Dani Alves— se consideró “no fiable” por las opiniones de algunos magistrados sobre su comportamiento previo al supuesto ataque.
¿Se duda de forma sistemática de una mujer que denuncia violencia machista?
“La única manera de que te crean como víctima es que te maten”
Miguel Lorente, médico forense y exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, es tajante: “La única manera de que te crean como víctima es que te maten. Y todavía tienes problemas para la investigación. Pero si no te matan, tu palabra va en contra de ti, de los hechos. Es lo que pasó en la segunda sentencia de Alves. Con las mismas pruebas y los mismos hechos, si la hubiera matado, lo habrían condenado en la primera, la segunda, la tercera y todas las veces que lo juzgaran, porque los datos son objetivos, pero lo que se cuestiona es el papel de la mujer en ellos”.

Instantes después de denunciar la agresión sexual, la mayor preocupación de la víctima de Alves era que se filtrase su identidad —algo que hizo, por cierto, la madre del futbolista en redes sociales—. Lo sabemos porque quedó grabado en la cámara del mosso d’esquadra que la atendió en un primer momento. La joven de 23 años intuía a qué se enfrentaría si su nombre e imagen saltaban a los medios de comunicación. ¿Cómo sabía una mujer tan joven lo que se le podría venir encima?
Mujer manipuladora que denuncia para beneficiarse
Es sencillo. Lorente explica que, en el imaginario colectivo, “la mujer que denuncia encaja en el perfil de manipuladora que lo hace para beneficiarse, no solo por hacer daño —que también—, sino para sacar un rédito a través de la acusación”.
Y, como muestra, recuerda los datos del último barómetro del Centro Reina Sofía: el 41,8 % de los jóvenes cree que los hombres han perdido la presunción de inocencia y que no tienen defensa frente a las denuncias falsas.
Sabemos que estas percepciones no encajan con la realidad. De hecho, existe un grave problema de infradenuncia y resulta muy complicado condenar a un agresor en los tribunales, incluso con todas las pruebas, como en el caso de Alves.

Lo cierto es que, si repasamos los casos de mujeres conocidas que han roto el silencio y han denunciado violencia machista, siempre se repite el mismo patrón: se cuestiona su testimonio, se analiza cada detalle de su vida —antes y después de la acusación— y se las somete a un escrutinio público en un momento de extrema vulnerabilidad.
Nevenka Fernández, Juana Rivas, Rocío Carrasco, Jennifer Hermoso, Elisa Mouliaá, Mar Flores…
Nevenka Fernández, Juana Rivas, Rocío Carrasco, Jennifer Hermoso, Elisa Mouliaá, Mar Flores. A todas ellas se las cuestionó, se las examinó y su imagen pública sufrió consecuencias.
¿Se es más severo con las mujeres con proyección pública cuando denuncian violencia machista?
Macarena Baena, directora de Efeminista y experta en violencia de género, no ve demasiada diferencia entre cómo se juzga a una mujer anónima y a una famosa. “Lo hemos visto con la mujer que denunció a Dani Alves. Es verdad que, cuando eres una mujer conocida como Jennifer Hermoso, ya te expones a portadas tremendas, como la de ‘Jenni deja caer a Rubiales’, por ejemplo”.
“Creo que falta mucha formación y perspectiva de género, pero también consecuencias legales para cualquiera que se permita recriminar o volver a agredir a una mujer a través de un medio de comunicación”, advierte.

De la misma opinión es Carolina Pulido, exconcejala de Más Madrid y consultora en temas de género e infancia: “No debemos permitir que haya espacios televisivos donde se legitimen los discursos negacionistas sobre las violencias, se dé espacio a los perpetradores y se ponga en duda el testimonio de las víctimas. Todo esto ocurre en foros de debate llenos de ‘opinadores’ sin un ápice de profesionalidad”.
Por eso apunta: “Para ello existe no solo un marco normativo que permite denunciarlo, sino también vías administrativas como las comisiones deontológicas de periodismo”.
Se puede sancionar a los medios
Isaac Guijarro, del bufete Olympe Abogados, cree que existe margen para sancionar. “Nosotras entendemos que la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género es la competente para tomar acciones en virtud del artículo 3 del Real Decreto 246/2024, de 8 de marzo (por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio de Igualdad y se modifica el Real Decreto 1009/2023, de 5 de diciembre, por el que se establece la estructura orgánica básica de los departamentos ministeriales) y del artículo 12 de la Ley contra la Violencia de Género”.
Este marco legal establece “que la Delegación puede actuar directamente ante los tribunales mediante medidas de rectificación o cesación de contenidos misóginos, o que fomenten estereotipos machistas o de violencia de género o sexual”.

Para Guijarro, la Delegación también puede solicitar la colaboración de otros ministerios, pues entre sus competencias está la de coordinarse con otros departamentos para aplicar, evaluar o impulsar las medidas previstas en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
Además, explica: “Según el artículo 155 de la Ley de Medios, quien es competente para sancionar a los medios por promover, por ejemplo, la desigualdad entre hombres y mujeres, es el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Por tanto, la Delegación, dentro de esa coordinación, podría elevar una denuncia sobre ciertos programas de televisión”.
Según fuentes de Igualdad, no entra en los planes del Ministerio que dirige Ana Redondo, de momento, actuar o informar de sus obligaciones a los medios de comunicación.
“No estamos en 1999 con Ana Orantes”
Irene Zugasti, politóloga y periodista especializada en políticas de género, señala que a estos medios no les justifica decir que “era la época” o alegar desconocimiento: “No estamos en 1999 con Ana Orantes ni en los 2000, cuando se machacó a tantas mujeres de la crónica social. Venimos de una etapa de concienciación feminista tremenda, del #SeAcabó, del #MeToo. Las televisiones saben perfectamente que lo que hacen es antifeminista: están cuestionando los testimonios de víctimas y de mujeres que rompen el silencio, dando voz a agresores sin cuestionarlos, validando mitos de la violencia machista y sexual, y construyendo estereotipos de mujeres ‘perversas’ mediante el señalamiento público”.
El propio funcionamiento de los programas del corazón es peligroso para analizar las violencias machistas porque, como apunta Miguel Lorente, “buscan intervenciones enfrentadas para que haya colaboradores a favor y en contra. No es un análisis ni riguroso, ni científico, ni técnico, ni mucho menos una posición común. El hecho de que haya gente que públicamente te esté cuestionando refuerza lo que gran parte de la sociedad piensa cuando una mujer conocida denuncia: que se trata de una denuncia falsa”.

Alba Medina, especialista en prensa del corazón, cree que la violencia machista “es un tema que todavía nos cuesta mucho. He crecido con ese relato que siempre posicionaba a la mujer como la mala de la historia. El ámbito de la prensa del corazón está ligado a estructuras tradicionales y antiguas. Queda muchísimo camino por recorrer y nos cuesta mucho pararnos a escuchar. Creo que muchas veces caemos en seguir con un relato mal contado en lugar de guardar silencio y escuchar”, plantea.
¿Por qué no se ha dudado de Gisèle Pelicot?
Si se duda y cuestiona a todas las mujeres, ¿por qué eso no ha ocurrido con Gisèle Pelicot? Miguel Lorente lo tiene claro: “Hubo poco margen”.

“La evidencia era tan, tan objetiva que ¿quién iba a decir que eso no era verdad? Cuando además había un reconocimiento por parte de gran parte de los agresores, un reconocimiento documentado. Es decir, la denuncia no la puso Gisèle Pelicot: fue la propia policía la que, al ver el material, la presentó. Si lo hubiera escrito en un diario, la habrían cuestionado, pero como era visual, nadie podía dudar de ello”.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.