Recordaremos 2025 como el año en el que por fin entendimos la utilidad de la inteligencia artificial en nuestras vidas cotidianas, especialmente en el ámbito laboral en sectores como la educación, la abogacía, la salud y el bienestar. También generó escepticismo al no ser capaces de controlar sus límites y riesgos. Y llegado el momento de apurar la compra de los décimos de lotería para el Sorteo Extraordinario del 22 de diciembre, la IA nos despierta algunas dudas. Ya que ha demostrado ser muy útil en tantas áreas y capacidad para resolver problemas complejos o predecir eventos que creíamos fortuitos, ¿existirá algún algoritmo capaz de acertar el premio gordo?
La respuesta es rotundamente no. La Lotería de Navidad es aleatoria y, al menos de momento, no puede superar al azar. La curiosidad existe y ha generado un amplio debate sobre el papel del la IA en los juegos de azar, especialmente en las redes sociales y medios de comunicación. Lo cierto es que ni siquiera ha modificado el funcionamiento ni la dinámica, aunque sí la gestión, la distribución o la elección de los números a través de las plataformas digitales y los sistemas automatizados. La IA ayuda, por tanto, a encontrar números y administraciones de lotería, optimizando la experiencia de compra, como en tanto otros sectores, con un proceso más eficiente y adaptado a nuestras preferencias.
Qué dice el análisis de resultados históricos
Existen son algoritmos que con modelos de aprendizaje automático y análisis predictivos procesan, y además con gran rigor, grandes volúmenes de resultados históricos para identificar patrones y tendencias en los números premiados y generar combinaciones a partir de esos datos. La administración Rosa de Ponent, en Lleida, por ejemplo, ya lo hace.

Insistimos: ninguna herramienta predice ni favorece un resultado u otro. El sorteo es puramente aleatorio. La probabilidad de que una IA acierte el número gordo de la Lotería de Navidad es exactamente la misma que la de una vidente: 1 entre 100.000. Cuando un usuario recurre a la una inteligencia artificial en busca de un número afortunado, lo más que hará será sugerirte una combinación basada en esas estadísticas, aunque lo más seguro es que, de antemano, te informe honestamente que no tiene modo alguno de apostar por el caballo ganador.
El bombo no deja rastro
Por muy poderosa que fuese, no habría tampoco manera de entrenarla porque necesita un patrón o una memoria para poder aprender del pasado y anticipar el futuro. El bombo de la lotería no deja rastro. Cada sorteo es independiente de los que le preceden. Por tanto, hasta la IA más lúcida carece de esa información. Ni siquiera entrenándola con todos los sorteos desde 1812 podría vaticinar nada. Simplemente, describir con exactitud este juego de azar.
Cualquier intento sirve para mostrar que no hay más criterio que la equidad. Todos los números tienen exactamente las mismas opciones de salir premiados. Da igual los patrones, las estadísticas pasadas o las supersticiones. Al analizar millones de combinaciones, la IA reconoce que cada número del 00000 al 99999 tiene las mismas posibilidades de ser elegido. Simplemente, generará combinaciones o ayudará a los jugadores a tomar decisiones informadas.
Su utilidad real en la lotería
De todos modos, su papel es cada vez más notable en aspectos como la detección de sesgos en la venta de décimos de lotería una vez que dispone de datos suficientes sobre las ventas, los clientes y los patrones de distribución. Puede identificar si algunos grupos de personas o zonas geográficas tienen menos acceso a ciertos números o si existen prácticas discriminatorias en la asignación de décimos. Eso no evita que ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia concentren la mayor parte del volumen de ventas de décimos, mientras que en zonas rurales o menos pobladas se venda mucho menos. La IA podría identificar sesgos algorítmicos si los datos de entrenamiento reflejan prejuicios, como vender más décimos en ciertas zonas o excluir a determinados grupos en la venta de décimos. Lo demás es un juego del destino.


