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Pobres a pesar de tener trabajo

Miles de familias en España viven atrapadas en la pobreza pese a tener empleo: el trabajo ya no garantiza una vida digna

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Lucía tiene 34 años, es madre soltera de dos niñas y trabaja como auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid. Cobra poco más de 900 euros al mes por una jornada parcial que no eligió, sino que le impusieron. “Trabajo, sí, pero no llego a fin de mes. A veces tengo que decidir entre pagar el alquiler o comprar fruta”, explica. No recibe pensión del padre de sus hijas y vive en una habitación alquilada dentro de un piso compartido. “Mis hijas no entienden por qué no pueden apuntarse a las extraescolares como sus amigas. Yo les digo que el dinero no alcanza, aunque trabaje”, confiesa con resignación.

La situación de Lucía no es una excepción, sino el reflejo de una realidad estructural en España: trabajar ya no garantiza salir de la pobreza. Así lo demuestra el informe “Cuentas que no salen. Radiografía de la pobreza laboral en los hogares de España”, publicado por Save the Children. El estudio revela un dato preocupante: el 17,1 % de los hogares con hijos a cargo viven en situación de pobreza laboral. Es decir, familias donde al menos uno de los adultos tiene empleo, pero cuyos ingresos son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.

Esta cifra supera en más de seis puntos el porcentaje de pobreza laboral en la población general (11,7 %) y se dispara en ciertos tipos de hogar: afecta al 36 % de las familias numerosas y al 32 % de las familias monomarentales.

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Cuando trabajar no es suficiente

El trabajo ya no nos permite una vida digna. El mercado laboral español, marcado por la precariedad, los contratos parciales involuntarios y la inestabilidad, expulsa a miles de familias de la seguridad económica, aunque estén formalmente empleadas.

El informe identifica dos causas principales de esta situación: los bajos salarios y la baja intensidad laboral. En los últimos años, el incremento del Salario Mínimo Interprofesional ha contribuido a reducir la pobreza en algunos segmentos. Pero esta mejora apenas alcanza a quienes trabajan a jornada completa y durante todo el año. Para muchas personas, esta no es la realidad.

Una de cada cuatro personas ocupadas ha trabajado en algún momento del año sin lograr salir de la pobreza. La parcialidad no deseada, los contratos temporales y la falta de continuidad laboral se convierten en trampas que impiden planificar, ahorrar o garantizar lo básico. “Los ingresos no son regulares. A veces me llaman para unas horas, otras paso semanas sin trabajo. Y mientras tanto, las facturas siguen llegando”, cuenta Marta, madre de tres hijos en Sevilla y camarera con contrato intermitente. “Mi marido trabaja en un taller, pero como no está dado de alta, no podemos acceder a ayudas”, añade.

El coste de criar con ingresos insuficientes

La pobreza laboral tiene consecuencias especialmente graves en la infancia. Limita sus oportunidades de desarrollo desde todos los ángulos: afecta su alimentación, su salud física y mental, su rendimiento escolar y su capacidad para participar en la vida social.

El informe muestra cómo, en los hogares donde solo una persona adulta trabaja, la tasa de pobreza alcanza el 21 %. Si a esto se le suman hijos, la cifra se dispara: 33 % con un hijo, 38 % con dos y hasta un 63 % con tres o más. En contraste, si ambos adultos trabajan, la pobreza se reduce drásticamente: 6,3 % con un hijo, 8,9 % con dos y 14,7 % con tres o más.

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Estos datos revelan dos cosas: la importancia del empleo digno para ambos progenitores y la necesidad urgente de políticas de conciliación y apoyo estructural a las familias. A día de hoy, las mujeres siguen cargando con la mayor parte de los cuidados, lo que las empuja a la parcialidad forzosa y limita su desarrollo profesional.

En España, más de 2,2 millones de mujeres trabajan a tiempo parcial, frente a 806.000 hombres. De ellas, unas 400.000 lo hacen para cuidar de hijos u otros familiares, una justificación que apenas aparece en el caso masculino: solo 30.000 hombres alegan esta razón. Además, el 74 % de los empleos a tiempo parcial están ocupados por mujeres.

Jóvenes y extranjeros, también entre los más golpeados por la pobreza laboral

El perfil más golpeado por la pobreza laboral es también el más vulnerable. El informe destaca que los jóvenes de entre 16 y 29 años son quienes menos consiguen superar el umbral de la pobreza, incluso habiendo trabajado. Sólo el 12,5 % de quienes trabajaron en el último año obtuvo ingresos suficientes para mantenerse por encima del umbral.

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La nacionalidad también es un factor clave. Una de cada cinco personas en situación de pobreza laboral es extranjera. En cambio, solo uno de cada diez trabajadores que logra salir de la pobreza no tiene nacionalidad española. Las dificultades para acceder a trabajos estables, la discriminación o la sobrecualificación no reconocida aumentan la precariedad en este grupo.

¿Qué se puede hacer?

Save the Children propone una batería de medidas estructurales para revertir esta tendencia. En primer lugar, mejorar la calidad del empleo, a través de incentivos a las empresas, programas de formación y una revisión profunda de las políticas activas de empleo con enfoque familiar e infantil.

En segundo lugar, facilitar la conciliación laboral y familiar. Esto implica ampliar los permisos por nacimiento, compensar económicamente las reducciones de jornada por cuidado y crear una red pública de atención y cuidados que libere tiempo y recursos a las familias.

Por último, el informe subraya la necesidad de reforzar el sistema de prestaciones familiares. Plantea implementar una prestación universal por crianza y mejorar el acceso al actual Complemento de Ayuda a la Infancia, eliminando barreras burocráticas que dejan fuera a muchas familias vulnerables.

Más allá del esfuerzo

La pobreza laboral no es fruto de la falta de esfuerzo individual, sino del mal funcionamiento de un sistema que no garantiza condiciones mínimas para quienes cumplen con su parte: trabajar, cuidar y educar. “No pedimos lujos”, insiste Lucía. “Solo que trabajar sirva para vivir, y que nuestras hijas puedan tener un futuro mejor que el nuestro”.

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