España no solo exporta talento artístico o deportivo. También está detrás de algunos de los avances científicos más innovadores del mundo, desde la investigación biomédica y la inteligencia artificial hasta la exploración espacial. Sin embargo, muchos de estos logros pasan desapercibidos para el gran público, a pesar de tener el sello de investigadoras españolas que están transformando la ciencia en silencio.
En un momento en el que la brecha de género en los ámbitos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) sigue siendo evidente, su papel es más importante que nunca. Según el Ministerio de Ciencia e Innovación, solo el 36 % del personal investigador en España son mujeres, una cifra que desciende drásticamente en las ramas más tecnológicas. Aun así, su impacto es innegable.
Innovación biomédica con acento español
Una de las áreas donde España brilla con luz propia es la biomedicina. En el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), la científica María Blasco, directora del centro, ha situado a nuestro país en la vanguardia de la investigación sobre el envejecimiento y el cáncer. Su trabajo sobre los telómeros, las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas, ha abierto nuevas líneas para entender por qué envejecemos y cómo prevenir enfermedades degenerativas.
También destaca la labor de Elena García Armada, ingeniera del CSIC y creadora del primer exoesqueleto pediátrico del mundo, diseñado para ayudar a niños con movilidad reducida a volver a caminar. Su invento, que combina robótica y medicina, ha sido premiado internacionalmente y está marcando un antes y un después en la rehabilitación infantil.
Otro ejemplo inspirador es el del equipo del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), que lidera estudios pioneros sobre el metabolismo del cáncer y la metástasis. Entre sus filas, varias investigadoras destacan por su liderazgo en proyectos europeos que buscan nuevas terapias más personalizadas y menos invasivas.
Ciencia espacial y tecnología puntera
España también tiene una fuerte presencia en la exploración espacial, un ámbito que históricamente ha estado dominado por hombres. Sin embargo, científicas como María Álvarez de Toledo o Sara García Alonso están abriendo camino. Esta última, seleccionada por la Agencia Espacial Europea (ESA) como parte de su nueva generación de astronautas, representa un símbolo del cambio de paradigma en la ciencia española.
En paralelo, en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), grupos de investigadoras trabajan en el diseño de satélites de observación terrestre y en tecnologías que contribuyen al estudio del cambio climático. A menudo, estos desarrollos se exportan o se integran en misiones internacionales sin que el público general sea consciente de su origen español.
También en el terreno de la inteligencia artificial, España ocupa una posición estratégica en Europa. Investigadoras como Nuria Oliver, cofundadora del Ellis Alicante, están a la cabeza del desarrollo de algoritmos éticos y sostenibles. Su trabajo durante la pandemia, analizando patrones de movilidad para prever contagios, demostró que la IA puede tener un impacto social positivo si se aplica con responsabilidad.
Una brecha de género persistente
A pesar de estos ejemplos, las cifras revelan una realidad preocupante. Según datos del Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación (OMCI), las mujeres siguen siendo minoría en las carreras técnicas: apenas un 13 % en ingeniería informática y un 20 % en física o matemáticas. Además, la brecha se acentúa en los puestos de liderazgo, donde menos del 25 % de los cargos directivos en investigación están ocupados por mujeres.
Las causas son múltiples: la falta de referentes visibles, la precariedad laboral y la dificultad de conciliar vida personal y científica. Como explica la física teórica y divulgadora Sonia Fernández-Vidal, “no se puede aspirar a lo que no se ve. Si las niñas no conocen científicas, difícilmente imaginarán que pueden serlo”.
El futuro: más mujeres, más ciencia
Diversas instituciones y universidades están impulsando programas para fomentar vocaciones científicas femeninas, como el proyecto “Chicas con Ciencia” o las becas L’Oréal-Unesco “For Women in Science”. Iniciativas que buscan que las jóvenes perciban la ciencia no como un terreno inaccesible, sino como un espacio en el que pueden brillar.
La ciencia española tiene mucho que celebrar, y aún más que visibilizar. Detrás de cada avance —ya sea un exoesqueleto infantil, una nueva terapia contra el cáncer o una misión espacial— hay equipos que demuestran que la innovación no entiende de género ni fronteras, pero sí de talento, esfuerzo y oportunidades.

