Más de 630.000 contratos de alquiler de vivienda vencen en 2026, pero el Sindicato de Inquilinos lleva tiempo organizándose, convocando asambleas y difundiendo esta consigna: “Cuando acaba nuestro contrato de alquiler, no nos vamos, nos quedamos. Si el rentista te quiere echar de casa, no te vayas”. Guiomar es propietaria de un pequeño piso en el barrio del Born en Barcelona —el único que tiene en propiedad— y sufre desde hace dos meses en su piel la pesadilla de que su inquilino se haya convertido en un inquiokupa.
“Firmé con él un contrato de alquiler en octubre de 2020 por un período de cinco años conforme a la limitación de precios puesto que se trata de una zona tensionada. Pagaba 782,60 euros al mes, pero ha dejado de pagarme. Le avisé cuatro meses antes de que acabara el contrato de alquiler de que quería recuperar mi piso, pero no me respondió”, nos explica Guiomar, madre soltera de gemelos.
A punto de vencer el contrato, finalmente el inquilino se decidió a comunicarse con la propietaria para trasladarle la solicitud de acogerse a una prórroga automática de sus condiciones conforme a la normativa en vigor. Pero algo falla en este argumento y es que la prórroga extraordinaria de un máximo de tres años se aplica para todos los contratos firmados a partir la entrada en vigor de la Ley 12/2023 (el 26 de mayo de 2023) y este no es su caso, ya que firmó en 2020.
Inquiokupa con abogado
Contactamos a BA Advocats —los servicios jurídicos que representan a este inquilino— para preguntar por todos estos extremos, por las intenciones de su cliente, por los argumentos que ha trasladado sobre la prórroga extraordinario y por los impagos iniciados. Pero no ofrecen ninguna respuesta diferente a esta: “Es un tema que llevamos aquí y que no vamos a comentar en los medios de comunicación”.
La propietaria llegó a tener una conversación con el inquilino de su piso en la calle Volta dels Jueus, número 3. Pretendía alcanzar una solución, pero recibió una declaración de guerra: “Demándame si quieres, así gano dos años”.
Temor al embargo
La frase todavía retumba en los oídos de Guiomar, a quien se le acumulan las preocupaciones: “Tengo que seguir haciendo frente a la hipoteca de este piso y al alquiler que pago. Yo no soy una gran tenedora, soy solo propietaria de esta vivienda y no puedo recuperarla. Todos los burofax que he enviado me los han devuelto. He presentado una demanda, pero el proceso judicial todavía no se ha puesto en marcha. Temo que el inquilino se acabe declarando insolvente, que pasen los meses y que me acaben embargando el piso. Me desespera porque solo no puedo hacer nada más que esperar”.
En paralelo, la campaña del Sindicato de Inquilinos continúa su machacona difusión: “Ven al Sindicato. Organicémonos. Sigue pagando lo que pagabas. Presiona, negocia, no te vayas sola”.





